DATOS GENERALES
Descripción de la Organización
La luz languidece. De Lorenzo López Lumeras
Julio César Abad Vidal
Como un consumado maestro de la fotografía identificada con la vanitas, Lorenzo López Lumeras (Plasencia, Cáceres, 1961) ha venido rastreando con su cámara desde 2013 espacios arquitectónicos largo tiempo abandonados, demorándose ante los objetos y los vestigios que sobreviven a la vida de sus usuarios, como tan elocuente y lacónicamente señalara Borges en su poema “Las cosas” . En su trabajo, y del mismo modo en que ocurre en la obra de otros autores contemporáneos que se detienen fotográficamente en la vanidad de las cosas, resulta fundamental la captación de las texturas. Una conmovedora delectación en la luz que acoge y desvela las superficies, los recovecos, las lindes.
Por el objetivo de la cámara de López Lumeras han pasado viviendas –en particular de la ciudad en la que reside, Badajoz–, balnearios –de la localidad lusa de Caramulo y de Georgia –, o residencias para tuberculosos –en Brandemburgo–, edificios y establecimientos todos ellos ya definitivamente desahuciados. Sus imágenes desvelan el modo en que el transcurso de los años ha afectado de diferente manera a estos espacios de acuerdo con el entorno en que se levantan, y se corrompen. Así, aquellos interiores que no se ubican en entornos urbanos presentan la metastásica –si atendemos a los parámetros de la agricultura y la botánica– proliferación de una naturaleza silvestre. No en vano, una de sus series ha recibido el título de Victoria de la naturaleza. Una profusión vegetal que afecta, asimismo, a creaciones artísticas, como ocurre a diversos detalles de cementerios capturados en la serie Catarsis, en particular, en la obra titulada Epitafio de un pianista (2016, impresión con tintas al agua sobre papel semibrillo, 60 x 80 cm), que fotografía una tumba pintoresca, señalizada por un piano de cola de mármol, sepultura de un pianista en el londinense Cementerio de Highgate . Del mismo modo, López Lumeras ha capturado con elocuencia el modo en que la naturaleza asedia y sublima los vestigios de tres templos budistas de la región de Angkor: el celebérrimo Angkor Wat, así como Beng Mealae y Ta Prohm, imágenes que integran la serie Entropía, realizada por López Lumeras durante un viaje a Camboya en 2020.Una de sus fotografías más admirables, Teatro Cervantes de Tánger (2016, impresión con tintas al agua sobre papel semibrillo, 65 x 85 cm), nos enfrenta a un teatro en cuyo escenario se han apilado en dos montones que adolecen de mal de simetría las butacas que se hallaban anteriormente en su patio. Si el referente es histórico, y documenta el estado de abandono de las autoridades marroquíes a un complejo que fuera construido por las españolas en la ciudad de Tánger, el Teatro Cervantes , la fotografía –tomada en 2016– se constituye, asimismo, y de un modo esencial, en una representación en abismo del gran teatro del mundo, como titulara su auto sacramental el más abisal de los dramaturgos barrocos . De este modo, el escenario se confunde con el patio de butacas, la escena con su público, al modo, por ejemplo, que el reino de los dioses condenados al ocaso en la tetralogía wagneriana constituía una continuación del patio de butacas en el que nos hallábamos sus espectadores en la lectura de Willy Decker .
Un poema del propio López Lumeras, titulado –al igual que una de sus series– “Lugares habitados”, que fuera impreso en las dos caras de un tarjetón distribuido con motivo de la exposición individual que celebró en octubre de 2020 en el Museo de la Fundación Van der Linde en la localidad cacereña de Montánchez, se constituye en un magnífico muestrario de la serena melancolía del autor de estas memorables imágenes, por lo que lo reproducimos in toto.
Ya las décadas dan paso a los siglos
y el ojo no aprecia las transformaciones.
Su vacuidad aparente va cobrando vida.
Grietas que irrumpen desde el subsuelo,
yedras que reptan por los ventanales,
agua que germina en los techos
creando raíces que sostienen templos.
Detrás, la claridad.
Tras los ventanales
la vegetación ocupa su lugar,
arrebatando a la muerte
su aparente protagonismo.
El tiempo se queda absorto.
Hoy es siempre todavía.
La presencia es un entonces
en un presente continuo.
Los espacios son remansos
que acumulan energía.
El observador, inmóvil.
El ánimo, suspendido.
Y la ausencia habitó entre nosotros.
Quedan los objetos
que formaron parte de sus vidas
y narran los sucesos que allí ocurrieron.
Restos de la memoria.
La contemplación de estas fotografías en tiempos terribles como los que atravesamos –cuando tantas personas han perdido la vida durante la reciente emergencia sanitaria sin haber podido despedirse de sus seres queridos, cuando asistimos a la quiebra de tantas empresas familiares y a la devastadora pérdida de empleos como consecuencia del confinamiento y las restricciones, cuando desconocemos el alcance que tendrá la crisis económica que padecemos; en tiempos marcados, en definitiva, de modo indeleble por el duelo, por la ansiedad ante un horizonte incierto y por el derrumbe de la ilusión de nuestro bienestar– supone una sensible sacudida. En su ejemplar melancolía, estas imágenes de Lorenzo López Lumeras nos recuerdan vívidamente el inexorable paso del tiempo, lo insondable del porvenir y, acaso, la necesidad de aferrar, de conservar y de cuidar aquello que somos. Cuanto servimos mientras languidecemos. Cuanto amamos mientras vivimos.
Formación. 01 oct de 2024 - 04 abr de 2025 / PHotoEspaña / Madrid, España