Actualidad 05 may de 2021
por ARTEINFORMADO
Vista de la exposición 'Consolas, democracia para la imagen digital 1972-2003'. Cortesía de Abraham San Pedro
Una comisaria costarricense y dos españoles son los primeros protagonistas de esta nueva entrega de #Historiasde, a la que, en esta ocasión, hemos invitado a comisarios y comisarias, curadores y curadoras.
Entre sus reconocimientos, destacamos el que nos envía Mariano Navarro al recordar un comentario compartido: “Hemos tenido la fortuna de conocer a algunas de las mejores mentes de nuestro tiempo ¡y nos han tratado como iguales!”.
Gabriela Sáenz-Shelby (Costa Rica), historiadora del arte, curadora, investigadora y ex-directora de Fundación ARS TEOR/éTica nos comparte su “historia profesional particular con un coleccionista: En julio del 2020, mi colega Sofía Vindas Solano y yo fuimos invitadas por la directora interina de entonces, Antonieta Sibaja, a realizar una curaduría para el Museo de Arte y Diseño Contemporáneo (MADC) en Costa Rica. Tras un proceso de investigación, el resultado se concretó en la exposición “Horizonte Espinoso” abierta al público del 22 de enero al 30 de abril del 2021, en la que participaron 38 artistas. En una de las visitas guiadas que nos solicitaron los artistas, asistió una persona interesada en los procesos propios del arte contemporáneo. Él quedó muy impresionado con la exposición y de manera particular, con la videoinstalación ‘No le digas a mi mano derecha lo que hace la izquierda’ del artista costarricense Marton Robinson. Como parte de la muestra, habíamos acordado realizar un performance, pero en medio de la difícil situación global en la que estamos por la pandemia sanitaria, no contábamos con presupuesto para realizar la grabación y edición del material; y solicitar presupuesto al museo en esas condiciones era imposible. Por esto decidimos conversar con el coleccionista. Él estuvo anuente a dar su apoyo y así lo hizo; el performance se llevó a cabo con el nivel profesional que merece el trabajo de cualquier artista. Pero lo más inspirador, fue que la prioridad del coleccionista no era la adquisición de la obra para sí mismo, sino que la acción pudiera realizarse, aportar otra capa de sentido a la exposición y que le contribuyera al público que visita la muestra. Este tipo de motivaciones en tiempos como estos definitivamente inspiran.”
Abraham San Pedro (Las Palmas de Gran Canaria, 1976) nos remite el siguiente texto: “The best one. La mejor. Uber alles. Flexible y transversal (esto es, travestí desviada para la Academia). Supina y molesta para el resto de jugadores en este equilibrio no colaborativo de Nash que es la guerra fría del ‘Sistema Arte’. Intelectual y banal sin perder el paso. Apocalíptica e integrada sin rubor. Inmaterial -pues es código- y objetual porque hay trescientos artefactos electrónicos en ella. Ontológica (habla de la radicalidad del ontos on de la sociedad digital) y verde (#greencube ya es hastag). Herética y virgen al tiempo. Claro. No puede ser otra sino la experiencia actual con el proyecto ‘Consolas, democracia para la imagen digital 1972-2003’ que estos días acaba su itinerancia en la Universidad Politécnica de Valencia.
Surgida como una mera anécdota involuntaria mientras preparaba una exposición encargada desde París, las consolas de videojuegos aparecieron en mi vida y en la narración que fui construyendo en el abismo yermo de los Media Studies. Así, estas emergían (ocurría una erección de la substancia según la terminología de jurista Carl Schmitt) como el signo y símbolo de la digitalización del régimen escópico en el que hoy habitamos. Complejas y superficiales, se revelaron como auténticas mitologías de sus Zeitgeist (en tanto que hay en ellas una exhortación a los metaversos crecientemente numerosos con patrones de comportamiento y respuesta complejos de alto nivel entrando en la esfera misma de la Inteligencia Artificial). Ellas incardinaban perfectamente el proceso de democratización de la imagen digital; las conexiones entre “Arte”, Ciencia, Tecnología, Industria del Ocio, Cultura y Consumo seriado. ETOPIA_Center for Art and Technology, el Programa Europe Creative de la Comisión Europea, el programa SmARTplaces de la Unión Europea y el Ayuntamiento de Zaragoza apostaron por un proyecto inexplorado, complejo y arriesgado.
Tuve la suerte, como Comisario, de contar con total libertad para diseñar y configurar las cuatro exposiciones de la aventura. Debo agradecer a todos los que participaron en la amalgama de acontecimientos (Ciclo de cine de cutscenes- elevando su tratamiento y dignificándolas como séptimo arte-; conferencias con invitados como Karin Ohlenschläger, Ricardo Iglesias o Eurídice Cabañes, etc…) su aportación generosa y respetuosa a mis inusuales propuestas. Estoy muy agradecido a la dirección artística del Centro en manos de Juan Pradas en aquel momento, al equipo de Trazacultura, al artista Néstor Lizalde que transformó las exposiciones del interior del Centro (‘sagradas’) en una penetrante experiencia compartida en el espacio público al emitir sobre las pantallas LED que cubren los muros del enorme edificio todo el material exhibido en el interior (a este proceso se le llama eversión en topología matemática); a la diseñadora gráfica Cristina Carrascal que transgredió por mi insistencia normas básicas del diseño tipográfico; al webmaster Josué Santana de Edayenu que ha hecho posible el milagro de ser la primera exposición con todo el contenido onsite ofrecido en la misma calidad y resolución en su versión en línea; al traductor a lengua inglesa Mike Escárzaga; sin olvidar algo muy excepcional: las cesiones para su exhibición pública de obras esenciales del Computer Art de un modo altruista por personajes de talla mundial como A. Michael Noll, Nelson L. Max, o Manfred Mohr y de instituciones como AT&T (Bell Labs) o IBM.
Las revoluciones científicas y los cambios de paradigma, a veces hay que forzarlos y acabar convirtiéndose uno -involuntariamente – en artivista o agitador cultural (rioter). Pero solo puedo plantearme una forma de ver las cosas: como un conjunto de sistemas complejos, difusos, de n-dimensiones y que refleja en la interconexión poliédrica de diferentes esferas de conocimiento y prácticas en un mismo camino compartido multijugador. Algo a lo que no estamos acostumbrados. Así pues, muchas son las “novedades” o “herejías” que estaban presentes allí. Juntos, con el mismo trato museográfico había documentales, trabajos científicos, obras canónicas del “Arte”, videojuegos, consolas, publicidad televisiva…
Tras su primer ensayo general, la exposición ha viajado a Valencia -donde gracias a la fe del Director de Actividades Culturales, Ricardo Forriols, el proyecto fue tomando una forma muy distinta y ampliada, más museográfica y compleja en su narración. Y es que las exposiciones son seres vivos – autopoyéticos y rizomáticos- que van creciendo y mejorándose al contemplarse a sí mismos. La siguiente sede de la exposición, volverá a experimentar el mismo proceso de expansión. Por si fuera poco, en plena Pandemia, en ambas sedes, el proyecto ha sido un éxito total de visitas. El Cubo verde les espera.”
Y Mariano Navarro (Madrid) nos refiere que “A lo largo de una trayectoria iniciada mediados los años setenta del siglo pasado han sido muchas y distintas las ocasiones que podría considerar especialmente satisfactorias y que tendrían todas un denominador común: la importancia vertebral del trato directo con las y los artistas con los que he trabajado y cuantas enseñanzas fundamentales he recibido de ellas y ellos. Como afirma un buen amigo, hemos tenido la fortuna de conocer a algunas de las mejores mentes de nuestro tiempo ¡y nos han tratado como iguales!.
Para la invitación de ARTEINFORMADO optaré, sin embargo, por un recuerdo distinto que reúne una propuesta complicada, unas circunstancias excepcionales y, también, una afirmación civil y política.
En 2007, Maribel Serrano, directora de SEACEX, me propuso comisariar la exposición que, con la participación de instituciones españolas y chilenas, entre ellas el Museo de la Solidaridad y sus responsables, conmemoraría al año siguiente el centenario del nacimiento del Presidente Salvador Allende en el Centro Cultural La Moneda, sito en los bajos del Palacio del mismo nombre.
Con la imprescindible colaboración de Andrés Mengs, director de montaje, y después de un detenido estudio de los fondos del museo, reconstruimos lo que fue la historia chilena e internacional tanto del Museo de la Solidaridad, como de los Museos de la Resistencia, tras el golpe de estado de 1973; propusimos también la que podía ser una lectura política acorde con las ideas que defendió el Presidente; reinstalamos temporalmente el Monumento a Salvador Allende realizado por Carlos Altamirano y, por último, presentamos seis obras donadas como muestra de un “Futuro-Presente”, de tres artistas españoles, Isidro Blasco, Daniel Canogar y Pablo Genovés, hijos de otros tres, fundadores del museo, Arcadio Blasco, Rafael Canogar y Juan Genovés, y otras tres de artistas chilenos, Concepción Balmes –hija de José Balmes, primer director de la institución–, Victor Hugo Bravo y Pablo Rivera.
El día de la inauguración, el 6 de junio de 2008, con presencia de la Presidenta Michelle Bachelet y de Isabel Allende, directora de la Fundación Salvador Allende, se congregó, en el Centro Cultural La Moneda, una multitud próxima a las dos mil personas, que culminaban así los actos dedicados a su figura.
Fueron momentos únicos, como lo fue el titular del diario ‘El País’, “Salvador Allende vuelve a la Moneda’”.
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