Mercado 13 mar de 2020
por Gustavo Pérez Diez
Feliciano Centurión. Tigres, 1993. Colección privada, Buenos Aires. © Estate del Artista, familia Feliciano Centurión — Cortesía de Americas Society
Demasiado marginales, experimentales, provocadores y radicales, o demasiado refractarios a un sistema del arte que no les acogía y valoraba en su justa medida, estos artistas y activistas queer desaparecidos son ahora venerados por curadores, coleccionistas, galeristas y museos, eso sí, tras haber obtenido un éxito póstumo, en algunos casos, solo recientemente.
Todos murieron demasiado jóvenes y varios debido a las complicaciones derivadas del SIDA. En los casos de Leonilson o Centurión el diagnóstico de la enfermedad provocó un cambio decisivo en sus carreras, ya que comenzaron a desarrollar sus bordados íntimos, una práctica que continuaron hasta su muerte.
Son considerados símbolos del activismo queer. Nos referimos a los brasileños Hudinilson Urbano Júnior - Hudinilson Jr. (São Paulo, 1957 - 2013), Hélio Oiticica (Rio de Janeiro, 1937 - 1980) y José Leonilson Bezerra Dias - Leonilson (Fortaleza, 1957 - São Paulo, 1993), el cubano Félix González-Torres (Guáimaro, 1957 - Miami, 1996), el paraguayo Feliciano Centurión (San Ignacio, 1962 - Buenos Aires, 1996), el español Pepe Espaliú (Córdoba, 1955 - 1993) y el chileno Pedro Lemebel (Santiago, 1952 - 2015).
Pero, sobre todo, son considerados como unos auténticos innovadores, incluso hoy, todavía se consideran actuales e inspiran a cientos de artistas de todo el mundo. Esto último, se pudo comprobar recientemente en la sección especial de la última edición de la feria ARCOmadrid, dedicada a González-Torres, en donde, también se pudo ver la obra de Espaliú.
La libertad de acción con la que desarrollaron sus corpus de obra es una característica que comparten los siete. En una carta a la igualmente desaparecida artista seminal brasileña Lygia Clark, Oiticica la decía: "Hoy soy marginal a lo marginal, incluso marginal: al margen de todo, lo que me da una sorprendente libertad de acción".
De todos, quizás, el menos conocido por el público general es Centurión, al haber estado muchos años su obra perdida, como ha reconocido el director y curador jefe de la Colección Patricia Phelps de Cisneros (CPPC), Gabriel Pérez Barreiro, curador de su primera exposición en los Estados Unidos, con la que, a partir de ahora, con bastante seguridad, el foco sobre él que ejercerá el mercado comenzará a ser mayor.
Centurión comparte con Leonilson el hecho de que tras ser diagnosticados de SIDA, ambos dan un giro decisivo a sus carreras, y comenzaron a desarrollar sus bordados íntimos, una práctica que continuaron hasta su muerte.
Como no podía suceder de otra manera, artistas con este potencial creativo han comenzado, cada vez más y más, a despertar el interés de curadores, coleccionistas, galeristas y museos. En el caso concreto de los galeristas, a la hora de gestionar sus codiciados Estates. Por ejemplo, el de Oiticica está en manos de la galería Lelong (París/Nueva York); el de González-Torres lo comparten Andrea Rosen y David Zwirner (Nueva York); el de Centurión lo gestiona la galería Cecilia Brunson Projects (Londres), que trabaja en colaboración directa con las dos hermanas del artista. Del mismo modo, el de Lemebel lo gestiona la Familia Lemebel con el apoyo de la Galería D21 (Santiago); el de Leonilson la Família Bezerra Dias/Projeto Leonilson; el de Hudinilson Jr. la familia del artista y la Galería Jaqueline Martins (São Paulo); y el de Espaliú la Familia González Espaliú que, últimamente, está contando con el decidido apoyo de garcía | galería (Madrid).
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