Comencé en la cerámica de forma casual y llevo unos 10 años. Lo que comenzó como una experiencia más se ha convertido en una forma de vida. Aprender a escuchar el barro y observar sus procesos para extraer lo mejor de él y así conseguir que las piezas tengan alma. Siento que mis manos son solo el vehículo, que ellas extraen lo que está esperando ver la luz dentro del barro. A través del arte podemos generar espacios y momentos que trascienden más allá de lo que se muestra, llegando a conectar con emociones y sentimientos. El barro constituye parte de nuestra vida. Es nuestro origen, LA TIERRA. Modelarlo es parte de mi expresión artística, donde mi inquietud interna se exterioriza y da formas a imágenes que fluyen desde mi espacio interno. En el momento de creación de una pieza dejo que él me lleve, necesito estar concentrada y conectada y dar lo mejor de mi ya que en ese momento las inseguridades se ven reflejadas en la pieza.