Nuevos Medios 13 jun de 2016
por Sara Valverde Muñoz
\"We see in every direction\' (vemos en todas las direcciones) (2013) por Jonas Lund.
La era del post-internet nació, en el mundo del arte, allá por 1994, año en el que la mayoría de los autores coinciden en que aparecen las primeras obras, cuyas características encajan en el net.art.
¿Hasta qué punto la era postinternet está condicionado la creación actual? Como el que espera el like a su publicación, las respuestas quizás vayan llegando a golpe de enter.
El término postinternet, usado públicamente por Marisa Olson en el 2008, sirvió para definir el modo de operar en los tiempos que vivimos, sumergidos en un comportamiento virtual y digital. La creación también se nutre de ello.
Tweet, post, blog, like, hashtag, trending topic, y un sinfín de términos más han pirateado nuestro vocabulario y comportamiento cotidiano en la última década. Un periodo en el que las redes sociales se han multiplicado, mientras nosotros nos readaptábamos a los nuevos usos y lenguajes específicos de cada espacio virtual. No es lo mismo Instagram que Twitter; ni Facebook que Flickr. Los modos de actuación, el diálogo entre los usuarios y los intereses en cada práctica, distancian a uno del otro.
Sin embargo, la asimilación de estos conceptos ha sido prácticamente instantánea y sin la falta de ningún manual de instrucciones. En este sentido, se debe en parte a la práctica cotidiana, casi por inercia, de utilizar las redes sociales, si no es a cada hora, cada mañana, mediodía y noche. Por ello -excepciones aparte-, desde que conectamos con esta nueva cultura de la red, el cambio se trasladó a nuestra conducta y percepción de la realidad, lo que evidenció de manera determinante el porvenir de otros tiempos en los que hoy en día navegamos: la era del post-internet.
El mundo del arte, como filtro crítico y catalizador del cambio, también lo hizo por entonces en algo que conocemos como net.art; surgido mucho antes de la revolución social de las redes, pero ya con la premisa de presentar el soporte digital y el universo de internet como material para analizar y desde el cual crear. Si tuviésemos que poner una fecha como punto de partida, sería, quizás, 1994. Año en el que la mayoría de los autores coinciden en que aparecen las primeras obras, cuyas características encajan en este net.art –término acuñado un año después por el artista esloveno Vuk Cosic-, al ser trabajos entendidos desde el espacio de la red. Entre otras, destaca la pieza de Antoni Muntadas, The File Room.
En apenas cuatro años se fueron sumando museos -The Walter Art Center (Minneapolis, Minnesota) o el Museo Guggenheim de Nueva York-, que pensaron en programas y departamentos específicos para investigar y fomentar la creación en la red. También convocatorias como los Prix Ars Electronica de 1995 o la Documenta Kassel de 1997 incluyeron en sus respectivas selecciones, piezas bajo las pautas de internet.
Más de una década después, el debate está servido con la confusión que despiertan los numerosos términos que encasillan la creación formulada con las nuevas tecnologías: Cd art, computer art, videoarte, software art, hasta el net.art o arte de internet. Precisamente en lo que a éste respecta, debemos señalar una distinción obvia y clara entre el arte en internet y el net.art. El primero como la creación, los trabajos artísticos, que utilizan la red para su promoción mediante las páginas webs (museos, web de artistas, plataformas de difusión etc…); mientras que en el segundo, es la red su principio y fin de existencia.
Pero este artículo no mira por indagar trabajos para clasificar en uno u otro bando, sino toma como punto de inflexión el término postinternet. Un concepto que fue utilizado por primera vez en público por Marisa Olson (1977 Habsburgo) en la entrevista que le hizo Regine Debatty de la revista estadounidense We Make Money Not Art en el 2008, y en el que se refirió a éste como el momento presente capitaneado por otras perspectivas sociales, filosóficas, culturales, antropológicas y políticas, a raíz de la existencia de internet.
Esta artista, aunque también curadora de la plataforma Rhizome desde el 2005, en favor de la creación y la cultura digital, y teórica en este campo, se declaraba por entonces como “una friki, siempre obsesionada con la comunicación mediática de la cultura pop”. De esta inquietud construyó su famosa obra “American Idol”, a partir de la cual su nombre empezó a ser escuchado. En este proyecto artístico, continuado a lo largo de tres meses en el 2004, Marisa Olson parodió el mismo reality show televisivo del que tomó el nombre para el título de la pieza, y al que muchos creyeron que optaría con la audición que parecía estar ensayando y cuyo proceso mostraba en su blog.
“A pesar de que publiqué a través del New York Times un artículo sobre los propósitos de este blog, mucha gente al final se desilusionó al conocer la verdad: todo resultaba ser una parodia del programa. Lo cual, esta confusión creada a la que se engancharon los internautas, me maravilló. El fin del proyecto era criticar el show y la normativa de estereotipos que aparecen en este tipo de concursos. También, aludir a los derechos del trabajo del artista que muchas veces son violados por las exigencias de los productores”, explicaba Olson en la entrevista. Esta perfecta combinación entre la realidad, la crítica y la ficción, a la que añadió un sistema democrático de votación para que los seguidores decidiesen ciertas pautas de actuación de la concursante ficticia, no supuso más que el aliciente para continuar con el filtrado de la red como inspiración.
La idea de blog como lienzo donde construir pensamiento crítico digital, tan en boga y extendido hoy sobre diferentes ramas de conocimiento, fue la extensión idónea desde la que continuó actuando Marisa Olson. Dos años después de la mediática pieza audiovisual, cofundó el blog Nasty Nets, como comunidad de internautas, desde el cual proponían celebrar y criticar todo lo que proporcionaba la cultura de internet. A tenor de ello, junto al artista Abe Linkoln, Olson vuelve a hacer de las suyas, y toma el planteamiento del álbum musical para reformular una misma recopilación de voces y géneros, pero en esta ocasión desde el escenario de los blogs, bajo el título “Abe and Me Sing the Blogs”.
El mismo año se publicó en Time Out NY la mesa redonda en la que la artista había participado junto a otros creadores para discutir sobre sus respectivas prácticas artísticas en Internet. Olson sentó los principios que posteriormente desarrollaría en su ensayo “Arte PostInternet”, editado por COCOM (México) -proyecto en curso de curaduría editorial- en el 2014, y en el que deja testimonio del transcurso de encuentros y hechos que han constituido su pensamiento de la cultura postinternet. Entonces, en el 2006, aclaraba que tanto su trabajo dentro de la red como el presentado fuera de ésta, “tiene lugar a partir de internet. Aquí ‘a partir de’ puede significar tanto ‘el estilo de’ como ‘después de’. Recojamos el explotado concepto de ‘postmodernidad’ para comprenderlo no sólo como el fin de la modernidad, sino lo que acaece a partir de ella desde un reconocimiento crítico”.
Cabe señalar además a Thomas Beard, también curador en Rhizome, y al comisario Gene McHugh, como imprescindibles en la construcción y aplicación del término postinternet en el arte. Para Beard se trata de “la manera de asumir el énfasis de internet y la tecnología, al tiempo que mantengo intactas mis ideas (sobre ello)”; para McHugh, a quién la Fundación Warhol dotó de una beca de investigación para contextualizar e historiar estos planteamientos en la creación contemporánea, entiende que internet “ya no es tanto una novedad como una banalidad, una presencia ya dada, y no tanto un fenómeno extraordinario”.
Sin embargo, estas dos líneas nos pueden despertar y remitir a ciertas cuestiones sobre el alcance total que produce el efecto de la era postinternet en la creación actual. Si tenemos en cuenta, como asiente Marisa Olson, que las obras más allá de la red, mientras nos dirijan a ella, también se encuentran bajo el paraguas del arte postinternet, podemos preguntarnos, ¿hasta qué punto la era postinternet está condicionado la creación actual? ¿Existen muchas más obras y artistas, en los cuáles se podrían descifrar las condiciones y el pensamiento de internet oculto en el modo de operar? ¿Cómo afecta a la estética la escena local en diálogo con la comunidad universal y globalizada que nos transmite internet? Como el que espera el like a su publicación, las respuestas quizás vayan llegando a golpe de enter. Por Sara VALVERDE
Fuentes:
OLSON, M. (2014). Arte Postinternet, México: COCOM.
Cilleruelo, L y Baigorri, L. (2005). Net.art: una aproximación a la primera década de arte online, Brumaria.
Debatty, R. (2008). “Interview with Marisa Olson”, We make money not art, marzo, [en línea]
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