La “responsabilidad” de España con sus antiguas colonias

La política exterior colonial española, desarrollada entre los siglos XV y XIX, persistió tras las independencias latinoamericanas y caribeñas del siglo XIX y la de Guinea Ecuatorial en 1968. Diversos intentos han buscado mantener, de forma jerarquizada, este vínculo en los ámbitos político, económico y cultural. Durante el franquismo, instituciones como el Museo de América, el Museo de África, el Instituto Hispano-Árabe de Cultura y el Instituto de Cultura Hispánica (transformado en los 90 en la AECID) reconstruyeron este lazo imperial desde una perspectiva fascista. Sobre esta relación colonial, Franco declaró el 12 de octubre de 1943:

«La fiesta de hoy, aniversario del más grande de los acontecimientos de la Historia, nos impulsa a dirigirnos desde aquí, desde este Centro espiritual de cultura y de ciencia, a nuestros hermanos del otro lado del mar. Ellos forman con nosotros la comunidad hispánica, estrechamente unida por los vínculos de la Religión y el idioma. Para las juventudes hispanoamericanas que quieran cursar sus estudios en la vieja Europa, madre de la civilización, se ha hecho también esta Ciudad Universitaria, la cual desde el primer día de su feliz iniciativa, ya acarició la ilusión de servir, de albergue y hogar a cuantos hijos de la América hispana desearan laborar en armonía con nuestros maestros y discípulos, en pro de la común cultura que nos ha definido en la Historia con caracteres espirituales fraternos».

La entrada de España en la Comunidad Económica Europea en 1985 transformó la narrativa del Reino como puente entre Europa y América Latina, consolidada con las inversiones empresariales españolas en los noventa. Este contexto combinaba la violencia de la Ley de Extranjería, la recolonización económica y una política exterior de cooperación cultural con las excolonias. Las políticas expansionistas del PP, afianzadas en la segunda mitad de los noventa, establecieron un nuevo marco de relaciones que se materializó en la siguiente década mediante la Red de Centros Culturales de España en América Latina, Miami y Guinea Ecuatorial.

Duhigo? Tukano, "Duhporocace? - Coisas do passado", s.f. Acri?lico sobre tela_ 60 x 90 x 3 cm. Imagen cortesi?a de Manaus Amazo?nia Galeria y ARCOmadrid

La expansión empresarial se acompañó de un "suavizante cultural" que ocultaba las lógicas desiguales y racistas del llamado "vínculo histórico" entre España, sus excolonias y sus migrantes. El aparato cultural abordaba estas dinámicas desactivando sus aspectos más conflictivos, en sintonía con la explosión global de grandes museos y exposiciones temáticas o geográficas. Durante los noventa, la vocación latinoamericana del Estado español se desarrolló notablemente en el contexto de instituciones con sesgo multiculturalista y aspiraciones globales, como muestran el CAAM de Gran Canaria (1989), la Casa de América de Madrid (1992) y el MEIAC de Badajoz (1995).

En este marco el curador brasileño Ivo Mesquita destacará que «España todavía no ha producido un gran connaisseur de América Latina, latinoamericanistas como existen a montones en Estados Unidos. Es curioso darse cuenta de que, al menos en el territorio de las artes plásticas, no existe ese profesional familiarizado con la producción artística del continente, como los hay en Francia, Holanda o Italia». Mientras tanto, curadores y docentes españoles daban un giro hacia el Sur a sus investigaciones: Estrella de Diego, Fernando Castro y José Jiménez, entre otros. Por su parte, la feria ARCO —nacida en 1982 bajo ese espíritu español de «actualización» a la escena internacional a la vez que de «puerta de Europa», y en 1994 había inaugurado un programa de «país invitado” por año— presentaba en 1997 a “América Latina” como el «país invitado». 

Bajo la curaduría del canario Octavio Zaya, el programa de ARCO ‘97, Latinoamérica en ARCO, incluyó 34 galerías y 180 artistas de la región. Confrontando esta generalización, Coco Fusco y Juan Pablo Ballester realizaron la acción de guerrilla Sudaca Enterprises. Ingresando sin autorización en la feria, desplegaron una manta vendiendo camisetas que decían: «ARCO ‘97 ofrece una «visión real del arte latinoamericano» en 1.300 metros cuadrados. SUDACA ENTERPRISES ofrece una «visión real del latinoamericano en 300 centímetros cuadrados», colocando en el anverso de la camiseta una listado de datos como: «Lo que costó un Botero para el aeropuerto de Madrid 200.000.000 ptas. Lo que paga un sudaca en aquel aeropuerto para entrar a España 50.000 ptas.» o «La cantidad de sudacas participando en ARCO ‘97 300. La cantidad de sudacas ilegales en España 400.000».

En 2001, el entonces Ministro de Cultura Mariano Rajoy indicará que, «La injusta e insuficiente valoración de la plástica iberoamericana y, en consecuencia, su escasa presencia en nuestros museos comenzará a encontrar solución; se creará una colección única en España, que pasará a convertirse en uno de los referentes del Museo Reina Sofía en su próxima ampliación. Formar esta colección que falta en los museos europeos, pero también en América, es tarea y responsabilidad que corresponde a nuestro país».

Duhigo? Tukano, "Memoria dos Carapana?s - Mutenam", s.f. Acri?lico sobre tela_ 90 x 120 x 3 cm. Imagen cortesi?a de Manaus Amazo?nia Galeria y ARCOmadrid

«Responsabilidad de “nuestro” país». ARCO prosiguió invitando a países latinoamericanos como Colombia, Perú o México, creando en 2016 un espacio especializado para profesionales y directores de museos de Europa y América Latina. En 1999, la Sociedad Estatal para los Centenarios de Carlos V y Felipe II organizó en el Museo de América la exposición Los siglos de Oro en los Virreinatos de América: 1550-1700, dirigida por Jonathan Brown, hispanista de la Universidad de Nueva York. Brown señaló entonces: «Se está haciendo un nuevo esfuerzo en muchos frentes —político, comercial, cultural— para fortalecer los vínculos entre España y Latinoamérica a pesar de sus diferencias». Con los años, ARCOmadrid se ha consolidado como garante de este «vínculo histórico». Recientemente, su directora Maribel López destacó la migración de clases altas latinoamericanas a través de sus galerías: «Solo en el último año se han instalado Ginsberg de Lima, Rosenblut & Friedmann de Santiago e Hilario Galguera de México», añadiendo que «La feria ha evolucionado para convertirse en el lugar donde ver arte latinoamericano en Europa». Este fenómeno refleja cómo coleccionistas prefieren ahora Madrid sobre Miami, siendo ya en 2023 un tercio de las galerías participantes latinoamericanas.

Siguiendo el criterio ambivalente de la noción de «país» de la invitación nacional de ARCO, ahora maquillado de «tema», esta edición nos convoca a acercarnos a «El Amazonas, el arte latinoamericano y el descubrimiento…», siendo el «tema» de la feria Wametisé: ideas para un amazofuturismo, en conexión con un sospechoso interés global por el arte amazónico en eventos recientes. El carácter neocolonial, enfatizado en su dimensión empresarial, lo seguimos viendo en ARCO hoy, por ejemplo, en sus palabras: «España tiene una oportunidad inmejorable para poder posicionarse como mercado internacional del arte contemporáneo, sobre todo con las evidentes conexiones con la región Iberoamericana precisamente en el ámbito del arte contemporáneo». 

El discurso de hermandad comercial hispano-latinoamericana, envuelto en una supuesta bondad y neutralidad artística, encubre formas de neocolonización económica y silencia la violencia contra migrantes en la ex metrópolis. Esto se ejemplifica en el asesinato racista en  1992 de Lucrecia Pérez Matos, afrodominicana, de quien Sudaca Enterprises señaló: «Lo que el gobierno español paga a la familia de Lucrecia en Sto. Domingo: 10.000 ptas al mes». Su muerte, como la de otres racializades del Sur global (caso de Mame Mbayé), representa una deuda impagable. Es urgente redefinir el vínculo histórico mediante políticas de descolonización y reparación, un proceso incómodo pero necesario para los blancos de España.