Juan Redon: Llegué a la conclusión de que en España coleccionar es llorar

Entrevistas 18 jun de 2010

por ARTEINFORMADO

       

Juan Redón

Juan Redón

El arquitecto y coleccionista Juan Redón (Puerto de Sagunto, Valencia, 1957), afincado en Barcelona, es de los que piensa "que habría que preguntarse por las responsabilidades por parte de museos e instituciones públicas", fundamentalmente, porque -según cree- "viven de espaldas a las colecciones privadas" y asevera "que si se interesaran más por la obra disponible en los almacenes privados podrían complementar de forma decisiva sus colecciones públicas a muy bajo coste para el erario público". También siempre se ha preguntado "por qué algunos museos como el Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía o el Museu d''Art Contemporani de Barcelona (Macba) no tienen una especie de sucursal para albergar arte joven, emergente o como quiera llamarse", y que según él, es debido "a que hay poco interés en disponer de obras de artistas que están creando ahora". Éstas y otras reflexiones le han llevado "a la conclusión de que en España coleccionar es llorar", pero quizás, lo más duro para un coleccionista tan sensible al arte como Juan Redón pudo ser lo que un día un artista le ayudó a comprender: "que no era, ni podría ser nunca Peggy Guggenheim".

 

Arteinformado (AI): ¿Cómo se define como coleccionista?

Juan Redón (JR): Lo que define la condición de coleccionista es la de tener un discurso que dé cuenta de esa labor, sin discurso no hay coleccionista. Y como dice mi amiga Lola Garrido, sin chequera tampoco.

 

AI: ¿Cómo define su colección?

JR: Yo lo intenté de forma ingenua hace unos años en el texto que escribí para la exposición "Como si nada" en Foto Colectania, ahora esa labor la dejo a los demás. Quiero reproducir una cita de Slavoj Zizek en su libro "Mirando al sesgo. Una introducción de Jacques Lacan a través de la cultura popular" con la que siento totalmente identificado: "Así sale a la luz la economía libidinal del caso de Aquiles y la tortuga: la paradoja escenifica la relación del sujeto con el objeto causa de su deseo, que nunca puede alcanzarse. El objeto causa está siempre perdido; todo lo que podemos hacer es dar vueltas alrededor de él. En síntesis, la topología de esta paradoja de Zenón es la topología paradójica del objeto del deseo, que no podemos aferrar, sea lo que fuere lo que hagamos para alcanzarlo".

 

AI: ¿Qué sentido le encuentra a coleccionar?

JR: Cuando un artista me dijo: "compras fotos de pollas y piensas que estás comprando arte", comprendí que no era, ni podría ser nunca, Peggy Guggenheim. A partir de ese momento como decía Unamuno: "he ido dejándome llevar de mi pensamiento, como D. Quijote de Rocinante, al azar de los caminos o de los pastos". Mutatis mutandis llegué a la conclusión de que en España coleccionar es llorar.

 

AI:¿Hasta qué punto contribuyen o influyen los coleccionistas actuales en la práctica de la creación artística?. En su caso concreto, ¿Cómo trabaja usted como coleccionista en términos de producción?

JR: Creo que influyen otros factores en la creación artística, los coleccionistas (si exceptuamos la Saatchi Collection) no creo que tengan ninguna influencia y si la tienen, no es buena para los artistas. He producido fotos para exposiciones (Héroes Caídos en el año 2002 en el Espai d''Art Contemporani de Castellón ), financié la publicación de revistas (KINK de Paco y Manolo) a cambio de obra y he colaborado en la publicación de libros ("Rikishi" de Charles Fréger). En cualquier caso, la premisa siempre ha sido la misma: dar la oportunidad para que el artista lleve a cabo su trabajo sin condicionante alguno. Que realizara sus obras tal y como las había concebido.

 

AI: Usted ha firmado acuerdos con Artium y Fundación Foto Colectania. ¿Qué problemas y riesgos se ven involucrados al abrir una colección privada al público y gestionar su sostenibilidad a largo plazo? ¿Qué tipo de oferta museística le gustaría que le hiciesen, si es que a día de hoy, desea alguna?

JR: El único riesgo es verte sometido a las críticas o comentarios sobre la calidad y/o coherencia de la colección, poco más. Me gustaría poder ver alguna vez colgada toda mi colección, aunque diga que mi colección está en mi cabeza, es más, que mi colección es mi cabeza. Un lugar donde dejar depositada toda mi colección sería algo parecido a un sueño, pero los sueños, sueños son.

 

AI: En sus colaboraciones con museos y centros de arte, como en la reciente muestra de Es Baluard "En Privado 2. La opción desamable", ¿qué responsabilidad cree que tiene una colección frente a los museos existentes y otras instituciones públicas? ¿Cree que hay en España una falta de contacto entre los museos y los coleccionistas?

JR: He colaborado con muchos museos y centros de arte prestando obra, casi siempre que me lo han pedido, he producido obras de Juan Pablo Ballester para exposiciones como "Héroes caídos", para mí es algo que va unido a la labor del coleccionista. Hablar de responsabilidades por parte de los coleccionistas me parece poco oportuno, más bien habría que preguntarse por las responsabilidades por parte de museos e instituciones públicas. Creo que viven de espaldas a las colecciones privadas, si se interesaran más por la obra disponible en los almacenes privados podrían complementar de forma decisiva sus colecciones públicas a muy bajo coste para el erario público. Muchos museos están demasiado centrados en recomponer los huecos que tienen en sus colecciones de artistas de los años setenta y ochenta, sin embargo hay poco interés en disponer de obras de artistas que están creando ahora. Siempre me he preguntado por qué algunos museos como el Reina Sofía o el MACBA no tienen una especie de sucursal para albergar arte joven, emergente o como quiera llamarse.

"En Privado 2. La opción desamable" se basa en la idea del coleccionista como secuestrador de la obra de arte, es más, como responsable de un doble secuestro, ya que hay obras que, una vez retiradas de la circulación, son escondidas por los coleccionistas en su particular armario. Lacan dice que la verdad tiene la estructura de una ficción, como ficción funciona pero no estoy de acuerdo. Citando el lema de Bertolt Brecht en ''La ópera de cuatro cuartos'': "¿qué es el robo de un banco comparado con la fundación de un banco?". Me pregunto ¿Qué es iniciar una colección privada comparado la fundación de un museo?

 

AI: Comenzó en sus inicios coleccionando pintura. ¿Por qué cambió la pintura por la fotografía? ¿Qué es lo que le aporta este medio, en su faceta de coleccionista?.

JR: El cambio tuvo una que ver con una situación autobiográfica, en su inicio fue un acto de amor, con el tiempo se convirtió en la historia de una venganza y desde hace muchos años se ha ido convirtiendo en un proyecto intelectual.
La pintura hace años entró en una fase, cómo decirlo, errática y dejó de interesarme a excepción de la obra de Manuel Ocampo y de Eduardo Arroyo, por citar dos artistas con amplias concomitancias entre ellos.

 

AI: ¿Tiene la colección catalogada? ¿Cuántas piezas la conforman actualmente? ¿Se ha impuesto un techo en cuanto a número de obras, debido a las dificultades y los costes, que entraña el mantenimiento de una colección, tan amplia como la suya?

JR: Por desgracia no la tengo catalogada en su totalidad. Tengo un buen registro de las obras que tengo depositadas en Artium y en Fundación Foto Colectania. Estoy censando las fotografías de mi colección cuyo número asciende a más de 450, incluidos ambos Depósitos. Censar no es lo mismo que catalogar, pero me he propuesto poder tener documentada mi colección de la forma más completa lo antes posible.

 

AI: A la hora de adquirir nuevas piezas. ¿Dónde suele acudir? ¿Cuenta para ello con algún asesoramiento, o es usted mismo, quien selecciona las nuevas adquisiciones y nuevos valores emergentes? ¿Es de los que asignan un presupuesto anual, o compra cuando se le presenta una oportunidad interesante, que le seduce por el autor, la calidad y, se acomoda en precio?.

JR: Las fuentes son múltiples y variadas: a través de galerías, directamente a los artistas, unas veces en ferias de arte, otras por internet. No cuento con ningún asesor áulico, y como ya he dicho en otra ocasión, pongo precio a mi deseo, y cuando mi deseo y mi bolsillo se acomodan, entonces compro.

 

AI: Durante años ha apostado por fotógrafos jóvenes y su colección cuenta con algunos nacionales como Joan Morey, Juan Pablo Ballester, y más recientemente, Carles Congost, entre otros. ¿Qué tipo de artistas son los que le gustan? ¿Prefiere a los artistas nacionales o se decanta más por los extranjeros?.

JR: El inicio de mi colección de fotografía estuvo íntimamente ligado a todos estos nombres. La foto que inauguró mi colección fue una obra de Juan Pablo Ballester, por áquel entonces Juan Pablo colaboraba con Paco y Manolo y con Joan Morey, uno me fue llevando a otro, hasta llegar a Carles Congost, que fue el último de todos ellos en incorporarse a mi colección. De alguna manera formaban un grupo de artistas que estaban trabajando en una misma dirección, en la misma ciudad, nos conocíamos, hice proyectos con todos ellos y existía un conjunto de intereses comunes, nunca explicitado pero que era evidente. La situación actual ha hecho que por diferentes razones cada uno de ellos hayan tomado diferentes caminos.
Mis artistas preferidos son extranjeros: Jean-Paul Goude, Jean-Bapstiste Mondino, Jack Pierson, Richard Prince, Collier Schorr, David Byrne, John Waters, Wolfgang Tillmans, Robert Gligorov, Anderson & Low y Per Barclay, entre otros. Miguel Trillo y Carles Congost, entre los españoles.

No me interesa, a pesar de ser arquitecto, la fotografía de arquitectura salvo las de Julius Shulman y Catalá-Roca. Ambos fotografiaron la arquitectura moderna de manera ejemplar, sus cámaras supieron captar la esencia moderna de las obras que fotografiaron. De los actuales, me interesó en su momento Andreas Gursky, pero no toda la secuela/escuela que se ha creado tras él. Detesto profundamente las ''fotos de calendario'' de Candida Höfer, así como la nómina de los fotógrafos atrapados en lo que se ha venido llamando ''instante mágico''. La única magia que puedo intuir es la de su propia fascinación imaginaria por disparar, en el momento preciso y en el preciso lugar, me parece una actividad muy decimonónica. Ni que decir tiene que las fotos de Semana Santa, toros y pobreza española: no, gracias!.

 

AI: Como coleccionista experimentado, ¿qué opinión le merece la situación por la que atraviesa la principal feria de arte de nuestro país, ARCOmadrid?. Y por último, ¿Cómo valora el reciente nombramiento de Carlos Urroz como su director?.

JR: Todo lo que pase a ARCO, la verdad, me importa bien poco. En cualquier caso creo que está en el sitio que le corresponde: en ningún lugar. Que ninguna voz sensata (y con poder) en el proceloso mundo del arte español no haya dicho hasta este año que ARCO estaba naufragando es preocupante. Yo escribí unas reflexiones hace cuatro años que las llamé "EL ARCO que va de la Sra. Gómez a la Sra. Fernández" y hace escasamente un mes colgué en mi blog otro que decía: ¡Qué bien ha dimitido la directora de Arco!

La Sra. Fernández ha conseguido un récord imbatible: cargarse en cuatro años el trabajo realizado durante veinticinco por muchísima gente que han sido los creadores, impulsores y mantenedores de la "tensión esencial" que hacía de ARCO, algo que más que una feria.

Conozco a Carlos Urroz desde hace tiempo, me parece un buen profesional que estuvo durante muchos años entre las bambalinas de ARCO cuando la directora era Rosina Gómez-Baeza. Por lo que sé es un canditado que satisface por igual a los diferentes estamentos que participan en la feria. Tiene una difícil tarea de la que le creo capaz. Por Gustavo Pérez Diez - ARTEINFORMADO.


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