El artista jienense recupera, a través del arte, recuerdos que llevan a la reflexión sobre temas como la identidad y la muerte. Combina la técnica del grabado y las artes gráficas con una iconografía simbólica.

Propone relecturas subjetivas de pensamientos y objetos cotidianos. Le interesa construir escenarios indefinidos y ficticios que obliguen al individuo a definirse y adaptarse.

Ciudad, subjetividad y poder son tres constantes en la obra de Juan López. Al cántabro le interesa la creación de nuevos significados y espacios construidos a partir de signos renovados.

Amondarain se mueve entre los difusos límites de la pintura y la fotografía, interesándose por la problemática de la referencia y su representación. Entiende la imagen como archivo de información.

Crespo emplea objetos cotidianos para recrear nuevos espacios que se encuentran en una metamorfosis constante. A través de la combinación infinita de estos objetos renovados, la artista transgrede la forma tradicional del arte.

El artista vasco aúna las nuevas tecnologías con los procesos artesanales para crear obras que fusionan pasado, presente y futuro. Se dedica a la filmación audiovisual y a la instalación.

Lo cotidiano y lo social se dan la mano en la obra de Mateo Maté, cuyo interés radica en la creación de espacios escultóricos y performáticos que resulten familiares y ajenos al mismo tiempo.

Cristina Lucas es una artista de acción. Sus trabajos relacionados con el happening y la performance han evolucionado hacia disciplinas menos efímeras, como la fotografía, la pintura y el vídeo.

Los mercadillos son el hábitat natural de Vilanova, cuyo interés por la imagen le ha llevado a adquirir más de 3.000 postales y fotografías que le inspiran a la hora de crear sus obras de teatro, instalaciones y performances.

Ortiz revierte los conceptos de clase, género y nacionalidad. Le interesa especialmente la problemática de los migrantes y la violencia y control que las leyes ejercen sobre ellos.

La práctica artística de Núria Güell consiste en analizar cómo los dispositivos de poder afectan a nuestra subjetividad sometiéndola a través del derecho y la moral hegemónica.

Antolí se centra en entender el movimiento en relación con las artes visuales, en buscar lo poético de las acciones cotidianas, en la repetición y el absurdo, en saber escuchar y observar la coreografía que une objetos y personas.