No recuerdo quien me habló de Miguel Alberquilla (Madrid, 1950-2010) por primera vez. Yo ya sabía de la existencia de una galería, la galería Quórum, muy introducida en el arte geométrico, y que había expuesto a lo mejor de toda una generación dedicada a esta tendencia pictórica en ocasiones tan poco comprendida. En dicha galería, dirigida por Miguel Alberquilla y su inseparable amiga Mª Jesús, habían expuesto desde Gerardo Rueda y Gustavo Torner a los puros geométricos y constructivistas, entre los que podríamos citar a Iglesias, Sempere, Caruncho, García Asensio, Casado, Gómez Perales, y tantos otros además del propio Alberquilla.

Así, con ocasión de sus veinticinco años de pintura, visité a Miguel en su propia galería en la que se encontraban colgadas obras que pintadas en ese mismo año, el 2001, reproducían los diferentes estilos por los que había pasado su trayectoria plástica. Como bien diría el propio artista en dicha ocasión: "Ha pasado tanto tiempo que me he dejado convencer por la nostalgia y, buscado entre los recuerdos, he querido dedicarle una obra a cada uno de esos veinticinco años que hoy felizmente se celebran".

De este primer encuentro surgió una buena amistad que se avivaba con cada encuentro, tanto en Madrid como en Benidorm, lugar donde residían sus padres y que en época de vacaciones solía ir Miguel a visitarlos. Muchas tardes de los sábados en los que me encontraba en Madrid, pasaba por la galería y además de ver la exposición del momento, charlábamos sobre muchas cosas, de arte sobre todo, e incluso en una ocasión sacó su guitarra y disfrutamos de su buena música y voz.

Hoy, tras más de tres años sin haber tenido noticias de él, entre otras causas debido a mis pocas visitas a Madrid en los últimos tiempos, me ha llegado la noticia a través de Arteinformado de que Miguel Alberquilla había fallecido hace una semana. El pintor geométrico, no constructivista, término que no quería que se le aplicase a su pintura -pues como él decía: "Cuando pinto, no estoy construyendo nada"-, este artista plástico ha dejado de deleitarnos con sus cromatismos y sus matemáticas aplicadas a sus lienzos. Ahí queda en el recuerdo la exposición que realizó en los veinte años de galería Quórum, donde todas sus obras eran desarrolladas a partir del numero 20 y siempre en relación con el número 2. Y en cuanto a su cromatismo, su paleta de amarillos y azules hacían vibrar las obras que salían de su pincel o tiralíneas.

Manuel Conde llegaría a escribir: "En la pintura de Miguel Alberquilla, imaginador de espacios -que, sin formas, no serían sino espejismos de la Nada-, un elemento esencial, definidor de su estética, en mi opinión, es el juego riquísimo de convergencias, contrapuntos -pues tiene un gran sentido musical- de la luz-color, signo de un lenguaje plástico depurado -y complejo, como todo lenguaje riguroso- que están sirviendo a una entidad orgánica, la unidad de contrarios que es el cuadro". Por Javier B. Martín para ARTEINFORMADO.