Carlos Urroz conversa con los propietarios de la colección Pecar

Actualidad 16 sep de 2007

por ARTEINFORMADO

       

Carlos Urroz conversa con los propietarios de la colección Pecar

La presentación en el CGAC - Centro Gallego de Arte Contemporaneo, de Santiago de Compostela (A Coruña), de parte de los fondos de la colección Pecar (en referencia a los nombres de sus coleccionistas, Pepa y Carlos) ha provocado una interesante conversación entre el comisario de la muestra, Carlos Urroz, y el matrimonio de coleccionistas, que está publicada en el catálogo y que, por lo singular del caso y -suponemos- el interés de nuestros lectores, reproducimos a continuación.

Bajo el título de "Una Conversación", Carlos Urroz, inicia así la presentación de la misma: "El matrimonio formado por Maria José Iriarte y Carlos Vallejo y yo nos conocimos a finales de los noventa cuando visitaron, en compañía de otros coleccionistas, la Galería Helga de Alvear, que yo dirigía ... Ese fue el inicio de una serie de conversaciones y diálogos sobre los artistas que nos interesaban y después han continuado no sólo en la galería, sino también en ferias y bienales. Desde el principio percibí que realmente les interesaba lo que hacían los artistas, que profundizaban en el verdadero sentido de las obras; pero de su interés por el coleccionismo no me di cuenta hasta pasados unos años. Habían comprado una fotografía de las fachadas de los edificios en Berlín, del artista berlinés Frank Thiel. Como muchos otros fotógrafos, Thiel, imprime sus obras en dos tamaños, uno de aproximadamente un metro de alto y otro de casi tres. La foto que ellos escogieron era de tamaño pequeño (aproximadamente 150 x 100 cm). Al poco tiempo me preguntaron si sería posible devolver la pequeña y quedarse con la tirada grande de la misma foto, pagando la diferencia. Comprendí que no se trataba de hacerse con la imagen, o de tener un Thiel, sino que su voluntad de coleccionar iba mas allá del mero conjunto de cosas adquiridas".

"¿Porque nos atraen las mismas obras y los mismos artistas a personas que vivimos en ciudades distintas, barrios distintos, y tenemos ocupaciones e intereses distintos? ¿Por qué coinciden nuestros gustos por determinados temas o maneras de tratarlos en una exposición o bienal? ¿Es la tradición de lo nuevo tan fuerte que nos arrastra a cualquier persona que acostumbre a ver exposiciones de arte contemporáneo? ¿Reaccionamos todos de manera similar a los impulsos de las revistas y publicaciones de arte que recibimos habitualmente? Estas son las preguntas que surgieron estudiando las piezas incluidas en su colección. Me comentaron que uno de los criterios para adquirir obra era que el artista fuera de su generación; más que un nexo de unión sobre el tema o el soporte (fotografía y vídeo mayoritaria pero no exclusivamente). Esto nos llevó a hablar sobre las referencias visuales de nuestra niñez y de la manera en la que habíamos accedido a las imágenes, sobre todo mediante la televisión y otros medios de comunicación"-

"Esta conversación y la exposición que ahora se muestra en el CGAC de Santiago de Compostela, es fruto de una complicidad y un diálogo sobre los temas y la selección de las obras que van a mostrarse de entre el total de las que componen de su colección. "Cuestión xeracional" pretende sumar individualidades para extraer un poso común a las personas nacidas en los años sesenta y setenta en el que aparecen los temas de la exposición. La ciudad, entendida como un conjunto de edificios pero también de personas y situaciones, donde las fachadas de Frank Thiel y Sarah Morris se contraponen a las imágenes de basura de Ester Partegàs y Vik Muniz; donde las zonas de juego de Pierre Huyghe y Carsten Höller nos llevan a la pintura abstracta de Sue Ling Wang y donde la imágenes de arquitectura son completadas por las personas que aparecen en el programa de vídeo "vidas urbanas" que completa esta sección. Incluye obras de Allora y Calzadilla, Slater Bradley, Regina José Galindo Muntean/Rosenblum, John Pilson, Sergio Prego, Julian Rosefeldt y Hans Schabus como si fuera una miniserie de televisión. Todos estos trabajos corresponden a una generación plenamente urbana, donde el paisaje natural es el de las calles y el campo es considerado como algo exótico, y siempre con fecha de vuelta.
De las series de ciencia ficción de la televisión, que nos permiten ver el futuro con diez años de antigüedad, procede la idea de agrupar a artistas tan dispares como Manu Arregui, Angela Bulloch, Tacita Dean, Mariko Mori o Bjørn Melhus. Son obras en las que las referencias temporales de pasado y futuro se mezclan, tanto el deseo de ver la arquitectura del mañana en el presente, como la arqueología de esta, son motivo de imágenes y referencias para estas obras. La tercera sala está dedicada a imágenes cuya tensión dramática anticipa acontecimientos que no explican, creando una curiosa visión del cuerpo y el individuo (Fikret Atay, Dr Lakra, Jon Mikel Euba, Pierre Gonnord, Sam Taylor Wood, Santiago Sierra, Eulàlia Valldosera…). Tanto por la composición como por el momento en el que están tomadas, las imágenes nos obligan a una segunda lectura, a completar un final abierto y a veces oscuro. Todo ello aparece en la exposición y creo que también en nuestras vidas, independientemente de nuestra situación personal". Y da inicio la entrevista:

¿Qué es para vosotros el coleccionismo: una pasión, un vicio, una forma de vida…?

Es un cúmulo de las tres cosas. Una pasión, porque si no la tienes no sentirías la necesidad de hacer tuyas esa obras y te limitarías a ir a museos y admirarlas sin intentar adquirirlas. Un vicio, porque en el momento en el que vivimos comprar arte puede ser considerado como un lujo aunque nosotros siempre lo enfocamos hacia el objetivo de que nuestras obras, en el futuro, estén reunidas en un museo o una institución en la que sirvan de referencia a otras personas. Finalmente, con la necesidad de saber más sobre el arte, empezamos a ir a ARCO cada año y aunque al principio comprábamos obras para nuestra casa, poco a poco, nos fuimos interesando por los artistas, lo que nos lleva a leer revistas, informarnos leyendo catálogos y revistas, viajando a ver exposiciones, de modo que ha acabado convirtiéndose en una forma de vida. Hoy en día nuestra vida, además de por la familia y el trabajo, se rige por el interés en el arte contemporáneo y nuestros viajes se dirigen a ferias y museos para conocer las obras y las instituciones. Llevamos catorce años aprendiendo y cada día queremos saber más. Eso es lo bueno del arte, que exige un continuo reciclaje.


¿Cuáles fueron las primeras obras que adquiristeis?

Las primeras obras que compramos iban destinadas a llenar las paredes de nuestra casa cuando nos casamos. Fueron de un pintor de la tierra, un artista con gran éxito entre el público de Santander. Se trataba de marinas, realizadas con un trazo muy ligero. Cuando nuestros intereses evolucionaron y le comentamos que quizás nos deshiciéramos de la obra se llevó tal disgusto que decidimos mantenerla, en parte, como muestra de la evolución de nuestro gusto e intereses. El día de mañana nos gustará ver como ha ido evolucionando la colección.

Os cito el caso de otro coleccionista que ronda los cuarenta años, Eugenio López, el creador de la colección JUMEX de México. El cuenta que en sus inicios compraba obras de pintores y escultores mejicanos. "Mis gustos empezaron a cambiar a medida que viajaba más al extranjero y visitaba un número mayor de museos. Recuerdo mi visita al Whitney Museum of American Art en 1994, donde quedé fascinado por las obras de los expresionistas abstractos. Fue entonces cuando empecé a coleccionar piezas hechas por grandes artistas de la década de los sesenta como Richard Serra, Jasper Johns, Donald Judd, junto con obras de otros artistas de mi generación con los que tenía muchas cosas en común. Y así es como empecé mi propia investigación del arte contemporáneo", dice. Corregidme si me equivoco pero, vosotros habéis seguido una evolución similar, de artistas nacionales pasasteis a los grandes nombres de la fotografía y ahora os interesan más las obras importantes de artistas de vuestra generación . ¿Es así?

Es cierto que la evolución en nuestra manera de tratar la colección ha sido muy rápida. Somos personas muy abiertas a lo que ocurre a nuestro alrededor. Nos hemos ido empapando, como esponjas, de la cultura de nuestro tiempo. Hemos evolucionado, incluso quemando etapas, desde los pintores de la zona, a los artistas nacionales, interesándonos más por los que mayor visibilidad tenían en el exterior. También viajando, primero a ARCO y luego a otras ferias y exposiciones en el extranjero, por eso la evolución hacia los artistas internacionales fue inevitable. Primero fueron los portugueses, después los de otros países europeos, hasta que ya no dimos importancia a la nacionalidad de los artistas. Nuestra colección no tiene un nexo común, ni por la nacionalidad de los artistas ni por el soporte (hay pintura, escultura, instalación, dibujo, vídeo…) El denominador común que podríamos encontrar es el generacional, ya que la mayoría de los nombres cuyas obras están en la colección han nacido a partir de los años sesenta. Aunque no es un factor excluyente. Hay también artistas nacidos con anterioridad a esta fecha a los que hemos incorporado a la colección por dar coherencia a una visión, como es el caso de las obras de los fotógrafos de la nueva objetividad alemana, que suponen una referencia importante en nuestra colección.

¿Coleccionabais antes otras cosas?

(Pepa) Yo no, pero por motivos circunstanciales. Nos mudamos varias veces. En cuanto empezaba a coleccionar algo nos cambiábamos de casa y teníamos que hacer selección de las cosas que nos llevábamos a la siguiente.
(Carlos) Yo he sido coleccionista desde siempre. Coleccionaba de todo: canicas, cromos, latas, chapas de botellas… Luego, ya más en serio, sellos y monedas. Así que cuando empecé con el arte lo cogí con una gran pasión.

¿Cuándo y cómo notáis, vosotros mismos, que pasáis de ser compradores de arte a coleccionistas?

Cuando empezamos a perder el miedo a la escala. Una vez que has completado las paredes de casa tienes suficientes piezas pero, aun así, sigues interesándote y comprando. Te das cuenta de que tu pasión está por encima del ver y disfrutar de las obras en tu salón o en tu casa. Comprendes que empiezas a comprar con una visión que va más allá del entorno doméstico. Lo que te importa es que sean buenas obras, independientemente de si son grandes o pequeñas, de que tengas un sitio para ellas o no. En ese momento, sabes que estás creando una colección, sientes que quieres ir un poco más lejos.
También cuando empezamos a enfadarnos ante la reacción de la gente que opina que estamos locos por lo que hemos comprado o colgado en nuestra casa. Eso nos hace preguntarnos qué es lo que nos lleva a tener interés por determinadas obras. No todas te llegan. Algunas, en cuanto las ves, son un flechazo. Otras, en cambio, por más que te expliquen que se trata de un artista interesantísimo, o que te quieran vender la obra, no consigues conectar con ella.

Sois muy jóvenes. Ese es un rasgo que os diferencia. Otros coleccionistas son personas de mayor edad, que han cumplido con la sociedad, el mundo laboral, la familia y el coleccionismo de arte les lleva a una nueva manera de relacionarse. Es una especie de "Síndrome de Diógenes" sofisticado que hace que viajen por el mundo para aumentar su colección. La Baronesa Marion Lambert, creadora de la colección de fotografía La venganza de Verónica se definía a sí misma como "acaparadora y pasto de los psiquiatras". Decía: "Desde que nací me he dedicado a reunir toda clase de objetos. Ya avanzada mi vida y puesto que mis medios económicos me lo permitían, me centré en el arte y sigo en ello. (…) Coleccionar es como seguir el hilo de Ariadna: una obra te lleva a otra y nuestra comprensión se beneficia de la constante búsqueda". ¿Estáis de acuerdo?

Es muy importante la capacidad que tienen los artistas de seguir sorprendiendo, de ofrecernos ideas nuevas que nos llevan a continuar coleccionando. También la multitud de soportes que abarcan el arte. Para nuestros hijos, que tienen cinco y ocho años, lo que nosotros valoramos parece que se les queda corto. Para ellos, el vídeo resulta fantástico. Aunque aprecien la escultura y la fotografía es como si necesitaran un vídeo para que les cuente algo más, para que les narre una historia. Parece que la generación nueva demanda estos nuevos soportes. Todo está en continua evolución y para seguir el desarrollo de la vanguardia ni podemos, ni nos permitimos, parar. Cada vez hay más artistas, jóvenes, de nuevos países, y hay que estar continuamente informándose, leyendo, mirando en internet, buscando referencias… Esta actitud es muy enriquecedora ya que nos da la oportunidad de estar al tanto de lo que se está haciendo.

En vuestro caso, en el que no se aplica esta teoría del síndrome de Diógenes, ¿qué os hace dedicar vuestro tiempo y dinero al coleccionismo de arte frente a otros fines o actividades?

A mi me parece altamente gratificante. No tenemos la sensación de estar perdiéndonos otras cosas. Eso es lo que nos llena, mientras que otra gente prefiere dedicar su tiempo al pádel. En cualquier caso, no renunciamos a otras aficiones. Hay que compaginarlo todo: el trabajo (porque si no, no hay colección) y los hijos, a los que hay que conseguir interesarles sin que lleguen a odiar el arte. Al estar continuamente llevándoles a museos y ferias hay dos opciones, o serán en el futuro grandes amantes del arte, o lo van a detestar…

En una entrevista, el productor de las películas de Andy Warhol, Peter M. Brant comenta cómo el galerista Bruno Bischofberger le dijo que debería coleccionar arte contemporáneo porque nunca tendría dinero suficiente para comprar pintura impresionista, donde, además, las mejores piezas estaban ya en museos. Si vosotros pudierais coleccionar arte de otro tiempo, ¿lo haríais o seguiríais comprando arte de vuestro tiempo?

Seguiríamos comprando arte de nuestro tiempo. Siempre. Nos gusta nuestra generación, los referentes que tenemos, la creación de los artistas actuales… Desde jóvenes hemos estado interesados por el diseño, la plástica del siglo veinte. El arte contemporáneo es lo más cercano a lo que hemos vivido. Quizás, si tuviésemos mucho dinero también compraríamos pintura flamenca y otras obras ya que disfrutamos por igual del arte de principios de siglo que de las obras y museos del siglo veintiuno. Cuando viajamos aprovechamos para ver todo tipo de exposiciones, desde Tintoretto en El Prado a las galerías de arte contemporáneo. No nos importaría tener un Miró o un Picasso ya que creemos que han sido imprescindibles a la hora de conformar la evolución del arte en el siglo veinte. Muchas veces cuando se habla de la fotografía y de su carácter documental se olvida como mucha de la pintura de los siglos quince a diecinueve tenía la misma función: reflejar los hitos y costumbres de una época. De todas maneras, siempre ha habido muchos pintores o fotógrafos dedicados a esta tareas pero muy pocos han tenido el genio suficiente como para influir en las generaciones futuras. Será el tiempo el que diga quiénes son los genios de nuestro tiempo.

Efectivamente, el tiempo es el mejor crítico de arte y el que dirá quienes han tenido importancia de cara al futuro. Vosotros aplicáis también el interés hacia la creación de vuestra época a otras disciplinas. Os interesan los aspectos contemporáneos de los muebles, la ropa, la literatura, la música. Además, sois socios de un restaurante en Santander y en el campo de la gastronomía ha habido grandes avances basados en procesos relacionados con la plástica: la desestructuración, las texturas y colores. ¿Os interesan también estos procesos?

Sí, mucho, sobre todo la arquitectura, especialmente la de la Bauhaus y los grandes diseñadores de este siglo, aunque ahí somos más conservadores, nos gustan más los de los años veinte y treinta. En cuanto a la gastronomía, ese es nuestro vicio. Bueno, no sólo el nuestro, ya que Ferrán Adrià estará presente en la próxima Documenta. Hoy en día hay una gran interrelación entre disciplinas y es difícil distinguir entre un buen diseñador, un artista, un escenógrafo. En los viajes procuramos abarcarlo todo: un museo, una buena ópera, el restaurante. Lo normal es que si te interesa uno de estos campos también te interesen los otros. Hoy en día todos ellos están muy interrelacionados.

Volvamos al coleccionismo: ¿Cuál es el proceso de decisión a la hora de elegir una pieza. Os interesa primero un artista y luego elegís la obra, o, por el contrario, es una pieza en una exposición o galería la que os lleva a conocer mejor la obra de los artistas?

Normalmente nos interesa primero el artista a través de la información previa que vamos obteniendo sobre su obra. Las ferias no las utilizamos mucho para comprar ya que suele haber pocas obras de los artista que te interesan, algo que también sucede en las exposiciones colectivas. Preferimos esperar a que el artista haga una buena exposición, aunque las ferias nos sirven para entrar en contacto con el galerista y hacerle saber nuestro interés por un artista determinado y preguntarle cuáles son las próximas exposiciones de este que van a hacerse. En realidad, hemos pasado por todo tipo de situaciones, desde comprar en una feria una obra de un artista que no habíamos planeado, hasta buscar durante bastante tiempo una que nos gustaba. A veces, en las ferias, es complicado comprar ya que en algunas, como Basilea, que es visitada por todos los conservadores de museos y los coleccionistas a nivel mundial, muchas obras están reservadas a las grandes colecciones e instituciones, por lo que es un ámbito más difícil para coleccionistas como nosotros. Hay veces que incluso las galerías se resisten a dar información. Una vez nos sentamos en el stand de una galería de Nueva York a pedir la información sobre precios de un artista y aunque nos tomaron todos los datos nunca nos la enviaron lo que solicitamos. Se trataba de obras de Matthew Barney…

¿Qué es lo que hace que os intereséis por un artista para vuestra colección?

Sobre todo las exposiciones. Hay exposiciones que te marcan. Muchas veces lees algo sobre un artista y comienza a sentirse el anhelo, pero cuando realmente aprecias la obra es cuando la ves, cuando te enfrentas a ella. A partir de ese momento arranca el interés por adquirir un trabajo determinado de ese artista. Si en el momento existe la obra y se puede, se compra. En otros casos, por el contrario, esperamos hasta encontrar la obra que realmente nos llena y nos gusta.

Dentro de ese proceso de decisión, hay distintas maneras de actuar: ¿sois compradores rápidos, por impulso, o por el contrario lo maduráis un tiempo (o al menos una noche)?

Normalmente, después de haber mostrado interés por alguien, son las galerías las que envían una propuesta de varias obras y empieza el "¿Cual te gusta a ti?", "¿y a ti?". A veces es complicado elegir una obra entre los dos. Por ejemplo, en el último artista sobre el que estamos decidiendo la selección de cada uno ha sido distinta, pero, al final, llegamos a un consenso después de valorar las características de cada pieza. En otras ocasiones, si tenemos los medios, compramos las dos. Esa es la mejor situación, así no discutimos. En lo que sí coincidimos es en que a los dos nos gustan las imágenes muy lineales, limpias y racionales. La arquitectura de la Bauhaus. Quizás sea por que -aunque no creo mucho en el horóscopo- los dos somos Virgo que dicen que somos muy racionales. En unos casos nos interesan las obras más representativas de la carrera del artista, en otros son momentos concretos de su obra los que nos atraen y no podemos renunciar a ellos aunque no se trate de las piezas más características. Por lo general lo meditamos y lo valoramos, en un sentido o en otro. Lo que también nos hace ilusión es descubrir que la obra que hemos elegido empieza a aparecer en otros catálogos y publicaciones. Preferimos que sea una obra conocida y publicada a una inédita. Eso nos lleva a acumular toda la documentación posible sobre el artista y su obra. En nuestra casa los catálogos se acumulan en las mesas hasta convertirse en una gran instalación de libros de arte y otras publicaciones.

En vuestra colección, en la mayoría de los casos, hay una obra de cada artista. Una vez incorporado un nombre a vuestra colección, ¿seguís su carrera con la posibilidad de incorporar otras piezas o por el contrario dais por cerrado el interés en ese artista?

Por lo general una vez adquirida una pieza seguimos el proceso creativo del artista, documentando su evolución, consiguiendo catálogos de sus exposiciones. Nos gustaría tener más de una obra de cada autor pero la oferta es tan amplia que es difícil renunciar a otros nuevos. En cualquier caso, hay varios nombres en la colección representados con dos y tres obras, piezas compuestas por un conjunto de trabajos, porque parece que piden mostrarse juntos. Cuando vimos tres fotos del artista chino Yan Fudong decidimos que tenían que permanecer juntas porque así se entendía mejor la obra.

¿Os gusta tratar con los artistas? ¿Lo hacéis?, ¿lo buscáis?

Nos encantaría, pero a veces, está limitado por el tiempo y el idioma. Aunque, por lo general, nos gustaría que nos contaran más sobre su obra. Por el contrario, no es el trato con el creador o el hecho de que nos caiga simpático lo que nos hace comprar su obra. Además, cuando una obra te la tienen que explicar mucho, malo. La obra debe de llegarte sin necesidad de mucha explicación, aunque luego esta sirva para darte claves sobre ella.

La mayor parte de las obras que coleccionáis son fotografía y vídeo. ¿Por qué?

No ha sido buscado, es bastante circunstancial. Ha habido unos años en los que la pintura estaba menos representada en museos y galerías y era la fotografía el medio más utilizado por los artistas, por lo que, hasta el momento, ha coincidido con los años más importantes para nuestra colección. Últimamente, hay un regreso a la pintura como soporte y eso se ha notado en la última edición de ARCO en la que se ha visto mucha pintura. También nos afecta el hecho de que la pintura es bastante más cara.

En vuestra colección hay piezas (Angela Bulloch, Hernández Díez, Jan de Cock…) que nunca habéis montado en vuestra casa. Me gustaría que explicarais para qué se compra una cosa que va directamente a un almacén y que no se ve más que en foto, o cuando hay una exposición del artista.

Es irracional. Las exposiciones, como esta que nos ofrece el CGAC, son el momento en el que se consigue apreciar esas piezas y admirar el encanto que un día nos hizo comprarlas. Es la ocasión en la que las puedes ver bien colgadas e iluminadas y cómo se relacionan con las otras de la colección. Además permite compartir lo que te impulsa y guía con otra gente y ver si lo que estás haciendo tiene una coherencia y sirve para algo.

Fue en Santander, en la Fundación Marcelino Botín, donde se celebró la anterior exposición con fondos de vuestra colección. La muestra se titulaba "Los lugares de lo real" y era una selección de fotografías de los más prestigiosos artistas internacionales. ¿Cuál fue el balance de haber hecho esa exposición?

Muy contentos. Tuvimos opiniones muy positivas sobre la exposición por parte de gente joven y de nuestra edad, de alumnos de bellas artes o becarios de la Fundación que por fin pudieron ver una selección de obras de artistas internacionales como Doug Aitken, Olafur Eliasson, Nan Goldin… sin salir de Santander. La comisaria era una amiga y organizó jornadas de puertas abiertas en las que explicaba la obra a los visitantes e incluso nosotros aprendimos cosas en esas jornadas. Estuvo muy bien. En aquella ocasión no se presentó la colección como nuestra sino de una manera anónima, como si de una colectiva se tratase. Aunque alguna gente lo sabía y nos felicitaba.

¿Por qué os interesa hacer exposiciones? ¿Cuáles son vuestras expectativas de hacer una exposición?

En la actualidad, en muchas de las ciudades de España, ya hay un centro de arte o museo de arte contemporáneo donde se pude hacer una exposición, por lo que nuestra motivación no es solo ver las obras que no hemos llegado a tener colgadas nunca, sino también compartirlas con otra gente, hacerlas accesible a nuevos públicos, dar información. Hay trabajos de algunos artistas que no hemos tenido ocasión de ver al natural hasta que no hemos hecho un viaje, por lo que apreciamos mucho cuando una exposición nos acerca dichas obras a casa.

Entiendo que cuando se adquieren las obras de una en una, siguiendo como impulso los motivos personales de cada momento, que venga alguien ajeno y haga una división por temas, os puede dar la impresión de que se trata de algo forzado, pero me parecía una manera de hacer comprensible la colección al público que visite la exposición. ¿Pensáis que estos tres temas se hallan presentes en vuestra colección?

Puede que sí, ya hemos hablado de nuestra fascinación por la arquitectura y es verdad en que muchas de las obras en las que aludes a la tensión se encuentran en nuestro salón.

Otro de los temas está relacionado con la ciencia ficción y el paso del tiempo. Yo siempre creo que es por toda esta cultura relacionada con el futuro, las estrellas… Os gustan este tipo de series y películas? ¿Creéis que se refleja en vuestra colección?

La primera película que vi en el cine fue La Guerra de las Galaxias, me pareció fascinante, y hoy, después de toda la saga, sigo pensando que pese a que cuenta con muchos menos recursos que las que le siguieron, siempre será la mejor. Sí es cierto que la gente de nuestra generación ha mostrado interés por el mundo futuro. ¿Qué podía ocurrir en el próximo siglo? ¿Qué sería de nosotros en el año 2000?, probablemente hemos vivido el siglo de mayor evolución técnica para el hombre; nosotros nacíamos cuando el hombre conseguía pisar la luna. ¿Cómo no iba a estar todo esto en nuestros gustos? Aunque no se trate de algo premeditado probablemente aparece o se detecta en más de una obra.

El conjunto de estas preguntas nos lleva a la cuestión del inicio ¿Existe una estética común a una generación?

Quizás el término estética común no sea el acertado pues hoy en día las opciones estéticas son infinitas. Hace treinta o cuarenta años éramos todos estéticamente más iguales. Sin embargo si entendemos la pregunta como la alusión a unos referentes comunes que nos han marcado y que, subliminalmente, hace que nuestra generación se reconozca en una estética determinada en la que la mayoría coincidiríamos, entonces sí, sin duda alguna. Es decir, nos vemos reflejados en las obras de ciertos artistas que al final han recibido una información similar.

¿Qué diferencias encontráis en la iconografía de nuestra generación cuando se compara con la de la inmediatamente anterior?

Por una parte nuestra generación aporta nuevos soportes audiovisuales multimedia así como la posibilidad de trabajar en la red. Quizás este sea el mayor cambio que se ha producido, mientras que la generación anterior, probablemente, haya tenido que verse en la obligación de revisar y replantearse todas las definiciones y conceptos establecidos del arte, como es el caso de una generación de ruptura y desafío, Duchamp, Manzoni, Klein, Beuys…

¿Pensáis que es distinta la manera de mirar y los temas de referencia de las personas más jóvenes?

La mayor diferencia puede radicar en el cambio de valores hacia una mayor apertura y libertad, lo cual se refleja en las obras al tratar ciertos temas como política, sexo… Por otra parte, pensamos que es importante el manejo de las nuevas tecnologías, ordenadores, videoconsolas, etcétera, lo que supone también individualidad a la hora de trabajar y de enfrentarse a la sociedad.

¿Cuales son vuestras ciudades preferidas, a las que volveríais todos los años?

Muchas, desde luego, relacionadas con el coleccionismo, encabezaría la lista Basilea, imprescindible por la información que recibes y por su feria de arte. Berlín por su dinamismo, Londres por su innovación, Nueva York es un enorme escaparate de lo que ocurre en el mundo artístico.

¿Hay alguna de las obras que os interese especialmente de entre las que hemos visto y que tengáis especial relación con ella?

Personalmente, la de Pierre Gonnord ya que fue un regalo especial en un momento tan importante como el de ser madre; al verla sentí un flechazo, me pareció ver reflejado en la obra un amor pleno, de entrega y confianza. Con mi primera hija también tuve la suerte de encontrar un Jonathan Lasker que igualmente me conmovió. Excluyendo éstas, que puntualmente son significativas, cada obra adquirida tiene una implicación muy personal a la hora de valorar, elegir y determinar su compra.

Hay una definición de colección que dice: "Colección es una cosa que se compra de una en una y se tira toda junta". Aplicado al mundo del arte contemporáneo habría que decir "y se vende toda junta". ¿Dónde veis vuestra colección dentro de cincuenta años, en un museo, en casa de vuestros hijos, en una casa de subastas?

El futuro son nuestros hijos, conseguir que ellos amen el arte. La idea de los dos es que toda la colección, con el paso de los años, pueda ser patrimonio de nuestra ciudad o de nuestro país, aunque no consideramos límites geográficos a la hora de pensar en el posible destino final de la misma. La idea es que se mantenga agrupada y que se pueda mostrar junta en el futuro.



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