Actualidad 15 ene de 2025
por REDACCIÓN AI
Stewart y Lynda Resnick, magnates agrícolas y filántropos. Imagen vía International Business Times UK
Los devastadores incendios en Los Ángeles no solo han transformado el paisaje natural y urbano, sino que también han revelado tensiones profundas entre la crisis climática, la privatización de recursos y el impacto en el ecosistema cultural. La destrucción de obras, estudios y espacios emblemáticos plantea preguntas urgentes sobre el papel de los grandes mecenas en un sistema institucional del arte que parece ser a la vez salvaguarda y cómplice de las condiciones que amenazan su existencia.
Los Angeles, California – Los incendios forestales que devastan Los Ángeles no solo arrasan con hogares y paisajes; también consumen el corazón de su ecosistema cultural. Estudiantes, artistas y espacios emblemáticos han sufrido pérdidas irreparables, exponiendo una relación inquietante entre los desastres ambientales, la gestión del agua y las dinámicas de poder en el mundo del arte.
Stewart y Lynda Resnick, magnates agrícolas y filántropos, están en el centro de las críticas por su control sobre vastos recursos hídricos en California y su papel en el uso intensivo de agua para cultivos como almendras y pistachos en el Valle de San Joaquín. Propietarios de The Wonderful Company y del Banco de Agua de Kern, poseen aproximadamente 180,000 acres de tierras agrícolas. Al mismo tiempo, su influencia se extiende a la esfera cultural, con donaciones millonarias a instituciones como el LACMA y el Hammer Museum, lo que ha llevado a colectivos como A New Art World y Collecteurs a acusarlos de «ecocidio blanqueado por el arte».
En redes sociales y medios de comunicación empezó a circular desinformación que afirmaba que los Reskick controlaban el 60% del agua del Valle de California. Sin embargo, especialistas como Lois Henry de SJV Water, medio especializado en información en torno al agua en el Valle de San Joaquín, destacan que el agua gestionada por los Resnick representa menos del 1% del total del estado y no está conectada con el suministro de Los Ángeles, que depende de otras fuentes como el Acueducto de Owens Valley. Por lo tanto, las afirmaciones de que están «acaparando» agua destinada a emergencias en Los Ángeles carecen de fundamento. La disponibilidad de agua para combatir incendios en áreas urbanas responde a una gestión compleja y a factores climáticos extremos, más que a acciones individuales de los Resnick.
A pesar de ello, no se puede negar que la crisis climática exacerbada por la privatización del agua, es parte elemental de la expansión devastadora de los incendios, mismos que el arte sigue sufriendo. El Palisades Fire forzó evacuaciones masivas y destruyó hogares, estudios y obras de artistas como Kathryn Andrews y Alec Egan, quien perdió dos años de trabajo destinado a una exposición en la galería Anat Ebgi. En Altadena, el Eaton Fire arrasó la colonia de artistas Zorthian Ranch, fundada por el escultor Jirayr Zorthian, así como las propiedades y archivos de artistas como Diana Thater, T. Kelly Mason y Paul McCarthy, quien debió posponer su muestra en Hauser & Wirth en Londres.
Estos eventos, aunados a la negativa de las aseguradoras a cubrir los daños ocasionados por las flamas, han puesto en una situación vulnerable y precaria a la comunidad artística, pero también han provocado respuestas solidarias. Campañas de recaudación de fondos y estrategias de apoyo mutuo emergen para apoyar a los afectados; un ejemplo de ello es la campaña Help LA's Artists and Art Workers Start Over en la plataforma GoFundMe que busca recaudar $500 mil dólares a ser distribuidos entre artistas que han perdido su casa o estudio, así como el Hashimoto Contemporary Los Angeles Fire Relief Fundraiser. Paralelamente, existen apoyos como el Adolph & Esther Gottlieb Foundation Emergency Grant, el Craft Emergency Relief Fund (CERF+), Artists’ Fellowship One-Time Emergency Aid y Foundation for Contemporary Arts Emergency Grant. Sin embargo, para muches, esto no compensa el vacío dejado por la destrucción de obras y espacios históricos, como sucede con la biblioteca del crítico Gary Indiana, fallecido en otoño de 2024, que iba a convertirse en una residencia artística en Altadena.
A pesar de la devastación, algunos espacios comienzan a reabrir, como las galerías Pace y Perrotin, mientras que Hauser & Wirth planea hacerlo en los próximos días. Sin embargo, esta recuperación no puede desligarse de una reflexión más profunda: ¿cómo puede el arte resistir cuando los sistemas que lo sostienen también lo sofocan?
En contraste, la filantropía de los Resnick, que incluye un pabellón diseñado por Renzo Piano en el LACMA en 2010 y una ampliación del Hammer Museum en 2023 que resultó en un centro cultural con su nombre, abre preguntas sobre el poder económico en el arte y la ética de los coleccionistas. La controversia en torno a su papel en la privatización del agua en el estado de California trajo también a la luz el apoyo de los Resnick a las Fuerzas de Defensa de Israel (IDF), al donar, a través de su fundación, aproximadamente $2.4 millones de dólares entre 2015 y 2022 por medio de la organización American Friends of the Israeli Defense Forces. Además de este apoyo militar directo, los Resnick han financiado instituciones educativas con estrechos vínculos con los sectores de defensa e inteligencia de Israel, como el Interdisciplinary Center Herzliya, un influyente think tank sionista. También han apoyado al Washington Institute for Near East Policy, una organización que promueve políticas sionistas pro-Israel en los Estados Unidos y que se originó como una extensión del American Israel Public Affairs Committee (AIPAC) uno de los prrincipales grupos donantes a la campaña de Donald Trump.
Para las voces críticas, que los Resnick puedan participar con donaciones institucionales, legitima un sistema del arte donde los mismos mecenas que financian instituciones culturales perpetúan condiciones que destruyen los entornos donde el arte prospera.
El llamado de colectivos como A New Art World es claro: construir un sistema del arte independiente y políticamente comprometido, que rechace el apoyo de figuras cuyo legado está vinculado a la explotación ambiental y la violencia colonial. En medio del fuego y las cenizas, el arte se enfrenta a un desafío existencial: ser no solo un refugio, sino una fuerza de resistencia ante aquellos que se benefician de la crisis climática y social.
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