Desmantelamiento del Centro Cultural de la Memoria Haroldo Conti: La memoria y la cultura en jaque bajo el gobierno de Milei

Actualidad 09 ene de 2025

por REDACCIÓN AI

       

Imagen del festival "Una memoria que arde", masivo reclamo contra los despidos y el cierre del Centro Cultural Haroldo Conti sucedido el pasado 4 de enero de 2025. Imagen vía Comunidad Rumbos

Imagen del festival "Una memoria que arde", masivo reclamo contra los despidos y el cierre del Centro Cultural Haroldo Conti sucedido el pasado 4 de enero de 2025. Imagen vía Comunidad Rumbos

En un contexto político que prioriza la austeridad fiscal sobre la preservación histórica y cultural, este espacio, símbolo de resistencia y promoción de los derechos humanos, se enfrenta a un desmantelamiento que trasciende lo administrativo, poniendo en jaque la democracia y el acceso al arte.

Buenos Aires, Argentina – El Centro Cultural de la Memoria Haroldo Conti, emplazado en el predio de la ex-ESMA, Escuela de Mecánica de la Armada que funcionó como un centro clandestino de tortura y desaparición durante la última dictadura, dejó de funcionar oficialmente el 2 de enero de 2025, marcando un duro golpe a la memoria histórica y a la producción cultural argentina. Este espacio, que durante años fue un referente para la promoción de los derechos humanos entrelazados con las expresiones artísticas contemporáneas, se enfrenta ahora, bajo el gobierno de Milei, al desmantelamiento total en un contexto político que prioriza la reducción del gasto público sobre el mantenimiento de instituciones culturales y sociales.

El proceso no fue repentino. La falta de comunicación y planificación por parte de la Secretaría de Derechos Humanos dirigida por Albero Baños y el Ministerio de Justicia, instituciones a cargo del centro cultural, agravó el problema. Según Lorena Bossi, Coordinadora del área de artes visuales desde el 2020, nunca se estableció un diálogo efectivo con las autoridades para garantizar la continuidad del espacio. «La crisis comenzó mucho antes, explica. Durante todo 2024, sostuvimos la programación prácticamente sin dirección y sin recursos, dependiendo de artistas y curadores que trabajaron gratis entendiendo la importancia que tiene el Conti y solventando pequeños gastos de nuestro bolsillo». Bossi describe cómo las actividades, aunque se mantuvieron con esfuerzo, fueron progresivamente limitadas por la falta de apoyo oficial. «Nunca hubo voluntad de la Secretaría de Derechos Humanos para que nosotres pudiéramos tener un interlocutor con quien planificar, coordinar y llevar adelante las acciones, la programación», explica.

Imagen cortesía de Matías Cerezo

La crisis alcanzó su punto culminante el 30 diciembre de 2024, cuando más de la mitad de les trabajadores de el Conti, alrededor de 100 personas, fueron despedides vía WhatsApp, dejando al espacio sin personal suficiente para operar y atropellando los derechos laborales de les trabajadores al no indemnizarles como indica la ley. Para Matías Cerezo, Director de Proyectos Culturales del Conti que ha trabajado en dicho espacio por más de quince años, este cierre representa mucho más que la clausura de un espacio físico. «Es un intento deliberado de desmantelar políticas de memoria, verdad y justicia, pilares fundamentales de la democracia argentina desde 2003. El Conti simboliza la consolidación de estos valores éticos, y su cierre pone en peligro la memoria colectiva y las bases de nuestra democracia», explicó. Bossi se suma a esta advertencia y explica, «Se trata de un ataque a políticas sensibles que resguardan no solo la memoria histórica, sino también los archivos esenciales para los juicios de lesa humanidad», señalando que el impacto alcanza incluso al Archivo Nacional de la Memoria, clave para preservar documentos históricos y judiciales.

El acervo patrimonial del Conti también quedó en una situación de incertidumbre. Este incluye su acervo bibliográfico (biblioteca y hemeroteca), así como la memoria digital del Seminario Internacional de Políticas de la Memoria, mismo que en su edición más reciente fue censurado por el secretario de DD.HH. Un seminario único en Argentina y Latinoamérica que se hizo durante quince años sin interrupción, el cual llegó a presentar 60 mesas con 500 ponencias. «Todo el archivo digital de el Conti, que incluye 15 años de investigaciones sobre memoria, está en peligro dado que el gobierno también ha tomado control del sitio web. Actualmente se trabaja en migrar este archivo a la revista virtual Haroldo para garantizar su preservación y difusión», comenta Cerezo.

Imagen cortesía de Matías Cerezo

El patrimonio en peligro también incluye la colección formada por aproximadamente 43 obras de grandes referentes del arte argentino, como León Ferrari, Ricardo Carpani, Juan Carlos Distéfano, Diana Dowek y Luis Felipe Noé, así como esculturas y piezas contemporáneas de artistas emergentes. «Es un patrimonio invaluable que parece ser completamente desconocido por quienes tomaron estas decisiones», lamentó Bossi, quien estaba encargada de esta colección. Además, las muestras actualmente exhibidas, como la Muestra Anual de Fotoperiodismo Argentino de ARGRA, la exposición 40 años del InformeNunca Más” y No hay puntada (ni puerto) sin hilo del taller de bordado miniatura del Museo del Puerto de Ingeniero White, son inaccesibles, ya que el centro permanece cerrado y custodiado por la policía.

El impacto cultural y social del cierre también pone en juego el trabajo realizado durante los últimos 15 años, en los que el Conti logró articular memoria y arte, interpelando a públicos diversos a través de programas como las visitas escolares que conectaban a nuevas generaciones con la memoria del pasado reciente, las clínicas de arte visual y el programa Arte en Territorio, que llevaban propuestas culturales a comunidades de todo el país; todos ellos ahora suspendidos. Según Cerezo, esta capacidad de acercar a jóvenes y ciudadanos a la historia de los derechos humanos en Argentina es uno de los motivos por los cuales el gobierno actual busca clausurarlo. «El Conti tiene una conexión única con la sociedad, atrayendo incluso a quienes no estaban inicialmente cerca de estos temas. Cerrarlo es intentar silenciar esa transmisión de memoria», destacó.

Imagen cortesía de Matías Cerezo

Un espacio vital para la memoria y la cultura ante el negacionismo y la apología de la dictadura

El cierre del Centro Cultural de la Memoria Haroldo Conti ha generado un intenso debate sobre la memoria histórica en Argentina, con posturas como las de Matías Cerezo y las del artista, curador y escritor, Mag De Santo, quienes abordan este acto desde ángulos complementarios. En su columna “No merecemos el espanto” publicada en Revista Anfibia, De Santo denuncia el cierre como una manifestación de negacionismo que va más allá de lo simbólico, desmantelando de forma concreta las políticas públicas de memoria, verdad y justicia que sostienen la democracia argentina. Según el autor, este cierre se inscribe en una estrategia que busca deslegitimar espacios fundamentales para la reflexión sobre el terrorismo de Estado, lo cual es crucial para preservar la memoria colectiva. Además, De Santo recurre al análisis de Hernán Confino y Rodrigo González Tizón, quienes en su libro La Batalla por la Memoria, advierten que el negacionismo actual se materializa tanto en la omisión como en la relativización de los crímenes de la dictadura, mostrando cómo políticas como el cierre del Conti buscan erosionar las herramientas de resistencia cultural.

Por su parte, Matías Cerezo aporta una visión complementaria al señalar que este cierre trasciende el negacionismo, llegando incluso a la apología de la dictadura en ciertos sectores del gobierno actual. Mientras que De Santo centra su crítica en el desmantelamiento simbólico y material de los espacios de memoria, Cerezo destaca el impacto inmediato en los derechos humanos y la democracia, describiendo el cierre como un acto de crueldad deliberada que pone en peligro tanto el patrimonio cultural como la ética democrática de la sociedad. Para él, lo ocurrido en El Conti es un ataque directo a los logros construidos desde 2003, cuando se impulsaron políticas de justicia y memoria que consolidaron pilares éticos esenciales para el país.

Ambas perspectivas convergen al subrayar la amenaza que este cierre representa para la memoria colectiva y la democracia. Sin embargo, mientras De Santo enfatiza el negacionismo estructural como un dispositivo político que invisibiliza el pasado, Cerezo advierte que el cierre implica también una intención más explícita: destruir un espacio que articula arte y memoria, interpelando a nuevas generaciones y amplificando el alcance de los derechos humanos. Ambos coinciden en que la resistencia social, desde los trabajadores del Conti hasta la ciudadanía que apoya su reapertura, será clave para defender la memoria, la justicia y la democracia frente a esta ofensiva.

Imagen del festival "Una memoria que arde", masivo reclamo contra los despidos y el cierre del Centro Cultural Haroldo Conti sucedido el pasado 4 de enero de 2025. Imagen vía Cenital

Resistir desde la comunidad

Pese a la tristeza y el desconcierto que generó el cierre, tanto Bossi, como Cerezo y De Santo coinciden en la necesidad de resistir y luchar por que el Conti reintegre a sus trabajadores y se mantenga abierto.

Cerezo remarcó que este es el segundo momento de resistencia que enfrenta el Conti desde su creación. La primera etapa ocurrió entre 2015 y 2019, durante el gobierno de Mauricio Macri, cuando intentaron modificar las temáticas del espacio. «Lanzamos la campaña El Conti no se achica, que visibilizó lo que intentaban hacer. En esa etapa, logramos consolidar un grupo de trabajadores en lucha que sigue activo hoy», señaló. La segunda etapa comenzó con el gobierno de Javier Milei y se intensificó con el cierre del centro a finales de 2023.

A pesar de las adversidades, les trabajadores del Conti mantienen viva la lucha con actividades como el reciente festival multitudinario “Una memoria que arde” que convocó el pasado 4 de enero a más de doce mil personas en el predio del ex ESMA. Con el apoyo de artistas, intelectuales, periodistas, defensores de los derechos humanos y la población civil este festival de resistencia visibilizó la importancia de un espacio que trasciende lo artístico y lo histórico. La convocatoria, demás de exigir la reapertura del centro, recordó que la memoria y la cultura son fundamentales en cualquier sociedad que aspire a un futuro más justo.



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