Creación 26 feb de 2018
por ARTEINFORMADO
Cortesía de Blanca de la Torre. Fotografía de Vicente García, 2017
Las seleccionadas son: Laura Fernández Gibellini, Elizabet Cerviño, Regina José Galindo, Amor Muñoz, Tania Candiani, Lucía Loren, Asunción Molinos-Gordo, Luna Bengoeche, Bárbara Fluxá, Elena Lavellés, Agustina Woodgate y Priscila Fernandes.
"Todas ellas configuran un paisaje que habla de ecología política y social desde todo tipo de disciplinas artísticas y aproximaciones".
Una de las comisarias españolas más internacionales del momento, como es Blanca de la Torre (León, 1977), que acaba de presentar en la Academia de España en Roma un nuevo proyecto del reconocido artista Eugenio Ampudia (Valladolid, 1958) y en Madrid en el Instituto de México en España otra itinerancia de "Cartografías Líquidas", ha seleccionado para ARTEINFORMADO "12 artistas mujeres a seguir" con la única condición de ser iberoamericanas.
De la Torre comenta al respecto: "Quiero destacar la calidad de las artistas iberoamericanas, no ha sido fácil elegir pero al final he seleccionado 12. La mitad españolas y el resto de Centroamérica, Sudamérica, y Portugal, para abarcar un poco todo". Esta es su propuesta:
Laura Fernández Gibellini (Madrid, España 1978) articula un particular relato sobre el tiempo a través del dibujo y el vídeo. Últimamente toma para ello como punto de sus análisis los fenómenos atmosféricos a través de montañas milenarias, glaciares prehistóricos, o rocas lunares, de los que se sirve para intentar capturar ese tiempo como panta rhei, a través de un cuerpo de trabajo de carácter meditativo, casi metafísico. Una delicadeza similar, contemplativa, y presencia de elementos naturales en su estado puro suelen ser protagonistas en el trabajo de Elizabet Cerviño (Manzanillo, Cuba, 1986). Cerviño también busca en los ritmos propios de la naturaleza el motivo primero de sus producciones artísticas. Con las pinturas también habla del tiempo y retrata testimonios de fenómenos como la brisa. Elementos como el mar, la tierra y el agua suelen ser protagonistas en sus instalaciones, vídeos y performances, estas últimas que hablan de los ciclos y la naturaleza de las cosas.
Una seriedad y coherencia en el tratamiento de la performance que llevamos ya años viendo en el trabajo de Regina José Galindo (Ciudad de Guatemala, Guatemala, 1974) cuyas transgresoras acciones llevadas al límite nunca dejan al espectador impasible, y que le han llevado a ganar prestigiosos premios como el León de Oro de la Bienal de Venecia o el Premio Príncipe Claus, y a mostrar su trabajo en los museos, festivales y eventos más prestigiosos de todo el mundo. El telón de fondo de todas sus acciones explora las implicaciones éticas de la injusticia social y los abusos de poder, habitualmente tratando cuestiones de género y de las comunidades indígenas.
Estas comunidades son también uno de los focos de interés de Amor Muñoz (Ciudad de México, México, 1979), interesada en cómo la tecnología afecta los sistemas de producción y en como el trabajo manual y la artesanía van cambiando en la economía global. Muñoz explora una relación muy particular entre formas materiales y discurso social a través de performance, dibujo, textiles, sonido y electrónica experimental. Estos medios son habituales también en la obra de Tania Candiani (Ciudad de México, México, 1974) a los que añade el apartado textual y la intersección entre diferentes sistemas de lenguajes y en especial el sonido. Lo técnico y lo científico son dos ámbitos que siempre están como base de sus trabajos, buscando encuentros poéticos en lo que en un primer momento podrían parecer disciplinas dispares.
La importancia de la acción, el intercambio de experiencias y los vínculos entre los mundos animal, vegetal y mineral son aspectos que comparte con Lucía Loren (Madrid, España, 1973), siempre con una atenta mirada al contexto en el que trabaja y un análisis exhaustivo de los recursos locales y el paisaje cultural. Lleva años prestando especial atención a la población rural, un interés similar al de Asunción Molinos-Gordo (Aranda de Duero, España, 1979), que lo centra en la figura del campesino. Molinos-Gordo aplica una perspectiva transnacional para trabajar en torno a la cultura campesina estudiando las diferentes formas de dominación cultural e intelectual que existen desde lo urbano sobre lo rural. Investigaciones que la llevaron a ganar el prestigioso Premio de la Bienal de Sharjah, con su WAM, Museo Agrícola Mundial, donde reflexiona en torno al impacto de la biotecnología en la alimentación y la propiedad intelectual sobre las semillas.
Éstas últimas son materia habitual en el trabajo de Luna Bengoechea (Gran Canaria, España, 1984), que utiliza, habitualmente a modo de grandes mandalas o mosaicos para poner sobre la mesa un discurso en torno a la soberanía alimentaria y problemáticas en torno a la industria alimentaria y sus modelos de producción y consumo. Un patrón de consumo descontrolado que también critica Bárbara Fluxá (Madrid, España, 1974) a través de objetos que habitualmente musealiza modificando así su valor de uso y señalando críticamente la cultura del usar y tirar. Fluxá crea instalaciones a partir de estos objetos y construye así una suerte de paisajes que ofrecen una mirada demoledora a la cultura del capitalismo occidental a través del territorio.
También con un lenguaje muy propio, esta cultura del capitalismo es analizada por Elena Lavellés (Madrid, España, 1981), generalmente asociado al colonialismo y la explotación de recursos naturales y humanos. A través del vídeo, la fotografía, instalación y el dibujo, combina análisis de estrategias de resistencia cultural y social en diferentes contextos geográficos. Un tipo de políticas del espacio que son compartidas por la argentina Agustina Woodgate (Buenos Aires, Argentina, 1981), cuyas esculturas, intervenciones públicas e interacciones sociales enfatizan una ecología cambiante y persiguen una mirada diferente al uso de los recursos naturales que proponen un nuevo concepto de paisaje.
Y para cerrar esta lista de paisajes encadenados, el que nos propone Priscila Fernandes (Coimbra, Portugal, 1981), a partir de la recuperación de diferentes escuelas de pintura abstracta, para hablarnos de esa tradicional idea de escapar a la naturaleza relacionada con el tiempo de recreo y sosiego. La artista reivindica el lado político del ocio y lo vincula al análisis de las utopías creadas en nuestro imaginario.
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