Actualidad 25 abr de 2024
por ARTEINFORMADO R.
Sandra Gamarra y María Galindo conversando durante la inauguración del Pabellón de España en la 60ª Bienal Internacional de Arte de Venecia. Imagen vía Facebook
Desde el análisis crítico de la obra de Gamarra hasta las ausencias significativas en la exposición, el intercambio entre estas dos artistas revela un compromiso compartido con la descolonización del discurso político y cultural.
Venecia, Italia - En un encuentro que circuló a manera de video en redes sociales la semana pasada, María Galindo, escritora, activista y artista bolivariana, y Sandra Gamarra, artista peruana-española, entablaron una profunda conversación, desde el respeto y el cariño, sobre arte, identidad y colonialismo, en el marco de la participación de Gamarra en el pabellón nacional español dentro de la 60ª Bienal Internacional de Arte de Venecia con el proyecto Pinacoteca migrante, curado por Agustín Pérez Rubio.
María Galindo comenzó planteando preguntas provocativas sobre la experiencia de Gamarra como artista peruana nacionalizada en España. Desde su perspectiva, destacó el discurso racista y colonial presente en la sociedad española y cuestionó cómo Gamarra se sentía alojada en ese contexto. Esta apertura generó un espacio para reflexionar sobre la compleja relación entre identidad y nacionalidad, con Gamarra defendiendo su derecho a hablar y cuestionar desde su posición como nacionalizada española.
A partir de ello, la conversación también exploró las múltiples caras de la identidad española en relación a las comunidades migrantes que la conforman. Gamarra destacó la diversidad de discursos dentro de España, mientras que Galindo subrayó la necesidad de desafiar las estructuras coloniales arraigadas en dicha sociedad.
Uno de los puntos centrales del diálogo fue la obra de Gamarra y su abordaje de la taxonomía colonial. En Pinacoteca migrante, el concepto occidental de pinacoteca busca ser invertido al exponer narrativas históricamente silenciadas, buscando desafiar las construcciones monolíticas de los estados-nación. A través de una investigación multidisciplinaria que entrelaza sociología, política, historia del arte y biología, Gamarra interviene obras del patrimonio nacional español, desde la época del Imperio hasta la Ilustración, para analizar las representaciones sesgadas entre colonizadores y colonizades.
Las diferentes salas de la exposición abordan diversos géneros de la pintura clásica, como el paisaje, el bodegón, la ilustración científica y el retrato, explorando su papel en la construcción y deconstrucción de identidades. En «Tierra Virgen», se exhiben pinturas que reflejan paisajes del territorio español y sus antiguas colonias, acompañadas de referencias literarias relacionadas con la ecología. La siguiente sala, «Gabinete de la Extinción», explora la conexión entre colonialismo y extractivismo mediante la representación de los tesoros de expediciones botánicas europeas, interviniendo algunas con elementos como manos humanas para resaltar la interdependencia en la supervivencia.
En el «Gabinete del Racismo Ilustrado», se analiza el uso de la antropología y la ciencia para respaldar la discriminación racial, exhibiendo ilustraciones y objetos considerados "científicos" que sustentaron la jerarquía racial impuesta por el Occidente colonial. La siguiente sala, «Máscaras Mestizas», profundiza en las prácticas coloniales del retrato, desafiando las normas políticas y sociales al exponer cómo las sociedades aceptan o marginan a sus sujetos, cuestionando así la estructura patriarcal en relación al género.
La galería central, «Retablo de la Naturaleza Moribunda», sintetiza los temas de las salas anteriores a través de la pintura de bodegón, mostrando la acumulación y ostentación asociadas con la idea de libertad. Finalmente, el «Jardín Migrante» actúa como un espacio de restitución de obras no visibilizadas, ofreciendo un lugar para las representaciones simbólicas de aquellos que han viajado en busca de un espacio donde establecerse, mientras que plantea una reflexión sobre la alteración de los ecosistemas desde una perspectiva de armonía sin jerarquías.
Galindo planteó entonces una crítica sobre cómo, al desdoblar una taxonomía de los imaginarios coloniales españoles, Gamarra podría estar ratificándolos en lugar de desafiarlos. Gamarra, por su parte, explicó su intención de descomponer y cuestionar estas estructuras desde adentro, aun reconociendo los riesgos de caer en la trampa del discurso colonial.
A lo largo de la conversación, Galindo plantea varias ausencias en el pabellón de Sandra Gamarra, específicamente relacionadas con la descomposición del discurso colonial, la representación de la diversidad cultural y las luchas contemporáneas. Destaca dos aspectos principales que considera fueron abordados insuficientemente en la exposición:
1. Ausencia del discurso colonial religioso: Galindo señala que falta abordar el papel fundamental del discurso colonial desde la perspectiva religiosa, incluyendo conceptos como alma, pecado, el bien, el mal y la influencia de la iglesia católica en la estructura colonial, influencia que incluso permea en instituciones como el Museo Reina Sofía. Destaca que este aspecto es esencial para comprender la profundidad del colonialismo y su impacto en la sociedad.
2. Ausencia del discurso contemporáneo sobre las transnacionales: También critica la falta de abordaje del impacto de las transnacionales en las sociedades colonizadas, mencionando ejemplos como Repsol, Iberdrola y Santander en Bolivia. Considera importante incluir este tema para comprender el colonialismo en su manifestación neoliberal y sus consecuencias en la actualidad.
Galindo expresa su preocupación por estas omisiones, sugiriendo que podrían ser resultado de una autocensura para no afectar las líneas rojas del Estado-Nación Español Católico Colonial. Sin embargo, Gamarra responde que su intención era crear un espacio donde les espectadores se sintieran relativamente cómodes con lo que encontrarían, pero que al mismo tiempo fueran confrontades con aspectos incómodos de la realidad colonial y contemporánea. Ambas artistas reconocieron la importancia de estos temas para una descolonización completa del discurso y se comprometieron a explorarlos más a fondo en futuros proyectos.
Aunado a dichas dos ausencias, Galindo también menciona la importancia de incluir en la descomposición del discurso colonial que sucede en Pinacoteca migrante el tema de la sexualidad precolonial. Expresa que es resultado de la colonización el hecho de que las sociedades latinoamericanas se hayan convertido en sociedades heterosexistas y normativas, con cuerpos torturados por sus expresiones de género y prácticas sexuales distintas a la cisheterosexualidad. Destaca que este aspecto es fundamental para comprender el impacto del colonialismo en la sexualidad y los cuerpos de las personas colonizadas.
Profundizando en ello, Galindo señala que la sexualidad precolonial ha sido borrada y destruida, pero no del todo invisibilizada, ya que se encuentra presente en las crónicas coloniales, aunque muchas veces de manera distorsionada y con connotaciones negativas, como lo perverso y lo sodomita. Propone que la recuperación de esta sexualidad precolonial es esencial para desafiar las normas heterosexistas impuestas por la colonización y para comprender la diversidad sexual y de género presente en las sociedades precolombinas y contemporáneas.
En la conversación, Galindo tocó un punto importante para profundizar una crítica sobre el pabellón español. Al abrir una conversación sobre porqué el proyecto resultó seleccionado, Galindo concluye que «el destino trágico de España es haber perdido todo discurso, por ello necesita de una peruana que venga a armárselos».
Posteriormente, Gamarra compartió detalles sobre su proceso creativo y la colaboración con otres artistas en su obra a través de textiles, cerámica y pintura, revelando la complejidad y el tiempo dedicado a su creación, misma que tomó 10 meses. También abordó los desafíos financieros que enfrentó al aceptar el proyecto, por el cual recibió €14 mil euros, lo que generó preguntas sobre la precarización y la integridad artística en un contexto institucional y político como el español.
Galindo, por su parte, concluyó la conversación con un gesto simbólico poderoso: un regalo que representaba la resistencia y la solidaridad en la lucha contra el colonialismo actual, entregándole a Gamarra un pañuelo impreso con la frase: «No es una guerra, es un genocidio. Todos los pueblos del sur somos Palestina». Este acto encapsuló la esencia misma de la conversación: un llamado a la acción, a la reflexión y a la resistencia en un mundo marcado por la opresión y la crueldad colonial.
En última instancia, el diálogo entre Galindo y Gamarra reveló una profunda preocupación por el estado actual del discurso político y cultural en España y Venecia en relación a las luchas anti-coloniales y al pensamiento decolonial, renovando un compromiso compartido con estas causas. Este encuentro sirvió como un recordatorio poderoso de la potencia del arte para transformar y suscitar pensamiento crítico e imaginación política.
Puedes ver el video completo aquí.
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