25 años de «Generaciones» en La Casa Encendida

Crítica 20 mar de 2025

POR JUAN JOSé MATEOS

       

Vista de instalación de la pieza «Aphantasia» de Elián Stolarsky. Fotografía por Maru Serrano. Imagen cortesía de La Casa Encendida

Vista de instalación de la pieza «Aphantasia» de Elián Stolarsky. Fotografía por Maru Serrano. Imagen cortesía de La Casa Encendida

El programa «Generaciones» de la Fundación Montemadrid celebra 25 años apoyando el arte emergente en España con una doble exposición: Generación 2025, que presenta a ocho jóvenes creadores, y Veinticuatro años y un día, un recorrido temático por su legado. El crítico e investigador Juan José Mateos reflexiona en torno al diálogo intergeneracional identificando ciertos vacíos temáticos y abriendo preguntas en torno a la posibilidad de construir puentes genuinos entre generaciones cuyas preocupaciones y contextos difieren.

Impulsado por la Fundación Montemadrid, el programa Generaciones alcanza este año 2025 su cuarto de siglo de existencia bajo el objetivo de ofrecer una plataforma para mostrar el trabajo de jóvenes creadores en España. La conmemoración de este aniversario tiene lugar en forma de una doble propuesta expositiva al coincidir la edición anual (Generación 2025, visitable hasta el 20 de abril) con una puesta en valor de su legado (Veinticuatro años y un día, hasta el 29 de junio), ambas en La Casa Encendida.

Fiel a su compromiso con el mecenazgo del arte contemporáneo español, la selección anual presenta ocho propuestas que conforman el corpus de su vigesimoquinta edición. Noela Covelo Velasco, Marina González Guerreiro, Tana Garrido Ruiz, Mar Reykjavik, Álvaro Chior, Elián Stolarsky, Javier Velázquez Cabrero e Isabel Merchante son les ocho creadores menores de 35 años seleccionades este año. De esta cosecha 2025 destacan especialmente cuatro propuestas. La primera de ella es Aphantasia de Elián Stolarsky, trabajo que nace de la necesidad de la propia artista de cristalizar la memoria de los vejámenes padecidos por sus ancestros a través de una plástica no representacional, optando por una exploración emocional a través de lo textil. Stolarsky es una autora cuya memoria no tiene imagen, alguien sin la capacidad de visualizar el pasado, y en parte es por ello por lo que emplea retazos de tela para conformar un cálido collage conmemorativo. Por otro lado, el videoensayo To the wind de Mar Reykjavik supone una reivindicación de las voces —y las lenguas— acalladas, un trabajo que no podría resultar más necesario en el momento actual, pues vivimos hoy en un contexto dominado por el tecnoimperialismo donde las dinámicas globales perpetúan la homogeneización cultural y la subordinación de las lenguas minoritarias frente a la hegemonía del inglés como lingua franca. To the wind denuncia las políticas de homogeneización lingüística con las que el franquismo intentó silenciar el catalán, jugando la autora con los errores de traducción y los fragmentos no censurados de la canción Al Vent de Raimon. Desde una aproximación no tan afectiva pero no por ello menos punzante, Isabel Merchante arremete contra la uniformidad estética de la imaginería sintética de nuestros días con el alarde técnico de One day I saw the sunset ten thousand times, pieza en la que emplea un fúlgido brazo robótico para proyectar diez mil atardeceres asépticos y autorreplicados. Finalmente, sobresale la invitación de González Guerreiro a pensar otras forma de habitar el tiempo, desafiando la tiranía de su cuantificación utilitarista con un rudimentario dispositivo de medición, Lo que tarda un ______ en caer al ______, un amalgama de ábacos, clepsidras y péndulos ajenos a la precisión cronométrica de nuestras mediciones contemporáneas.

Vista de instalación de la pieza «Lo que tarda un ______ en caer al ______» de Marina González Guerreiro. Fotografía por Maru Serrano. Imagen cortesía de La Casa Encendida

Vista de instalación de la pieza «One day I saw the sunset ten thousand times» de Isabel Merchante. Fotografía por Maru Serrano. Imagen cortesía de La Casa Encendida

Exponiéndose de forma simultánea a Generación 2025, Veinticuatro años y un día busca huir de la sumarización cronológica para articular cinco ejes temáticos en torno a los que se agrupan la pléyade de trabajos recuperados con motivo del aniversario: retrato, paisaje, costumbrismo, bodegón e historia se presentan como una deconstrucción subversiva de los géneros reglados de la academia. La elección de estos vectores para sustentar el recorrido es una declaración de intenciones por parte de Rocío Gracia Ipiña, curadora de este recap cuya naturaleza autoreferencial pesa demasiado sobre la narración expositiva. La muestra se perfila como un ejercicio de reflexión sobre la trayectoria del programa Generación y, por extensión, sobre el devenir del arte español contemporáneo. Ejercicio que, si bien propicia algunas revelaciones sobre la evolución del panorama artístico patrio, conlleva un cierto ensimismamiento que desatiende las experimentaciones más disruptivas de la praxis artística contemporánea. 

Pese a la voluntad de hallar transversalidades entre las distintas progenies a través de los cinco géneros aglutinadores, sería ingenuo soslayar el innegable influjo que el factor generacional ejerce sobre la configuración de este compendio. La selección, que abarca creadores nacidos en un arco temporal que se extiende desde 1964 hasta los albores del nuevo milenio, no puede sino reflejar las singularidades de cada cohorte. Este espectro cronológico tan dilatado imprime su huella en la diversidad de aproximaciones, técnicas y temáticas compendiadas, haciéndose visible una brecha entre los trabajos producidos durante la primera década de este siglo y las obras generadas a partir del año 2010. Y es que, si algo puede constatarse con este echar la vista atrás de 24+1, es el hecho de que la crisis del 2008 supuso en España un quiebre económico, político y social, pero también cultural, afectando a la —ya de por sí precarizada— producción artística emergente en los años inmediatamente posteriores al reventón de la burbuja inmobiliaria. Teniendo además en cuenta que el programa en torno al cual gira esta antología estuvo organizado por La Fábrica bajo el auspicio de la extinta Caja Madrid hasta el año 2011 —momento de la reestructuración del sistema financiero nacional—, Veinticuatro años y un día se ve irremediablemente condicionado por la propia intrahistoria de Generaciones. A partir de su duodécima edición, el certamen experimentó una reducción que resultó en cambios sustanciales en su estructura y alcance, con una merma en el número de premios y una disminución en la cuantía de los mismos. 

Vista general de la exposición «Veinticuatro años y un día», La Casa Encendida, 2025. Fotografía por Maru Serrano. Imagen cortesía de La Casa Encendida

Vista general de la exposición «Veinticuatro años y un día», La Casa Encendida, 2025. Fotografía por Maru Serrano. Imagen cortesía de La Casa Encendida

Este tan significativo downsizing se entrelee en 24+1, intuyéndose los vacíos y escaseces que sufre la colección Montemadrid. La presentación adolece de relatos robustos en torno a las urgencias del siglo XXI, pues no abundan las obras que dialoguen con la crisis climática, las identidades de género y afectivo-sexuales disidentes o la condición diaspórica de les creadores más jóvenes, una falta que redunda en un mayor protagonismo de aquellas propuestas que se sumergen en las aguas solipsistas de la autorreflexión artística. No obstante, sería injusto afirmar que estas temáticas están completamente ausentes. Nombres como Andrea Canepa, Nora Aurrekoetxea o ¥€$Si PERSE representan estas inquietudes político-sociales contemporáneas, mientras que veteranos como Alberto Peral, Federico Guzmán o Daniel Verbis encarnan ese arte más aislacionista y volcado en sus propios paradigmas que se premiaba dadivosamente en los años de bonanza. 

Por si fuera poco, la materialización física de tan ambicioso proyecto tampoco está exenta de escollos. El espacio asignado para albergar el más de medio centenar de obras seleccionadas para 24+1 resulta insuficiente, constriñendo la experiencia y diluyendo el impacto potencial de la propuesta. Cierto es que la yuxtaposición de voces dispares procedentes de momentos históricos diversos impulsa —puntualmente— un diálogo fecundo, pero en demasiadas ocasiones deriva en una cacofonía discordante donde las propuestas compiten entre sí por captar la atención de quien transita por los sótanos de La Casa Encendida.

Este algo desafinado Cumpleaños Feliz del programa Generaciones suscita algunos interrogantes sobre el sentido de iniciativas similares y su papel en el ecosistema artístico contemporáneo. ¿Cuán celebrable es el potencial no del todo desplegado de quienes se impulsaron hace décadas desde trampolines como éste? ¿Son oportunas las miradas retrospectivas que equiparan en una misma panorámica las trayectorias consolidadas y los esfuerzos de quienes todavía emergen? ¿Cómo fomentar un encuentro orgánico y sustancioso entre artistas en activo pertenecientes a distintas generaciones cuyas luchas e intereses no siempre son análogos?

A pesar de las limitaciones evidenciadas en la exposición de aniversario, la iniciativa de la Fundación Montemadrid merece ser celebrada por su relevancia y su longevidad, brillando un año más en su edición 2025. Soplamos las velas deseando que Generaciones continúe desempeñando un papel vital en el descubrimiento y la promoción de nuevos talentos artísticos en las décadas venideras.



¿Quieres estar a la última de todos los premios y concursos que te interesan?

Suscríbete al canal y recibe todas las novedades.


Recomendaciones ARTEINFORMADO

Exposición. 20 mar de 2025 - 17 may de 2025 / Ponce + Robles / Madrid, España

¿Para dónde es... adelante?

Ver exposiciones propuestas en España

Formación. 01 oct de 2024 - 04 abr de 2025 / PHotoEspaña / Madrid, España

Máster PHotoESPAÑA en Fotografía 2024-2025

Ver cursos propuestos en España