Opinión 01 oct de 2018
por Angustias Freijo
Rocío Garriga, en su exposición "La ley del Espejo" - Cortesía Freijo Gallery
Rocío Garriga acaba de inaugurar, con su exposición “La ley del Espejo, el nuevo espacio al que acaba de trasladarse Freijo Gallery. Manuel G. Freijo, director de la galería, firma esta peculiar entrevista.
Para encabezarla, Manuel ha querido recordarnos un poema del desaparecido poeta mexicano José-Emilio Pacheco, titulado “Circo de Noche”. Rocío trabaja sobre los zoos.
“En la arena del mundo somos tigres y leones.
Nacemos con las garras bien afiladas.
No hay nadie que no tenga agudos colmillos,
disposición para la lucha, talento innato
para la herida, para el desprecio y la burla.
Unos cuantos alcanzan el doctorado,
grandes torturadores o asesinos en serie.
Pero todos ganamos nuestro diploma
en la escuela del desamor,
en el colegio del odio,
el seminario de la intolerancia.
La inmensa paradoja es que se ha hecho justicia:
a nadie en el reparto de los males
se le negó su rebanada.
Daga es la mano, proyectil el puño
flecha incendiaria y venenosa la lengua
y látigo los dedos que abofetean.
Todos nosotros somos ministerio de guerra,
ejércitos compuestos de una sola persona,
tropas de asalto contra el semejante
a quien nunca hallaremos desarmado.
El gran tema del mundo es la venganza.
Me haces algo, contesto, me respondes.
Perpetuamos el ciclo interminable.
Y si alguien se atreve a interrumpirlo
será siempre marcado a fuego y hierro
con el terrible epíteto: cobarde.
¿A quién honran los pueblos y las artes?
Al que deja montañas de cadáveres
para salvarlos de su error: ser distintos.
La vida sólo avanza gracias al conflicto.
La historia es el recuento de la discordia
que no termina nunca.
El zarpazo bestial es tan humano
como la dentellada.
El heroísmo auténtico sería
entender las razones diferentes
respetar la otredad insalvable,
vivir hasta cierto punto en concordia,
sin opresión ni miedo ni injusticia.
Pero entonces, señores, no habría Circo,
no habría historia ni drama ni noticias.
No estaría bajando esa cuchilla
que ahora mismo cercena mi cabeza.”
José-Emilio Pacheco (Circo de Noche, Ediciones ERA)
Hace años que conozco a Rocío Garriga, aunque se podría decir que la artista que conocí hace unos años es otra a la que hoy nos atañe, ya que ha sufrido, para bien, una evolución más que visible. En esta nueva Rocío la denuncia social toma un protagonismo que su obra anterior no contemplaba con la misma fuerza. Esta serie que la lleva ocupando los últimos años, podría ser un ejemplo perfecto de una correcta evolución en un artista plástico. Podría incluso tacharla de ejemplar sin equivocarme. Por eso no quería que esta entrevista fuera típica, he preferido sintetizar para poner el dedo en la llaga. Y esto es lo que nos responde.
Manuel González Freijo (MGF): Define bombas.
Rocio Garriga (RG): ¡Vaya! Estás pidiéndome algo muy complicado… No me siento capaz de elaborar definición alguna. Creo que el acto de definir implica limitar, acotar, precisar, excluir… Se limita para perfilar, para que lo definido no se confunda con otra cosa… Me dedico al arte porque me interesa precisamente lo contrario, porque creo que las artes crean espacios de indefinición que, además, son inclusivos.
Una de las nociones que he asociado a las bombas en la exposición es la de destrucción. Partí de ese pensamiento y a la vez intenté darle forma a través de acciones y materiales que, considero, dan cuerpo a esa cuestión. Algunas de las obras que presento en “La ley del espejo” están directamente conectadas con eso.
MGF: Define zoológico.
RG: La metáfora de un zoo bombardeado es brutal, y múltiple, a eso me refería cuando intentaba explicar antes por qué huyo de las definiciones. En ese sentido, el zoológico es para mí como un espejo. Las colecciones privadas de animales vienen de muy antiguo pero fue a partir del siglo XIX, con motivo de la profesionalización de algunas de estas colecciones, cuando comenzaron a referirse a ellas como jardines zoológicos, parques zoológicos o sencillamente, zoos. Creo que en aquella época los zoos reflejaban el poder de la extensión de su Nación porque la mayoría de los animales que contenían procedían de sus colonias; pero pienso también que son mucho más los reflejos que nos devuelve el zoo entendido como espejo. Reduciéndolo mucho, un zoo es un lugar donde los animales están encerrados, y la guerra con sus ataques aéreos, los libera por fuerza. Lo salvaje ya no está contenido y eso nos incluye a nosotros mismos, al animal humano que somos las personas.
MGF: Dime un libro.
RG: Me pones en un apuro… A ver… para conocer con más detalle la historia del Zoo de Varsovia que trato en la exposición, sin duda, la novela de no ficción “The Zookeeper’s Wife” de Diane Ackerman… Por otra parte no me siento capaz de elegir un solo libro que haya determinado mi actividad artística… Me encantan los relatos cortos, hace años me marcó mucho leer “Los silencios del Dr. Murke” de Heinrich Böll… “Pedro Páramo” también ha sido un libro muy importante para mí. La primera vez que lo leí era una adolescente y lo percibí como una especie de puzle que no supe recomponer. Después, con los años, al volver sobre él advertí que ese relato era en sí mismo una experiencia, y eso es lo que admiro de esa obra: lo que Juan Rulfo fue capaz de mostrar solo con palabras… pero a la vez, con una enorme sensibilidad. Creo no hay objeto de arte si no hay un sujeto que lo anime. Aquel libro junto con el de Böll me ayudaron a identificar, en parte, esta idea.
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