Entrevistas 09 dic de 2014
por Miguel Cereceda
Lily Kassner
"Me da pena decirlo, pero el Conaculta (Consejo Nacional para la Cultura y las Artes) no ha otorgado a los artistas jóvenes el mismo apoyo y reconocimiento. Lo que no ha hecho el Gobierno, lo han hecho sin embargo los particulares".
"El Gobierno no ha entendido que el arte les da prestigio. En un mundo tan desgastado por los narcos, por las matanzas y por todo eso, la educación es muy importante. Es un rayo de luz en este túnel".
Hablamos con Lily Kassner, historiadora del arte mexicana, y una de las mejores especialistas en la obra de Mathias Goeritz, sobre su visión del arte mexicano contemporáneo, y sobre las relaciones artísticas y culturales entre España y México. Doctora en Historia del Arte por la UNAM, ha sido directora de la segunda etapa del Espacio Escultórico de la UNAM, entre 1979 y 1980, y Jefa del Laboratorio de Experimentación de Arte Urbano, entre 1980 y 1983. Como Catedrática de Historia del Arte y Maestra ha publicado dos importantes monografías sobre Mathias Goeritz, y el Diccionario de escultores mexicanos del s. XX. Además de otras monografías sobre Chucho Reyes y Armando Morales. También fue directora del MUCA entre 2000 y 2004, y comisaria de importantes exposiciones internacionales, entre ellas: "450 años de la Autonomía de la UNAM", "Actualidad plástica en México", Europalia 93, Ostende; y "Escultura mexicana fin del milenio", MUCA. Estas son sus respuestas a nuestro colaborador Miguel Cereceda:
Miguel Cereceda (MC): ¿Cuál ha sido tu relación personal con el arte?
Lily Kassner (LK): Mi relación con el arte ha sido la vivencia, la alegría, la joie de vivre. Ha sido desde luego una relación vital.
MC: Sí, lo entiendo, y lo comparto. También para mí ha sido una experiencia vital. ¿Pero cómo empezó tu carrera profesional en el mundo del arte?
LK: Bueno, en 1978 murió mi marido. Yo estaba entonces trabajando en mi diccionario de escultores mexicanos, y se lo conté al doctor Soberón, que entonces era el rector de la UNAM. Fue él quien me invitó a coordinar todo el tema del Espacio Escultórico de la UNAM. Aquella fue una aventura maravillosa, en la que pudimos trabajar con los mejores escultores del mundo. Por desgracia, cuando llegó el rector Rivero Serrano no entendió nada del proyecto, y su actuación fue vergonzosa. Invitamos a artistas de la talla de Noguchi, Chillida o Henry Moore, y no los quiso ni recibir.
MC: ¿Qué hiciste entonces?
LK: Me sentí tan decepcionada por el bullying que estaba padeciendo, que decidí marcharme de México. Me fui a Israel y no volví hasta el 85, el año del gran terremoto. Ese año el director del MUCA me propuso colaborar en el homenaje a Mathias Goeritz que se le hizo en el Museo de Ciencias y Artes.
MC: ¿Fue entonces cuando te centraste en la figura de Mathias Goeritz?
LK: No, en absoluto. Yo conocí a Mathias Goeritz en 1968, por medio de mi maestra, Ida Rodríguez Prampolini, quien me lo presentó para trabajar con él como ayudante. En 1973 lo volví a encontrar en Israel, cuando estaba trabajando en El laberinto de Jerusalén. Mathias me presentó allí a su gran amor, Yehudit Saltiel.
Cuando empecé a preparar el libro sobre Mathias, él ya estaba malito. Padecía un cáncer de médula espinal. Iba a visitarle a su casa de la Avda. Jalisco, y él me decía, 'Mira, Lily, me voy a morir. Tengo un cáncer de médula y ya les he dicho a los doctores que no quiero muchos dolores'. Fue entonces también cuando me dijo que me quería legar su fototeca.
Yo iba a casa de Mathias todos los días a las once en punto, y platicábamos. El me iba hablando de lo que quería, y yo tomaba notas. Eso fue así hasta que se murió, poco después de que inauguraran una plaza en su honor.
Entonces me puse a investigar y preparé mi libro sobre Goeritz. Fue mi tesis doctoral. Me la criticaron mucho. La publicó el INBA y la UNAM.
MC: Pero luego has seguido trabajando en torno a los artistas de aquella generación.
LK: Se trata de una época emblemática del arte mexicano. En el año 64 se inauguraron el MAM, el Museo Nacional de Antropología, el Museo Nacional del Virreinato. Había un interés enorme por el arte. Coincidió además con una generación magnífica de artistas, una generación que se enfrentó al lenguaje del realismo socialista, característico de la generación anterior: Chucho Reyes, Luis Barragán, Mathias Goeritz, Germán Cueto, José Luis Cuevas, Alberto Gironella. Goeritz metió el concreto y la placa de acero en la escultura. Renovó el lenguaje de la escultura y de la arquitectura mexicana.
MC: ¿Y cómo ves la situación para los artistas de la nueva generación?
LK: Sin duda los artistas contemporáneos desarrollaron todo lo que trajeron los artistas de aquella época. Su libertad y su honestidad. Yo veo el arte contemporáneo mexicano en un momento espléndido. Lo veo pujante. A ello ayuda mucho la efervescencia de museos y galerías. Creo que colecciones como la de Jumex o la de Coppel han sido fundamentales para ello. Han tenido la visión de no ceñirse solamente a los artistas de reconocimiento internacional, sino que han sabido apostar también por artistas jóvenes.
MC: ¿Cuáles son los que más te interesan?
LK: De entre la nueva generación, mis artistas favoritos son Gabriel Orozco, Carlos Amorales, Demián Flores, Gabriel Kuri. Sin duda ellos han encontrado un terreno abierto por la generación anterior. Creo que los artistas de los ochenta y los noventa le deben mucho a aquella generación.
MC: ¿Y cómo valoras la política cultural mexicana en materia de arte contemporáneo?
LK: Me da pena decirlo, pero el Conaculta (Consejo Nacional para la Cultura y las Artes) no ha otorgado a los artistas jóvenes el mismo apoyo y reconocimiento. Lo que no ha hecho el Gobierno, lo han hecho sin embargo los particulares. Galerías como OMR, la Kurimanzutto, Nina Menocal, Enrique Guerrero o la Galería de Arte Mexicano han sido decisivas para esto. A pesar de ello, ha habido algunos museos que sí que han apoyado activamente a la nueva generación, museos como el Rufino Tamayo, el Carrillo Gil o el Ex Teresa.
El Gobierno no ha entendido que el arte les da prestigio. En un mundo tan desgastado por los narcos, por las matanzas y por todo eso, la educación es muy importante. Es un rayo de luz en este túnel.
También ha habido una generación muy brillante de jóvenes curadores. Ellos pujaron para que la universidad se acercara también al arte contemporáneo.
MC: ¿Cómo ves las Relaciones España/México, desde el punto de vista del arte contemporáneo?
LK: Además de toda la tradición del arte español ya conocida (de El Greco, Velázquez, Goya o Picasso), ha habido algunos artistas españoles que han ejercido una notable influencia en México, como Ángel Ferrant o como Joan Miró. Además, hay otra gente que ha sido muy decisiva en estas relaciones y que apenas se conoce. Por ejemplo, las hermanas Pecamins, unas españolas que abrieron galería en el DF, en los años sesenta, en la Zona Rosa. Ellas fueron el centro cultural de animación de todo aquel ambiente. Había restaurantes y cafés, night clubs y galerías de arte. Allí estaba todo el movimiento. Era una época divertidísima, y ellas fueron las principales animadoras de todo aquello.
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