QUEERme: una selección iberoamericana de artistas trabajando lo QUEER

Nos han hecho creer que nuestra identidad se corresponde un con un triste molde al que nos tenemos que adaptar: hombre o mujer, pero ni siquiera eliges, es lo que te dicen que te toca. Lo que se salga de ahí genera conflicto e incomodidad en el grueso de una sociedad hipócrita que solo sabe mirar su propio ombligo, el proclamado centro. Por suerte, hace ya un tiempo que las personas que habitan los márgenes han empezado a hablar con su propia voz, visibilizarse y reclamar su espacio. La riqueza de la diversidad no tiene límites y todes salimos beneficiades, engrandecides. Más libres y felices. 

God bless this mess reza el título de la pieza de Martín Supercolores, abogando por la mezcla y la indefinición positiva. Abrazar la diferencia es la enseñanza vital más preciada; para conseguirla es necesario desmontar las anquilosadas estructuras opresoras e integrar el proceso de aprendizaje para poder transmitirlo a otres. Hay muchas estrategias capaces de desarticular discursos, una de las más eficientes es el arte, para quién lo hace y para quien lo recibe. Lxs artistas expresan lo que sienten que tiene que ser dicho, mensajes y gestos de autenticidad materializados en obras. Lxs que los recibimos, intuimos una verdad que se activa desde dentro y va calando de forma sosegada, pero sin pausa.

Lxs creadores seleccionados en la muestra QUEERme se sitúan fuera del sistema hegemónico dominado por las lógicas binarias, patriarcales, heterosexuales y capitalistas para ofrecernos un abanico de formas alternativas de corporeidad y de deseo. Como señala Jack Halberstam en su libro El arte queer del fracaso “Lo queer no es representado como una singularidad, sino como parte de un ensamblaje de tecnologías de resistencia que incluyen la colectividad, la imaginación y una especie de compromiso situacionista con la sorpresa y el escándalo.” Desde esta perspectiva, lo importante no es definirse, sino reinventarse en cada momento atendiendo a lo que nuestros anhelos demandan: quererse para sí y priorizarse frente a lo que otres esperan.

Jorge Fuembuena en su serie de retratos Liberta, tomados durante la cuarentena, muestra a jóvenes españolxs con identidades no normativas. Sus poses, su forma de vestir y su mirada directa y desafiante les reafirma como personas segures de si mismes, uniques. La empresa no es fácil, antes de llegar al empoderamiento, hace falta un proceso de lucha, autoconocimiento y mucha soledad. James the Yams ha experimentado este viaje durante el encierro, se ha sentido vacie, enfrentándose a la incomprensión del que está al otro lado. Su collage digital QQ/D14R13S - 4040 q u e n t i n / q u a r e n t i n sugiere la posibilidad de reinicio, como el reseteo de un ordenador que repara el fallo y alivia la carga a nuestras espaldas. La mirada perdida de Javier en el Barba Azul, fotografía de Paola Bragado, nos transmite esa idea de desorientación ligada a la periferia subalterna. Diana Coca se presenta como una figura ex-céntrica que no acaba de encajar y busca las grietas del sistema para poder infiltrarse, es un sujeto que quiere interrumpir la cadena de significados heredada para reinterpretar, resignificar y transgredir lo que significa ser mujer, hombre, heterosexual, inmigrante, etc. La artista se sitúa en la frontera de México, donde ha vivido durante años para performar desde el anonimato. Sabe que puede ser cuestionada por ser una mujer blanca, europea y aparentemente 'privilegiada', por eso lleva un pasamontañas que esconde su identidad y le permite poner el foc en la acción.

Ocultar la identidad que brota de manera natural es una maniobra demasiado recurrente que esclaviza y reprime. El protagonista del vídeo Snakeboy de Marta Serna cabalga por fin sobre el lomo de la serpiente que remite a su propia sexualidad. La aceptación puede tardar tiempo en llegar porque antes hay que deshacerse de una imagen ficticia, que ha sido creada como escudo y pesa. La condensación de pensamientos, emociones y deseos que se mantienen cierto período tiempo en un plano astral pueden llegar a tener forma y crear un Egregor: término misterioso de las sociedades esotéricas con significado de “vigía”. Pablo Sola en su fotografía Egregor family liberation, pretende liberar a esta familia de las jerarquías que construimos con resquicios de educaciones asociadas a religiones, capitalismos y misantropías.

Somos libres de jugar a ser otre, suplantar identidades, apropiárnoslas y hacerlas nuestras. En Copying Claudia Pachi Santiago se convierte en un ser híbrido que, a través de fotos y vídeos, experimenta la vida y la profesión de Claudia Schiffer. Unas veces buscándola y otras replicándola en una relación estética que navega por la admiración, la obsesión, el humor y los sueños. La fina e imaginaria línea que divide lo masculino y lo femenino es un territorio para transitar y cuestionar, podemos situarnos justo en el centro, en lo ambiguo, como hace María Pérez Cejuela autorretratándose como Sebastián o balancearnos de un lado al otro sobre unos zapatos de tacón, buscando un supuesto equilibrio, como muestra Élan d'Orphium en la obra Ejercicios de equilibrio sobre eje de género. La intención del artista es ayudar a modificar la percepción del cuerpo y su punto de apoyo. Esto conducirá a la deconstrucción de actos innatos, inconscientes y/o aprendidos “naturalmente” como el propio caminar.

Uno de los identificadores de género más directos es la ropa. Estamos habituados a leerla en categorías completamente binarias, separando aleatoriamente lo masculino de lo femenino por colores, texturas, formas y usos.  Vanessa Freitag, con Mudas-cuerpos simbióticos nos regala un par de camisas aparentemente iguales, que han sido etiquetadas como “para hombre” y “para mujer” ¿Esto las hace femeninas? ¿Masculinas? Cosidas por sus extremos dan forma a un tercer cuerpo, que existe más allá de los binarismos. En Selfie VIII , Yuri Obregón Batard toma los guantes de látex, el labial, las gafas y la seda y se apropia con ellos de un poco de feminidad. La identidad asumida por la interacción con objetos que nos remiten a espacios, actividades, actitudes. También se lee como disfraz o juego: secuestrar las prendas de la abuela como ejercicio drag. Igualmente, con Un hombre de bien, Sebastián Marin Castaño busca crear un dialogo entre su propio cuerpo y la masculinidad ritualizada, con sus valores de pulcritud, orden, rectitud, sobriedad. El contexto casi militar acepta la inclusión de una actividad feminizada como planchar. El cuartel es un espacio hipermasculinizante de excepción.  Para Sebastián, colombiano, la relación es específica con algunos hombres de bien que han hecho daño a su país, pero hombres como esos nos han hecho daño a todxs.

Erótica Mitológica Perú de Pablo Maire nos presenta una imagen fuera de tiempo, dolorosa y utópica, que muestra a dos mujeres trans o personas de género no binario compartiendo un momento bautismal. Una de ellas, ataviada con un traje típico regional, baña a la otra con leche, recordándonos que fuera de occidente hay espacio y nombres para la existencia de un tercer género que se entiende como sagrado y bendecido y se acepta y honra en toda su complejidad.

La fotógrafa María Leal Ramoni en su proyecto Tránsito incluye imágenes de mujeres trans en distintos momentos de sus vidas para dar a conocer sus procesos, amores, trabajos y vidas. Aquí presente está Saray, sonriendo a cámara, en un mundo sin duda contemporáneo, post colonial, donde su existencia es resistencia. Alex de Jorge Fuembuena Loscertales funciona en este mismo sentido documental, retratando las posibilidades y el poder de los cuerpos no hegemónicos; retando al espectador con mirada directa. Javi Moreno muestra 蝙蝠侠 Biānfú xiá, un acercamiento hacia la cultura popular china, donde “a través del referente de Batman, un performer atraviesa su cuerpo para devenir en una suerte de murciélago interespecie o monstruo in progress”. El disfraz dota al cuerpo de otra existencia, virtual y real, humano y no-humano.  La carne se perfora y expande a través de la práctica del piercing y el BDSM, que nos recuerda que convertir el dolor en placer es una forma de quitarle poder al opresor.

El salto de Rebeka Elizegi es una escultura collage de cartón que por el mismo medio habla de esta misma creación y juego. Para ella, el cuerpo es un espacio que oprime, que marca y estigmatiza por color, edad o género, que tantas veces es motivo de sometimiento, y que hay que liberar. Serpientes y escaleras de Pedro Tornero Amorós muestra imágenes de distintas deidades y representaciones femeninas y los mezcla con algunos animales, marcas, publicidad, dibujos animados y emoticonos. La figura central, un adolescente, parece tener que navegar este imaginario que construye y encasilla conceptos como feminidad y naturaleza. Finalmente, La distancia del arcoíris de Darwin Fuentes es una bandera LGBTQ + adaptada a un flexómetro, haciendo una metáfora sobre la flexibilidad y medida de las libertades individuales. Es también una forma de marcar distancia con otres,  de medir el camino andado y el que falta por recorrer.

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