Actualidad 07 oct de 2019
por Paula Alonso Poza
Cildo Meireles. Fotografía de Joaquín Cortés y Román Lores. Cortesía del SESC
Mientras que centenar y medio de obras del gran artista carioca ocupan el SESC Pompeia, la 14ª Bienal de Curitiba se extiende más allá de su ciudad natal y cruza varias fronteras, buscando difundir un extenso programa de arte contemporáneo durante cinco meses.
En el circuito de galerías abundan los fichajes. Hasta cuatro espacios –A Gentil Carioca, Lume, Central Galeria y Marilia Razuk- inauguran primeras exposiciones de artistas nacionales.
Cildo Meireles (Río de Janeiro, 1948) es un artista clave de la práctica brasileña contemporánea. La primera gran retrospectiva que se le dedicó en su tierra natal tuvo lugar en los MAM de Río de Janeiro y São Paulo en el 2000, e incluía obras expuestas en el New Museum de Nueva York. Ahora, casi dos décadas después, el SESC Pompeia toma el relevo e inaugura una macroexposición para rendirle homenaje.
Curada por Júlia Rebouças -ex miembro del equipo curatorial del Instituto Inhotim- y Diego Matos –docente y comisario independiente que ya había impartido clases en SESC-, la muestra cuenta con 150 obras realizadas desde los años sesenta a la actualidad. Muchas son piezas conocidas, otros trabajos son inéditos.
Meireles también tiene una muestra vigente en el Centro Nacional de Arte Contemporáneo Cerrillos, en Chile. El espacio santiaguino recupera la instalación ‘La Bruja’, que el artista presentó en la Bienal de São Paulo de 1981. Es su primera exposición en Chile y forma parte del ciclo latinoamericano de BIENALSUR.
Siguiendo con bienales, se acaba de inaugurar la 14ª edición de la Bienal de Curitiba, que, bajo el título "Fronteiras em Aberto” y la curadoría del español Adolfo Montejo y la brasileña Tereza de Arruda, a quienes acompañan otros curadores invitados, además de contar con su sede principal en el Museo Oscar Niemeyer (MON) ocupa cientos de espacios no solo en su ciudad natal, sino en varias otras ciudades de Brasil, como Brasília, Florianópolis, Londrina y Cascavel, de Latinoamérica como Buenos Aires, Rosario, y Montevideo, de China como Chengdu o Europeas como París.
De esta forma, la Bienal de Curitiba cruza varias fronteras, buscando difundir un extenso programa de arte contemporáneo durante cinco meses, en el que se podrá ver la obra de centenares de artistas, entre ellos, el propio Meireles así como los igualmente grandes referentes brasileños Anna Bella Geiger, Anna Maria Maiolino, Arthur Cao Guimarães, Mario Cravo Neto, Nelson Leirner, Paulo Bruscky o Abraham Palatnik, por citar tan solo algunos.
En el circuito de galerías hay abundancia de fichajes. De las siete exposiciones que transcurren en estos espacios, cuatro se corresponden con estrenos y primeras colaboraciones, todos ellos en clave femenina: Renata Egreja (São Paulo, 1984) inaugura en Lume, Vivian Caccuri (São Paulo, 1986) en A Gentil Carioca, Mariana Manhães (Niterói, 1977) en Central y Renata Tassinari (São Paulo, 1958) en Marilia Razuk.
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