Actualidad 29 may de 2024
por ARTEINFORMADO R.
Intervención de Imprenta Rescate en el Segundo Asalto Editorial del Museo de Arte Moderno de Buenos Aires (MAMBA), 2015. Programa Educativo "Laberinto de los Sentidos" a cargo de la artista-educadora Marina De Caro. Imagen cortesía de Germán Paley
Esta iniciativa, respaldada por diverses autores y coordinada por Germán Paley, invita a todes a reflexionar y participar en la creación de museos más humanos, donde la empatía, la creatividad y la solidaridad sean los pilares fundamentales.
Ciudad de México, México – En el marco del Día Internacional de los Museos 2024, celebrado el 18 de mayo, un grupo de profesionales se reunió en el curso-taller El Museo Humano: las personas en el centro, dirigido por el museólogo social, arteducador, traductor y agitador cultural, Germán Paley. Este evento formó parte del Diplomado de Museopedagogía del Instituto Mexicano de Curaduría y Restauración el cual tuvo como objetivo imaginar museos más humanos, centrados en la experiencia y el bienestar de las personas.
Como resultado del taller, se publicó la Declaración colectiva hacia museos más humanos escrita por veintiún profesionales de la museopedagogía de México, Brasil, Colombia, Uruguay, Perú, Ecuador, Portugal, Costa Rica, Chile y Argentina que formaron parte del taller. De acuerdo con la declaración, un museo humano respeta los ritmos individuales y colectivos, proporcionando espacios para el descanso, el encuentro y la reflexión. Actúa como un catalizador para la transformación social, promoviendo un futuro más amable y conectado mediante la re-significación de la realidad y la intervención en ella.
«Se trata de un pedido, un llamado a prestar atención a lo que hoy necesitan les usuaries de museos y lo que necesitamos quienes trabajamos en ellos. Visibilizar y encontrarnos como seres que nos tenemos les unes a les otres, reconociendo la humanidad como un rasgo que nada ni nadie podrá suplantar», comenta Patricia Veronica Ahumada del Museo Casa Caravati en Catamarca, Argentina.
Desde México, Regina Irigoyen, mediadora, añade: «A pesar de que la idea de museo se ha transformado en el tiempo, en su mayoría sigue siendo una institución con una estructura y reglas muy rígidas e inamovibles donde se restringe la manera en la que les visitantes interactúan con las exhibiciones, lo que sigue manteniendo al museo como un espacio elitista e inaccesible para muchas personas».
La declaración, organizada en torno a diez puntos, propone una idea de humanidad que reconoce la pluralidad de existencias y realidades de las personas que lo habitan, siempre en oposición a la exclusión, la supremacía y la individualidad neoliberal. La iniciativa destaca la importancia de ir más allá de las exhibiciones y colecciones tradicionales, poniendo en el centro las memorias, emociones y saberes de las comunidades. Con ello, se busca que los museos sean espacios donde las personas se sientan valoradas y escuchadas, promoviendo la descolonización de discursos y la apertura a historias significativas.
Explica German Paley: «Se trata sobre abrirnos a una transformación epistémica: dejar de pensar el museo a nivel material y concebirlo como una energía de creación. Este corrimiento nos permitirá entender que las dimensiones objetuales y las superficies físicas históricamente privilegiadas son un mero resultado de diferentes capas de creación de sentidos que desde el presente podemos cuestionar. Es decir, además de los cimientos tradicionales de los museos, desde la imaginación y las poéticas animarnos a crear otros modos, otros formatos, otros vínculos que privilegien a las personas y las comunidades. Este giro se ha estado realizando por la Educación en Museos que de algún modo posibilita transformaciones. En lo personal, como arteducador, me pregunto: ¿Cuántos museos caben en un museo? ¿De qué maneras podemos multiplicar las experiencias orientandonos a las personas? ¿Cómo crear vínculos en el tiempo para que la “visita” se transforme en “relación”? ¿Cuál es la deuda histórica de los museos con ciertas personas/agrupaciones o sectores de la sociedad olvidaxs, negadxs, violentadxs, incluso, por el sistema museal?».
Para Carlos Diazgranados, museólogo social en Colombia se trata de «proyectos que buscan descentralizar el pensamiento y superar barreras históricas que han oprimido a colectivos sociales. Esto lo hacen proyectos que buscan miradas amplias en contra de la opresión por deshumanización, ya sea a través de la discriminación, el machismo o la segregación. Un ejemplo de proyecto decolonial es el proceso de conformación y planeación del Museo Afro de Colombia, el cual tiene como eje el antirracismo y la construcción colaborativa a muchas voces con la inclusión del enfoque territorial y étnico como eje para una escucha atenta con las comunidades con el fin de garantizar una participación efectiva».
Un componente de la visión que recoge dicha declaración es el bienestar de las personas. De acuerdo a la misma, los museos deben construir vínculos sólidos y fomentar la autoestima de las comunidades a través de la solidaridad y la empatía, con el fin de dotar de imaginación política para enfrentar cualquier forma de violencia. Se propone entonces que los museos sean flexibles y mutables, adaptándose a los cambios sociales, políticos y culturales, y conectando a las personas con la energía de la curiosidad y el juego.
«La urgencia en insistir en la solidaridad y la empatía no es nueva: podemos remontarnos a 1972, con la Mesa de Santiago, un hito que marcó a la Museología Social por proponer un museo integrado a sus comunidades. Surge de la necesidad de afrontar los desafíos actuales y/o futuros: nos enfrentamos a dilemas éticos complejos y la solidaridad ofrece una base ética sólida para afrontarlos de manera responsable y justa. Por lo tanto, fomentar la solidaridad para construir un mundo más equitativo, sostenible y resiliente se convierte en un imperativo moral», explica Maria Amália Simão Martins del Valle Monsalve, de la Universidade Lusofona, Portugal.
Finalmente, los museos humanos están comprometidos con la justicia y la emancipación, permitiendo la expresión de las preocupaciones y promoviendo acciones creativas y colaborativas. Estas acciones buscan dignificar la vida y fomentar la esperanza, transformando los entornos presentes y futuros para construir mejores realidades.
«El mundo contemporáneo está marcado por conflictos bélicos, crisis económicas y cambios sociales, lo cual sitúa a las personas en una posición crítica. Los museos a menudo reproducen y refuerzan las desigualdades sociales existentes. Esto incluye el predominio de historias privilegiadas y predominantes sobre las historias de minorías o grupos marginados. El avance tecnológico y la venida de la nueva normalidad post pandemia acentúan mucho más la pertenencia de la sociedad a espacios culturales debido a su falta de integración con problemáticas que aquejan el vivir diario», explica Romina Soledad Herrera del Museo de Antropología de Salta, Argentina.
Les participantes del taller se comprometieron a que esta declaración no quede solo en palabras, sino que impulse un cambio real en la relación entre los museos y las personas. Desde sus espacios laborales y roles dentro de los museos que habitan, les participantes se comprometen a impulsar museos que sean catalizadores de transformación social, ofreciendo un espacio para la reflexión, la conexión emocional y la re-significación de la realidad.
Lee la declaración completa, aquí.
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