Entrevistas 19 jun de 2020
por Gustavo Pérez Diez
Cortesía de Marcelo Expósito. Fotógrafo: Ángel Sarmiento.
Se trata de una serie de conversaciones de Expósito con cinco reconocidos intelectuales, artistas o activistas que ocurrieron durante el confinamiento en varias ciudades del mundo debido a la cuarentena global por la pandemia de la COVID-19.
Es un proyecto producido para El Aleph. Festival de Arte y Ciencia de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) con la colaboración de Galería Àngels Barcelona, La Maleta de Portbou. Revista de Humanidades y Economía, Revista CTXT y Nodal (Noticias de América Latina y el Caribe).
Con el artista, docente, ensayista, activista y político español Marcelo Expósito (Puertollano, Ciudad Real, 1966) continuamos la nueva serie informativa #AlEncuentroCon... con la que intentamos buscar la muy necesaria complicidad de galeristas, artistas, curadorxs, coleccionistas y gestorxs culturales para tratar de visibilizar pero sobre todo comprender mucho mejor sus nuevas y distintas iniciativas, tanto en solitario como aquellas en colaboración.
En esta segunda entrega abordamos "La pandemia en germinal. Conversaciones sobre un mundo en cuarentena", un proyecto ideado y realizado por Marcelo Expósito y con la edición de sonido de Rubén Coll, que comprende una serie de cinco conversaciones con intelectuales, artistas o activistas de la talla de Franco "Bifo" Berardi, Manuel Borja-Villel, Helena Maleno, Nelly Richard y Ana Longoni, en las que se reflexiona sobre la crisis en curso como "un punto de inflexión general donde las fragilidades serán el fundamento de nuestras nuevas certezas", según Expósito. ¡Sin más, descúbranlo!
ARTEINFORMADO (AI): ¿Se declara la pandemia y se despierta en ti la necesidad de llevar a cabo este proyecto de conversaciones telemáticas con intelectuales, artistas o activistas?
Marcelo Expósito (ME): Cuando se desencadenó la pandemia no sentí necesidad de elaborar este proyecto ni ninguna otra tarea creativa o discursiva porque mis primeros esfuerzos, como en el caso de tanta otra gente, se dirigieron prioritariamente a procurar protegerme y colaborar en sostener las redes de cuidado alrededor mío. Yo entré en confinamiento por decisión propia varios días antes de que se declarase el estado de alarma: venía arrastrando muchos viajes de trabajo y actos públicos, empecé a sentirme muy cansado y febril, y tengo además a mi familia nuclear separada en tres países de dos continentes así como muchas amistades en ciudades tan afectadas como Madrid. De manera que las primeras semanas se concentraron en esto. Pero hubo un momento a partir del cual empecé a percibir una disociación muy frustrante entre la riqueza de las conexiones íntimas y privadas, la capacidad que mi entorno y mis redes estaban desplegando de cuidar y al mismo tiempo ir elaborando la experiencia a través tanto de lo intelectual como de las emociones, y frente a eso, la superficialidad o la precipitación de mucha de la producción pública de carácter intelectual o artístico que estaba circulando. También a lo largo del mes de marzo se desencadenaron vertiginosamente alrededor mío los contagios graves e incluso las muertes, y fue a partir de ese momento cuando decidí que una parte de mi esfuerzo debería destinarse a construir alguna herramienta para procesar en tiempo real nuestra experiencia del dolor y el duelo, pero también del cuidado de la vida y la esperanza. Algún tipo de útil más formalizado y compartible que las relaciones privadas, pero menos solidificado que los habituales actos o discursos públicos. Que permitiera sobre todo elaborar nuestra experiencia colaborativamente, por eso se trata de conversaciones y no de textos escritos solamente por mí o por otras personas individualmente.
AI: De forma breve, si tuvieses que quedarte con una reflexión, idea o mensaje de cada una de las cinco personas entrevistadas hasta ahora, ¿cuál sería?
ME: Que durante esta cuarentena provocada por la pandemia hemos experimentado más que nunca nuestra capacidad de pensar a través de la sensibilidad y de sentir emocionalmente la potencia de las ideas que resultan simultáneamente útiles y bellas. Esto es lo más precioso que se está manifestando en cada una de las conversaciones que estamos manteniendo.
AI: ¿Y si hubiese que extraer una conclusión/reflexión sobre todo lo conversado?
ME: Que estamos atravesando un punto de inflexión general donde las fragilidades serán el fundamento de nuestras nuevas certezas. Por lo menos de las certezas que tendremos que oponer tanto a los nuevos autoritarismos emergentes como a las viejas formas de autoridad, sean políticas, institucionales, intelectuales, académicas, etc. Y la fragilidad solamente se podrá transformar en fortaleza mediante la cooperación. Hay que desarmar el tipo de relaciones sociales competitivas y depredadoras que ahora más que nunca sólo lograrán producir un daño y un dolor que ya no podemos soportar por más tiempo.
AI: Está producido para el Festival El Aleph de la UNAM y, además, cuentas con distintos colaboradores como la Galería Àngels Barcelona, La Maleta de Portbou. Revista de Humanidades y Economía, Revista CTXT y Nodal (Noticias de América Latina y el Caribe). ¿Fue sencillo convencerles? ¿Vais a continuar con más entrevistas?
ME: La red de producción y publicación del proyecto se ha ido encadenando de una manera bastante rápida y muy fluida. La Galería Àngels Barcelona me propuso elaborar una versión virtual de la exposición "Las imágenes toman la palabra", que habíamos inaugurado en febrero y cuyo desmontaje se vio suspendido por el sobresalto de la pandemia y la cuarentena. Hicimos esa versión virtual de la exposición, pero además les trasladé mi deseo de producir un proyecto que, como te explicaba en la primera respuesta, conectara con la situación general de una manera sensible y a la vez analítica. A través de la galería, por mediación también del Museo Universitario de Arte Contemporáneo (MUAC) -con quienes preparo una exposición retrospectiva de mi trabajo para el año próximo- y con mis propios contactos, fuimos armando la red de colaboración. En primer lugar, con El Aleph, el Festival de Arte y Ciencia organizado por Cultura UNAM -quienes estaban pensando en cómo trasladar a formato virtual su modelo habitual de encuentro presencial- llegamos a un acuerdo para producir seis conversaciones. Acabamos de renovarlo, así que produciremos seis más que se emitirán hasta principios de septiembre. Y con el resto de las plataformas de publicación digitales o impresas llegamos muy pronto al acuerdo de que fueran publicando las conversaciones en versiones escritas según se fueran produciendo. Todos los colaboradores han sido muy generosos con este proyecto, aceptando incluso unos márgenes de flexibilidad inevitables dadas las circunstancias tan inestables que estamos atravesando. El proyecto comprenderá en total unas 15 conversaciones que serán finalmente publicadas en formato libro. Tengo previsto también realizar con las voces y otros materiales grabados una gran pieza sonora, una elegía global que estará pensada para ser experimentada por el público en salas de cine o de teatro a oscuras. Se tratará de algo así como de una película sin imágenes o de una obra escénica sin presencia actoral.
AI: Finalmente, como artista y activista, nos gustaría conocer tu opinión sobre las perspectivas -en un futuro post-COVID-19- cuando pensamos en política y gestión cultural, economía de la cultura y política para las artes en España y Latinoamérica, ya que conoces bien las problemáticas de ambas.
ME: Resultará literalmente vital, en primer lugar, que implementemos un programa de reconversión institucional general basado en principios ecofeministas y que revierta la pervivencia histórica de las relaciones de colonialidad entre los pueblos. Creo que este principio debe servir tanto para los museos como para las relaciones entre gobiernos o Estados. En segundo lugar, me parece que tendremos que mantener un pulso global -seguramente poco amable en algunos momentos- para que se imponga este sentido común: es imprescindible ejecutar una redistribución de la riqueza que se produce socialmente de manera colectiva. Hemos comprobado en estos meses, por ejemplo, cómo las formas de trabajo menos valoradas y que venían retribuyéndose de manera escasa o nula, son precisamente aquellas que producen lo que nos resulta más rico: la vida misma. Por lo tanto, debemos prolongar esta modificación que se ha producido de nuestra percepción sobre qué resulta más importante y cómo tenemos que disfrutar equitativamente de todo aquello que resulta necesario y bueno para todas y para todos. Reconstruir los contratos sociales, en suma. En tercer lugar, con respecto a las prácticas artísticas, creo que podríamos entrar en una tercera fase de desmaterialización semejante a las otras dos que acaecieron en la historia del último siglo, alrededor de los años 20-30 y los 60-70. Pero en torno a cómo desmaterializar el trabajo del arte se librará sin duda un pulso. Una cosa es el tipo de aligeramiento de los modos de producción que ha experimentado el capitalismo con su progresiva automatización, digitalización, semiotización, etc., que comenzó con la revolución neoliberal en los años 70 y se ha ido profundizando con la globalización. Sus consecuencias las estamos viviendo ahora, fundamentalmente desde la crisis de 2008 por el estallido de la burbuja financiera y ahora por el colapso de la salud pública. Otra cosa diferente será la desmaterialización del trabajo del arte basado en un nuevo tipo de relaciones sociales y de producción ecofeministas y descoloniales. En ese proceso me parece que vamos a entrar inevitablemente por los efectos de la crisis simultánea de la economía globalizada, la salud humana y el equilibro planetario.
Enlaces recomendados:
http://culturaunam.mx/elaleph/podcast-la-pandemia-germinal/
https://open.spotify.com/episode/5LUbLTKj4s2eOfvXe7ShFj
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