Comienza la recta final de una temporada de subastas que bien merece el análisis desapasionado de unos datos que a primera vista pudieran parecer contradictorios pero que no son otra cosa que el lógico resultado de la actividad de los coleccionistas y las subastadoras, dentro y fuera de España.

Mientras que Sotheby''s y Christie''s han estado enlazando un record tras otro durante los últimos meses, las salas de Madrid y Barcelona presentan un balance muchísimo más modesto y, en alguno de los casos, realmente desalentador. Miró, Tàpies, Chillida, Óscar Domínguez... Las grandes casas internacionales no paran de vender piezas de maestros españoles pero aquí se retiran por falta de pujas en salas donde todo el mundo toma notas pero se levantan pocas paletas.

En una primera evaluación de los hechos podría llegarse a la conclusión de que sólo en Londres y Nueva York es posible encontrar el dinero suficiente para sacar adelante remates de alto nivel pero un juicio así parece poco sólido después de haber visto cómo Sotheby''s paseaba la semana pasada por las principales ciudades de España casi cuarenta obras de la espectacular subasta que tiene prevista para principios de julio en la capital británica. Cuando los grandes traen a Madrid un Bacon de 10 M. de euros o una estela de Chillida valorada en más de 1 M. es que están seguros de que aquí hay mercado.

La desaceleración económica no está afectando a las subastadoras más importantes del mundo y tampoco al arte español. Christie''s ofrece en Londres esta misma semana obras de Óscar Domínguez y Baltasar Lobo junto con los inevitables picassos y mirós. Lo hace sólo quince días después de haber colocado otras 42 piezas de maestros como los ya citados, además de Tàpies y Dalí.

En Madrid se contabiliza alrededor de una docena de casas de subastas y ninguna de ellas puede presumir en estos momentos de estar ganando el dinero a espuertas. Nuestros coleccionistas más pudientes se gastan los cuartos con sus competidoras extranjeras y algo parecido ocurre también con quienes quieren vender sus colecciones. Lucía Bosé pone esta semana en el mercado las cuarenta pinturas, dibujos y cerámicas que Pablo Picasso regaló a su familia y ha encomendado esa misión a la casa Christie''s de Londres.

El problema no está en la desaceleración económica, ni en la subida de las hipotecas, ni en el miedo a la recesión. Sencillamente, falta confianza, algo que cuesta mucho ganar, aunque se puede perder en poco tiempo. No hace ni un mes que se conocía la noticia de que el director de una galería madrileña estaba detenido por apropiarse de 14 cuadros que estaban en la caja fuerte del establecimiento pero ningún órgano representativo del sector se tomó la molestia de aclarar la diferencia entre justos y pecadores. No tiene nada de extraño si se tienen en cuenta que una de esas salas venderá este jueves 13 supuestos picassos con precios de salida que parten de los 60 euros. Esa misma casa lleva comercializadas desde diciembre pasado casi un centenar de obras que atribuye al genio malagueño, la mayoría firmadas a mano. Pero nadie ha dicho nada al respecto.

Este sector, que no es capaz de separar el grano de la paja sin que medie una orden judicial,  es el mismo que sigue sin ponerse de acuerdo para evitar que coincidan hasta tres subastas en un mismo día, a la misma hora y en la misma ciudad. Mientras tanto, los dos líderes del mercado mundial acuerdan hasta el último detalle de sus respectivas convocatorias para no perjudicar el interés del otro. Si todo sigue así, los veremos muy pronto con sede permanente en nuestro país.