#AlEncuentroCon: Bernardí Roig: "Difícilmente podría trabajar con alguien a quien no admiro"

Entrevistas 19 feb de 2021

por Gustavo Pérez Diez

       

Cortesía de Bernardí Roig

Cortesía de Bernardí Roig

"En estos momentos los reencuentros son más necesarios que nunca". 
"La mayor parte del tiempo intento ser excesivo para camuflar mi impotencia".

No descubrimos gran cosa, si decimos que el respeto, la amistad, la generosidad, la admiración y la confianza son elementos clave en el éxito de cualquier relación personal y profesional. 

Sin embargo, dado que las relaciones entre artistas y sus galeristas suelen ser, cuando menos, complicadas, apetece poner el foco en una de esas agradables excepciones, como es la que ejemplifica el artista mallorquín Bernardí Roig (Palma, 1965) con sus galerías representantes. Nuevamente, Roig vuelve a demostrarlo con el galerista aragonés Miguel Marcos.

"Para mi era esencial volver a exponer en Barcelona, y además, como no podía ser de otra manera, hacerlo en esta histórica galería que ha apoyado mis turbulencias desde finales de los noventa", nos comenta Bernardí sobre su especial regreso a Barcelona de la mano de la Galería Miguel Marcos, con la muestra "Restricted Access", que está en cartel hasta el 26 de febrero.

"Esta exposición se iba retrasando por diversos motivos de calendario y al final cuando Miguel y yo cerramos fecha llegó la pandemia, aún así seguimos con la idea. Decidimos, con la vida social cerrada y en ausencia de público, hacer la exposición para nosotros mismos". Unas palabras las de Roig que dejan entrever la gran complicidad existente entre galerista y artista.

En este nuevo #AlEncuentroCon, no solo hablamos con el artista mallorquín sobre esta exposición, sino sobre sus comienzos a finales de los ochenta, de dónde saca tanta energía e inspiración, cómo ha cambiado el mundo del arte, o en lo que está trabajando, actualmente, entre otros temas. A continuación, la entrevista íntegra.

 

ARTEINFORMADO (AI)En 2010, el IVAM, de Valencia, te dedicó una extensa exposición, que marcaría un hito en tu ya larga trayectoria. Pero, remontándonos a los inicios de la misma, ¿cómo empezaste a hacer arte? y ¿cómo describirías tu trabajo a alguien que no te conozca? 

Bernardí Roig (BR): Empecé, como todo el mundo, dibujando para saber qué dibujaría si me pusiese a dibujar. De ese primer impulso nació una fascinación por las imágenes, y de esa fascinación una obsesión: no dejar de hacerlas, ya que las imágenes hacen que las cosas sean. Esa pulsión ha continuado, con muchos altibajos, hasta hoy donde, en esta iconosfera saturada, cada vez es más difícil, no hacer imágenes, sino significar imágenes o preñarlas de sentido. Por eso uno debe acumular reservas de intensidad visual para coexistir con el imaginario de lo banal.

Le diría, a ese alguien, que mi trabajo podría ser un cruce transversal, híbrido y mestizo de intenciones fallidas que asumen el agotamiento de una tradición cultural de la imagen de lo que llamamos occidente. Para ello me sirvo, no de un lenguaje figurativo, sino figural, en su dimensión fantasmática y de simulacro. Esculturas, dibujos, videos, texto o fotografía me sirven de soporte para hacer visible la forma que encarna la idea. Al final se trata de presencias de ausencias que pretenden blindar la soledad del que mira, muchas veces asistidas por un exceso de luz que obliga a cerrar los ojos para que esos ojos se llenen de vértigo. Dicho esto le diría que me busque en Google.

AIEn estos momentos presentas en la galería Miguel Marcos, de Barcelona, la muestra "Restricted Access" con la que, no solo regresas a la galería desde tu exposición "Golpear el Instante", en 2003, sino también a Barcelona. ¿Qué presentas en ella? ¿Cómo vives este reencuentro tanto con la galería como con la ciudad?

BR: En esta muestra hay una selección de trabajos (dibujos, acuarelas y esculturas) de diferentes años que nunca se habían mostrado juntos, lo que genera una nueva narrativa que hace colisionar enunciados que cada una de ellas proponía por separado o en otros contextos; de esa fricción nacería una nueva ficción. La idea era mostrar un caudal ininterrumpido de imágenes intempestivas, aprisionadas en una zona inaccesible, de acceso restringido, que se encuentra en el sótano, húmedo y oscuro, que hay en nuestra cabeza, pero de la cual no sabemos el código de acceso. Una imagen es siempre un enigma psíquico.

En estos momentos los reencuentros son más necesarios que nunca. Esta exposición se iba retrasando por diversos motivos de calendario y al final cuando Miguel y yo cerramos fecha llegó la pandemia, aún así seguimos con la idea. Decidimos, con la vida social cerrada y en ausencia de público, hacer la exposición para nosotros mismos.

Para mi era esencial volver a exponer en Barcelona, y además, como no podía ser de otra manera,  hacerlo en esta histórica galeria que ha apoyado mis turbulencias desde finales de los noventa.

AIWoody Allen dijo una vez: "Si uno no hace una nueva película en seis meses, la gente piensa inmediatamente que uno duerme todos los días hasta el mediodía y se sienta sólo en el sofá". Desde hace años, eres uno de los artistas españoles que más expone tanto dentro como fuera del país, con una media de 3 o 4 muestras individuales por año, lo que te convierte en uno de los artistas españoles más relevantes de la actual escena internacional. De hecho, también en estos momentos, presentas en las galerías Marie-Laure Fleisch (Bruselas) y Klüser (Múnich) tu segunda y tercera individual, respectivamente. ¿Cómo haces para atender varias exposiciones casi de forma simultánea? ¿De dónde sacas tamaña cantidad de energia e ideas? ¿Qué te inspira?

BR: No suele ser así, no debían ser simultáneas. En estos tiempos colapsados se han acumulado tres exposiciones en las que estaba trabajando desde hacía tiempo, continuamente se retrasaban por la crisis sanitaria, y coincidió que se inauguraron las tres casi a la vez. Normalmente intento espaciar más los tiempos entre ellas.

Debo decir que nunca hago exposiciones con obra totalmente nueva porque nunca hay nada nuevo que decir del todo, más bien al contrario; ir diciendo lo dicho y darle una forma diferente. Por ello muchos trabajos anteriores y nunca mostrados, o mostrados en condiciones diferentes, se actualizan en las nuevas convivencias con los recientes; así forman una cadena que intenta diluir su cronología. Sabemos que una imagen es siempre presente, es el presente del que la mira, no importa si tiene tres mil años o ninguno.

Eso que llamamos ideas, energía o de forma más caduca inspiración, solo se activa si me pongo a dibujar, entonces van apareciendo, en diferentes tiempos, los errores, equívocos e incertidumbres que me conducirán al lugar que no estaba previsto. De lo que se trata es de calzarse una cabeza nueva cada mañana. La mayor parte del tiempo intento ser excesivo para camuflar mi impotencia.

AISegún nos comentaba en una entrevista reciente Consuelo Vallina, Presidenta de la Unión de Artistas Contemporáneos de España, "tan solo un 3% de los artistas que trabajan en España viven exclusivamente del arte". ¿Por qué es tan difícil vivir del arte en España? ¿Te sientes un afortunado? ¿Cómo has conseguido mantenerte tan activo a lo largo de todos estos años?

BR: Es tan difícil vivir del arte en España  porque la trama del coleccionismo privado es más que insuficiente, los presupuestos para adquisiciones museísticas e institucionales son miserables y mal regulados, las ayudas a la producción una quimera y solo se activa el mercado una semana al año, en febrero, el resto del año ni siquiera hay interés. Esta inestabilidad genera una gran precariedad sobretodo en los artistas más jóvenes y produce un gran desánimo. Lo mejor es largarse.

Volviendo a tu pregunta, me sentiría afortunado si perteneciese al 97% de artistas que viven de su trabajo.

AIEn el reciente ZOOM "El artista en su laberinto, pasión y gestión de una carrera contemporánea" se aludió a la dificultad de encontrar galería. En tu caso, eres uno de los pocos artistas españoles representado por galerías nacionales y extranjeras. Antes he citado alguna, pero hay más. Y no solo eso, sino, que, además, mantiene largas relaciones con ellas, que, en varios casos, se extienden más allá de la década. ¿Cuál es el secreto para estar tan bien representado? ¿Qué consejo darías a artistas que no lo consiguen?

La relación con los galeristas que representan mi trabajo se basa sobretodo en la amistad y la generosidad. Difícilmente podría trabajar con alguien a quien no admiro. He confiado en las mismas personas desde hace décadas porque ellas también han confiado en mí, nos hemos cuidado mutuamente. Quizá se trata de saber tensar el equilibrio entre la complicidad y el conflicto.

No me atrevería a dar consejos a un artista, como tampoco se los daría a un peón caminero, a un tratante de ganado o a un agrimensor. Cada uno tenemos nuestra particular manera de fracasar.

AI¿Cómo ha cambiado el mundo del arte desde que comenzaste tu carrera? 

BR: Empecé a mostrar mi trabajo muy joven, a finales de los ochenta. No había móviles, ni google, ni redes sociales, ni paginas web y empezábamos a ver los primeros ordenadores personales. Viajábamos menos y obviamente estábamos menos informados. Y sobre todo no estaba el algoritmo decidiendo lo que deseas. Aunque sustancialmente no ha cambiado tanto, solo que ahora hay más de todo; más artistas, más centros de arte, más imágenes circulando, más bienales, más publicaciones especializadas, etc... Sin duda es mejor ahora. Lo único que ha quedado muy rezagado es el coleccionismo privado. Parece que en España, después de la gran academia para el coleccionista que ha sido ARCO durante 40 años no se ha consolidado un tejido de capas generacionales importante que pudiese sostener el futuro. Ahora ese futuro ha desaparecido y solo queda la aspereza de este nuevo presente.

AISin artistas no hay arte ni creación ni cultura. ¿Sin curadores ni coleccionistas no hay? 

BR: No tengo ninguna duda de que para que haya lo que llamamos arte primero tiene que haber lo que llamamos artistas. De la misma manera que para que haya libros primero tiene que haber escritores que los escriban, casas, arquitectos que las proyecten, y, así, sucesivamente. Después llegan galeristas, coleccionistas, críticos, curadores, museos, montadores, enmarcadores, comunicadores, mediadores, transportistas, y un largo etc..., aunque no por ese orden. 

El entramado lo formamos todos y todos nos necesitamos, pero para que toda esa maquinaria, siempre en un desequilibrio de poder, se ponga en marcha alguien tiene que trazar, por ponerme anacrónico, por ejemplo, la primera línea de un dibujo.

AIA finales del pasado año se anunció tu ingreso en el Patronato de la Fundació Es Baluard Museu d’Art Contemporani de Palma. ¿Eres el primer artista en formar parte de él? ¿Qué supone para tí?

BR: Si, soy el primer artista que entra en el Patronato de Es Baluard y espero no ser una excepción. Es algo que no debería ser una anomalía; es natural que los artistas estén en los patronatos de los museos.

Para mi supone, como no podría ser de otra manera, un honor y una responsabilidad. Es Baluard es el museo de mi ciudad, un lugar que ha ido ganando prestigio y presencia en los últimos años con la gestión de la anterior directora Nekane Aramburu y que ahora coge un nuevo y alentador impulso con la nueva, Inma Prieto.

Estar ahí supone el compromiso de continuar con la transformación de ese territorio de conocimiento para que pase de ser un lugar visitado a un lugar habitado y al habitarlo, construirlo de nuevo.

AIPor último, ¿en qué estás trabajando en este momento?

BR: Estoy trabajando en mi próxima muestra en la sede que tiene en Palma la galería Kewenig de Berlín, un Oratorio del siglo XIII. Un oratorio es un lugar para la voz, pero también para la luz que, al fin y al cabo, es la sustancia de la que están hechas las imágenes. Es un proyecto sobre la idea de luz coagulada, amasada y almacenada que conforma el espesor de nuestra ceguera. Se presentará a finales de marzo. En otoño viajará a Berlín coincidiendo con mi participación en la gran exposición sobre la luz que organiza el Kunstmuseum Wolfsburg. Y para final de año presentaré mi sexta exposición en la Galería Max Estrella de Madrid con la que llevo trabajando veinte años. Y el próximo año una doble exposición en Viena. Aunque asumo que todo esto son solo suposiciones...



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