Actualidad 24 ene de 2025
por Diego del Valle Ríos
Librada González Fernández sostiene una foto de Carlos d’Castro tomada por Armand c.1950. Parte de la Colección Bernie Brandall. Imagen cortesía de Cubanecuir
El Archivo Cubanecuir comenzó como una búsqueda personal de identidad que se ha convertido en una labor monumental para rescatar la historia trans y cuir de Cuba. Librada González Fernández, su fundadora, ha tejido una genealogía de memorias invisibilizadas, conectando generaciones a través de documentos, entrevistas y archivos que desafían las narrativas oficiales. En un país donde la historia cuir ha sido sistemáticamente marginalizada, Cubanecuir se alza como un testimonio de la persistencia, la lucha y el derecho a existir.
El Archivo Cubanecuir no es solo una colección de documentos; es un acto de reconocimiento y reparación. Este proyecto, iniciado por Librada González Fernández, es un esfuerzo por preservar la memoria y la historia de las comunidades cuir y trans en Cuba a través de la recopilación y difusión de materiales que dan testimonio de vidas, luchas y expresiones de jolgorio y resistencia. «Después de encontrarme con información sobre el Archivo de la Memoria Trans de Argentina a través de redes sociales, me di cuenta de la inexistencia de un archivo trans cubano, y pensé: si no existe, ¿por qué no lo hago yo?», comparte Librada, una mujer trans cubana quien decidió rescatar estas historias empolvadas.
El archivo comenzó como una idea intuitiva, difusa, alimentada por el desarraigo personal y la necesidad de reconectar con una historia que sentía le había sido arrebatada. «Mi familia biológica no me era suficiente para entender una genealogía de mi vida en relación a mi identidad de género, así que decidí reconstruir una genealogía histórica centrada en la memoria trans», relata.
La relación entre identidad personal y el trabajo archivístico es central en el proyecto. «Parte de la razón por la que tengo autoridad para hablar de personas trans cubanas es porque soy trans y cubana», subraya. Esto refuerza la legitimidad del archivo y lo convierte en un acto político en sí mismo. Para Librada, no se trata solo de preservar, sino de reinterpretar los documentos y ofrecer un contexto que enriquezca la comprensión colectiva.
Inicialmente, el archivo fue concebido sin una metodología clara. «No sabía qué coleccionar ni cómo organizarlo», admite Librada. Sin embargo, con el tiempo, el proyecto creció en estructura y alcance. La pandemia de COVID-19 resultó un catalizador inesperado. Con mucho tiempo de sobra durante la cuarentena, Librada comenzó a hacer investigaciones en línea, localizando así referencias valiosas como el documental Looking for the Space, el cual examina la vida de lesbianas y gays en Cuba durante los años noventas, y publicaciones sobre transformistas en los años setentas. De esta forma llegó a figuras icónicas como Henry Arango, un transformista cubano de 97 años, cuya historia conectaba el arte del transformismo con la cultura de resistencia en la Cuba de los años cincuentas. «Henry me recibió en su casa con mucha generosidad y me dio acceso a documentos y memorias que, de otra manera, se habrían perdido», recuerda.
La historia de Henry Arango es un claro ejemplo de la importancia de las conexiones entre generaciones. «Yo lo encontré porque me tropecé con un programa de transformistas de 1970 en un archivo digital. Busqué 'Cuba' y ahí estaba Henry, con su show en el 72», relata Librada. Siguiendo una serie de pistas, desde una entrevista en un documental hasta una búsqueda en las páginas amarillas, finalmente lo localizó en Nueva York. «Llamé tres veces. La primera me colgaron, la segunda nadie respondió y la tercera escuché una voz de viejito decir 'Hello?'. Era Henry».
El encuentro con Henry no solo permitió documentar su vida y carrera, sino que también abrió la puerta a un sinfín de historias sobre el transformismo en Cuba y su relación con la transición de género. «Él tenía anécdotas deliciosas sobre el mundo del espectáculo en los cincuentas, sobre lo que significaba ser una 'loca' en esa época», cuenta Librada. Previo a conocer a Henry, lo más revelador fue darse cuenta de la ausencia de mujeres trans en los registros históricos del transformismo cubano. «Yo decía: aquí donde hay transformistas, hay locas. Y donde hay locas, hay chicas trans. Entonces, ¿dónde estaban?», se preguntaba Librada. Escuchar a Henry e investigar en torno a su época le permitió entender que muchos de los hombres maricas que se dedicaban al transformismo y que aparecían en los documentos y memorias, desaparecían del radar público después de su transición. «En los sesentas y setentas, la expectativa era que, si te hacías el bollo, tenías que empezar de cero. La historia de estos supuestos hombres llegaba a un fin abrupto y aparecían entonces historias de mujeres trans».
Gracias a Henry y a las conexiones que facilitó, pudo reconstruir un entramado de mujeres trans que habían sido parte fundamental de esta historia, pero que habían sido invisibilizadas por las narrativas oficiales. «No tenían el lenguaje moderno de hoy, pero tenían sus propias maneras de articular su existencia. Y yo aprendí que, aunque no lo digan como yo, eso no significa que no podamos entendernos».
Sin embargo, el camino no ha estado exento de desafíos. Librada reflexiona sobre el síndrome del impostor que enfrentó al inicio del proyecto: «Me decían que no tenía formación archivística, que no tenía espacio ni recursos. Pero decidí hacerlo a mi manera y hasta donde pudiera llegar». Con esta filosofía, Cubanecuir ha crecido reuniendo cientos de documentos. A lo largo de cuatro años, con la asesoría de la archivista cubana radicada en México, Arien González a partir de 2021, Cubanecuir ha organizado los materiales recabados hasta ahora en seis colecciones que incluyen la colección Henry Arango, la colección Bernie Brandall (formada por más de 500 documentos), la colección de cintas de 8 mm del documental Looking for Space, así como la colección de la Asociación Cubana de Homosexuales y Lesbianas (ACHL) y el Grupo de Acción por la Libertad de Expresión de la Elección Sexual (GALEES).
Librada también subraya la importancia de dar contexto a las colecciones. «Una foto no es solo una imagen; es una historia que necesita ser contada. Sin contexto, los documentos pierden su verdadero valor», explica. Por esta razón, el archivo se ha transformado en un espacio educativo que combina preservación con interpretación, resaltando las intersecciones entre las vivencias cuir y la cultura cubana, un legado a menudo escondido como estrategia de supervivencia, el cual contrasta con las narrativas oficiales nacionalistas sostenidas por el régimen político de la cisheterosexualidad.
«Yo nunca había conectado mi herencia cultural cubana con mi herencia cuir», reflexiona Librada, quien emigró a Estados Unidos a los 11 años. «Las personas trans y maricas siempre hemos existido y vamos a existir, comenta. La historia cubana está llena de mitologías cishetero en torno a la Revolución Cubana, Fidel Castro y el Ché Guevara, pero nadie te cuenta que el mismo año en el que Fidel estaba en la cárcel tras la Revolución, Christine Jorgensen, la primera celebridad trans del mundo, llega a La Habana enloqueciendo a todo mundo al presentarse en el Tropicana y siendo entrevistada en Bohemia, una de las revistas más populares de aquel entonces, con un titular que decía 'Pasaré mi luna de miel en la Habana'», recuerda con humor. De esta forma, Cubanecuir es un archivo que desafía la rigidez de la memoria revolucionaria, salpicándola de lentejuela. «Imagínate que cuando los guerrilleros irrumpieron en un club nocturno a asesinar al jefe de inteligencia militar de Batista dando tiros por todos lados, había una loca vestida de mujer en un traje de cortesana francesa que era nada más y nada menos que Henry Arango», me comenta entre risas.
Otro acervo fundamental en Cubanecuir es la colección de publicaciones independientes y fanzines producidos por y para la comunidad cuir. Estos materiales, difíciles de conseguir en la isla debido a la censura, contienen manifiestos, relatos personales y análisis políticos sobre las condiciones de vida de las personas gay, lesbianas, bisexuales y trans en Cuba. «Estos documentos no solo informan, sino que también preservan redes de solidaridad y apoyo», explica Librada.
En términos prácticos, Cubanecuir enfrenta retos significativos, desde la falta de recursos hasta la necesidad de digitalizar y clasificar miles de documentos. Sin embargo, Librada ve en estos desafíos una oportunidad para construir un espacio único. «El archivo me da un propósito en la vida», afirma, destacando que esta labor no solo conecta generaciones, sino que también ofrece un refugio emocional.
El futuro del proyecto incluye continuar poco a poco con la digitalización de su colección, la publicación de un libro sobre el transformismo cubano y la búsqueda de financiamiento para garantizar la supervivencia del archivo. «Preservamos porque estas historias dan sentido a nuestras vidas y nos conectan con un pasado que, aunque oculto, siempre ha estado ahí», concluye.
Finalmente, Cubanecuir no es solo un archivo, es una narrativa transgeneracional en construcción. Cada documento, grabación, entrevista y fotografía no solo preserva el pasado, sino que también inspira a las futuras generaciones a reivindicar su lugar en la historia. Para Librada, este trabajo no es un legado estático, sino una invitación constante a reescribir el presente.
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