Opinión 17 sep de 2010
por Arancha Álvarez Villalibre
Cualquiera que sea dueño de obras de arte o de antigüedades debería estar interesado en su correcto cuidado y conservación. ARTEINFORMADO le ha pedido a la restauradora e historiadora del arte, Arancha Álvarez Villalibre que hiciera un repaso de las condiciones generales que se deben procurar a las obras de arte y antigüedades en un entorno doméstico, para cuidar de ellas y fomentar una vigilancia y un entendimiento que despierte responsabilidad entre los depositarios de estas obras. Estos son sus consejos:
En las colecciones privadas, el deterioro o la mala conservación de una obra de arte puede implicar su devaluación económica. Por ello se hace imprescindible un plan de conservación preventiva, para tratar de minimizar o evitar el deterioro de los objetos artísticos mediante el seguimiento y control de los riesgos de deterioro que afectan o pueden afectar en el futuro a una colección. Este plan debe concentrarse en factores como el riesgo de incendio, inundaciones, robo, vandalismo, la manipulación y la disposición inadecuadas de los objetos, el biodeterioro, y las condiciones ambientales inadecuadas. Los medios de seguimiento y control dependerán del edificio o espacio contenedor de las piezas, de la naturaleza de las colecciones, su estado de conservación, su uso, la mayor o menor probabilidad de riesgo de deterioro, y evidentemente, de los recursos del propietario. La realización de un plan de conservación preventiva es algo muy costoso y que implica el estudio de muchos aspectos para poder decidir cuáles son las acciones más propicias a llevar a cabo. Pero en muchos casos, pequeños gestos, como los que voy a describir, pueden ayudar en gran manera a la conservación de estas piezas artísticas por parte de los depositarios, dentro de un entorno doméstico.
La Luz: La luz es un factor de riesgo capaz de desencadenar cambios físicos y químicos en las obras de arte muy graves, debido a la irreversibilidad de esos cambios, especialmente en los orgánicos. Aunque cualquier luz mínimamente fuerte es perjudicial, la luz solar directa y la luz diurna son las más dañiñas, ya que son las que más radiación ultravioleta contienen. Nunca subestime los niveles de iluminación en los ambientes de la vida cotidiana o en el trabajo. Son varios los aspectos que hay que controlar respecto a la iluminación pero, sobre todo, la intensidad de la luz y la composición de las radiaciones. La iluminancia mide la incidencia de la luz sobre una superficie, su unidad es el lux y el instrumento utilizado para su medición es el luxómetro. Los niveles máximos establecidos van en función de los materiales que componen la obra: Piedra y metal: 300 lux; Óleo y acrílicos: De 150 a 200 lux; Grabados y fotografías en blanco y negro: 150 lux; Temple, pastel, gouache, acuarelas, grabados y fotografías en color: 50 lux.
La luz tiene un efecto acumulativo, es decir, las obras de arte tienen "memoria" respecto a las radiaciones que reciben a lo largo de su vida y van acumulando la luz que reciben produciéndose daños cuando ésta ha sido excesiva. Nunca hay que permitir que la luz natural incida directamente sobre cualquier tipo de obra. Además, es necesario colocar filtros ultravioleta (UV) en las ventanas; los podemos encontrar en el mercado en forma de adhesivo o ya incorporados en los cristales como vidrios polarizados. Estos filtros también pueden ser colocados en las vitrinas o en las obras enmarcadas con cristal protector o en los tubos fluorescentes y en otras fuentes de rayo UV. La iluminación artificial puede ser de: Incandescencia, es el caso de los halógenos y las bombillas, pero su problema es la disipación de calor que producen y su carga térmica que eleva la temperatura del aire y baja la humedad relativa, además de alterar físicamente las piezas, por lo que se debe mantener una distancia de seguridad entre el foco de luz y la obra a iluminar. No se aconseja su uso para iluminar vitrinas. En el caso de los halógenos, también necesitan contar con filtros UV. La Fluorescencia es más aconsejable ya que es un tipo de luz más difusa apenas emite calor, aunque los reguladores que incluyen sí se calientan, por lo que hay que prever donde se van a colocar éstos y se deben colocar filtros UV. Las LED y fibra óptica no emiten calor, pero son limitados a la hora de iluminar una pieza y su instalación resulta cara y necesitan de un mantenimiento constante. Por lo tanto a la hora de elegir el tipo de iluminación hay que tener en cuenta la intensidad, la luminosidad y la distancia con respecto al objeto a iluminar. Es muy importante que sea regulable, poder subir o bajar el nivel lumínico. Otra característica que hay que tener presente, aunque ésta no afecta a la conservación de la obras de arte pero sí a cómo se ven, es la referida al índice de reproducción cromática que debe ser lo más cercano posible al máximo (100) y la temperatura de color. En todo caso, lo mejor es dejarse asesorar por profesionales.
La Temperatura y Humedad: Los cambios bruscos de temperatura y humedad relativa implican la degradación física y química de los materiales orgánicos y de algunos sintéticos. Mantener estos dos parámetros en unas condiciones estables es fundamental a la hora de garantizar la adecuada conservación de las obras de arte. Los parámetros considerados de referencia se encuentran entre 18-20º C y alrededor de 50% de humedad relativa, aunque las obras realizadas en metal requieren de una humedad relativa más baja (30%). A partir de 25° C de temperatura y 60% de humedad relativa se incrementa la oxidación de la plata en positivos y negativos fotográficos, así como el amarillamiento y la oxidación de las obras realizadas en papel volviéndose quebradizos. Para establecer los niveles finales hay que tener en cuenta el tipo de obras, su estado de conservación, la vida que han llevado a lo largo del tiempo y, en el caso, de colecciones privadas hay que tratar de hacer compatibles estos requerimientos a la necesidad de unos determinados niveles de confort humano. Una solución podría ser dedicar una estancia de la casa, solamente, a albergar, por lo menos, las piezas más delicadas; así, se podrían establecer unos parámetros ambientales más acordes con las necesidades de las mismas. Pero si esto no es posible, una primera medida de control sería revisar los cerramientos y reparar las posibles deficiencias de aislamiento térmico y estanqueidad frente a la humedad. También hay que evitar la colocación de obras de arte cerca de focos de calor como chimeneas o radiadores, así como de aires acondicionados. Ventilar en exceso en días de lluvia puede ser muy perjudicial, ya que hace que aumente rápidamente la humedad relativa del ambiente. Los grandes cerramientos acristalados provocan una subida grande de la temperatura de ese espacio o habitación, hay que evitar la colocación de piezas en esos lugares. Además, existen sistemas de control activo que se encargan de estabilizar las condiciones ambientales en los niveles requeridos: sistemas de climatización, humidificadores o deshumidificadores, aparatos de medición como el termohigrógrafo o los data logger, más modernos. Existen múltiples alternativas en función de lo que el coleccionista pueda invertir.
La Contaminación: La contaminación es otro factor de importancia, pues el aire contiene sustancias que provocan reacciones químicas corrosivas y de oxidación de los materiales. Los microorganismos o esporas y el polvo del ambiente se adhieren a las superficies pictóricas. Este hecho es más evidente en el caso del óleo, que por su carácter graso atrae estas partículas oscureciendo el conjunto y acelerando el envejecimiento. Para paliar este problema existen filtros adecuados. También es importante la limpieza periódica de las obras para eliminar esos depósitos de polvo, pero sin frotar, con un simple plumero o un trapo suave. En el caso de tener piezas almacenadas es fundamental realizar un correcto embalaje. Las cintas de audio y video, las casetes, los disquetes y discos duros son muy sensibles al polvo, hay que procurar dotar al área de un purificador de aire con filtro HEPA que no produzca ozono. Se deben archivar en su paquete original, siempre que sea de un plástico inerte: polipropileno (PP), polietileno de alta densidad (HDPE), polietileno tereftarato (PET). Otro factor de riesgo específico de este tipo de materiales son los campos magnéticos: se debe evitar la proximidad de imanes, electro imanes y de cualquier fuente potencial de magnetismo, motores eléctricos, fotocopiadoras, etc. Otro factor de riesgo son las plagas ya sea de microorganismos, insectos o roedores, estás son más comunes que se den en el caso de piezas almacenadas, sobre las que no hay un control diario. En casos extremos con temperatura de 35° C en adelante y más de 65% de humedad relativa prolifera el crecimiento de colonias de hongos y microorganismos que se alimentan, por ejemplo, de la gelatina de las emulsiones fotográficas, de las fibras de celulosa de papel, la goma del encolado, etc. En el caso de los almacenes, la ausencia de luz incrementa aún más el riesgo de aparición de microorganismos o insectos. Unas condiciones climáticas adecuadas, una ventilación regular del espacio, una limpieza periódica y una revisión cada poco tiempo de las piezas, son las acciones que pueden evitar la aparición de éstas plagas.
La Seguridad: El riesgo de incendio, inundación o robo, es algo no tan probable, pero en lo que toda persona que disponga de una colección de cierta envergadura debe de pensar y planificar. Acciones que van desde realizar un plan de evacuación adecuado a la colección y a la estructura del edificio que la alberga; la colocación de detectores de incendios; sistemas de extinción, el mejor es el de agua nebulizada que no llega a empapar las piezas, o disponer de al menos un extintor de CO2, aunque el más recomendable para obras de arte es un extintor de gas denominado Novec 1230 de la casa 3M; o, como mínimo disponer de mantas ignífugas para cubrir obras que se encuentran almacenadas. También existen vidrios resistentes al fuego durante un determinado tiempo, pero son muy caros, es el vidrio RF 60/90/120 según los minutos de resistencia. En ocasiones son métodos no muy costosos, simplemente aplicar algunas sencillas reglas: Una correcta enmarcación, un embalaje adecuado, la colocación de una obra en un entorno idóneo, etc., pequeñas cosas de las que hay que ser consciente. Frenta a posible robos, los sensores detectores de presencia, blindar puertas, colocar rejas en las ventanas, son útiles frente al robo. Tambén puede resultar útil para la identificación de piezas, en caso de robo, marcar los objetos en zonas poco importantes con tintas que se vean sólo con luz ultravioleta. No obstante, se desconocen los efectos a largo plazo de estas tintas sobre un objeto.
Evitar accidentes: Un manejo poco cuidadoso y un empaquetado inadecuado para el transporte son los responsables de gran parte de los deterioros evitables. Por todo ello, la manipulación de los objetos debe realizarse con sumo cuidado y utilizar siempre guantes de látex o algodón, por ejemplo, ya que así evitamos dejar nuestras huellas marcadas además de no transmitir sustancias grasas y microorganismos presentes en nuestra piel. Dentro de la casa traslade los objetos con un carrito o en bandejas bien acolchadas, y si va a transportar una obra muy delicada o valiosa, es mejor que contrate los servicios de transportistas profesionales especializados.
Fotografía y documentación: Documentar las piezas de una colección es de la máxima importancia, primero por cuestiones de seguridad y en segundo lugar por hacer un buen seguimiento de su estado y reflejar cualquier tratamiento de conservación o restauración que hayan podido sufrir en el pasado. Toda pieza de una colección particular debe ser fotografiada, preferiblemente a color, aunque como las fotografías a color se decoloran y sufren cambios cromáticos, los museos suelen fotografiar sus colecciones también en blanco y negro. Estas fotografías cambian menos y las alteraciones en el estado de las piezas se detectan mejor. Los propietarios de colecciones con cierto valor deberían considerar la posibilidad de guardar sus inventarios, registros y fotografías, en un lugar seguro, el mejor sitio sería en un banco. Si hubiera un robo, esta documentación permitiría al dueño determinar la envergadura del mismo y facilitaría la identificación y recuperación de los objetos robados. ARTEINFORMADO
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