12 obras de la Colección Roberto Polo en Toledo

Hace tan solo unas semanas, que el antiguo convento de Santa Fe, de Toledo, es la nueva sede de la Colección Roberto Polo. Centro de Arte Moderno y Contemporáneo de Castilla-La Mancha (Corpo). Este nuevo centro en la capital castellano-manchega surge gracias a un acuerdo, firmado el pasado mes de julio y tras cuatro años de negociaciones, entre el coleccionista y galerista cubano-estadounidense Roberto Polo (La Habana, 1951) y el Gobierno de Castilla-La Mancha, por el que un conjunto de 7.000 obras se expondrán de forma rotatoria durante un período mínimo de 15 años -periodo renovable por el que han firmado la cesión gratuita-.

Además, el acuerdo, en el que ha jugado un papel decisivo el experto en arte y primer director del Corpo, Rafael Sierra, incluye la apertura de otra sede en el Archivo Histórico Provincial de Cuenca, un edificio del siglo XVI que albergará el resto de la cesión y cuya rehabilitación tiene previsto terminarse en 2023. Este segunda sede fue elegida tras la negativa de la Fundación Antonio Saura a abandonar la Casa Zavala (Cuenca). El coste del proyecto ha sido estimado en aproximadamente 1.200.000 Euros.

Con motivo de la llegada de esta nueva colección a España, hemos pedido a sus responsables que nos seleccionaran una docena de obras de entre las 471 de los 163 artistas que conforman la colección permanente del museo -que supone la primera cesión y que alcanzan un valor de 368 M. de Euros, según el gobierno castellano-manchego- y que está formada por obras de artistas de las vanguardias históricas del norte, centro y este de Europa, junto con una buena muestra de la producción de creadores contemporáneos europeos y estadounidenses, los cuales están poco representados en colecciones, museos y centros de arte del Estado Español, con lo que dicha colección viene a cubrir este vacío.

Entre ellos hay tanto firmas célebres como visionarios. Así, la selección regoge obras de exponentes de la Nueva Pintura belga, como el tempranamente desaparecido artista Marc Maet, quien siguió la estela de figuras señeras como Magritte o Broodthaers, a la única escultura que se conserva de Laszlo Moholy-Nagy, pasando por obras más recientes de artistas contemporáneos como Jan Vanriet, Maria Roosen o el italiano Nino Longobardi.

"Este museo no va a cantar la misma canción", ha asegurado Roberto Polo. Y añade: "No es otro museo clónico que solamente se ocupa del arte de moda y no del valor artístico, y donde el visitante ya sabe de antemano lo que va a ver. Hoy en día se suele olvidar que cuando la Phillips Collection, el primer museo de arte moderno del mundo, inaugurado en 1921, pocos de los artistas cuya obra estaba representada en su colección eran conocidos, si es que alguno lo era, y lo mismo puede decirse del Museum Folkwang (1922), primero en Hagen y después en Essen; del Museum of Modern Art de Nueva York (1929), del Muzeum Sztuki de Łódź (1930) y de la Colección Peggy Guggenheim de Venecia (1951). Cada uno de estos museos fue fruto de una manera de ver las artes plásticas que fue original e individual y que, en muchas ocasiones, ha desafiado lo establecido y ha propugnado una nueva forma de crear y de ver, reescribiendo así la historia del arte".

"Lo que es todavía más importante, puesto que un museo tiene también un papel pedagógico, la colección revelará una larga serie de nombres menos conocidos pero fundamentales: Joostens, Donas, Peeters, Flouquet, Servranckx, Maes, Eemans, etcetera", subrayan sus responsables.