Galerías y otras organizaciones que le representan
Organizaciones con obra
Artistas en su colección de arte
Descripción del Artista
El arte es el espejo del alma , ha dicho en alguna ocasión Mayte Vieta (Blanes, 1971). De esta afirmación se derivan múltiples concepciones sobre el arte y la creación, quizás la más importante para la artista es su capacidad de comunicar ideas como infinito, belleza, envejecimiento o muerte. Por otro lado, y persiguiendo este fin, la artista se vale de la utilidad del arte para expresar, para sacar a la luz, catalizar el propio proceso de conocimiento, cohesión y consciencia personal, mediante la representación de sueños, pesadillas, miedos como la angustia o la claustrofobia, historias y hechos como las heridas o les perdidas, situaciones como la soledad, sentimientos y emociones contradictorias como el amor, el desamor, el placer y el dolor, el deseo realizado o transformado en la nada, posturas como la intolerancia, la sordera, la agresividad...
Conceptos que todos y cada uno conocemos. Así pues, parece ser que la artista quiere que la acompañemos en este viaje de reconocimiento personal, ya que solo la consciencia y el conocimiento llevan a la calma, a la curación, a la vida... De la voluntad comunicativa nace la necesidad de Vieta de capturarnos con el atrevimiento, la provocación, la dramatización y la belleza de sus obras, eternas estrategias para dar paso a la contemplación.
Para conseguir esta contemplación, y transmitir un mensaje que casi siempre es emocional, también se vale de las disciplinas con las que trabaja - dibujo, escultura, fotografía y instalación- y de la recurrencia a determinados procedimientos técnicos - la disección, el asamblaje, el reciclaje, el fotocollage, la utilización de lentes y espejos, la presencia necesaria de la luz -. Los motivos o temas son los más conocidos para ella. El mar, paisaje cotidiano en su vida, asociado perdurable y inseparablemente a los hechos y sentimientos vividos. El cuerpo, el propio o el de cualquier mujer. La naturaleza representada a través de elementos físicos o elementos con una fuerte carga espacio-temporal, como son los animales o asociada románticamente al paisaje y a la belleza.
Debido a su vocación y facilidad hacia el dibujo y la pintura, Mayte Vieta inició sus estudios en la Escuela Massana de Barcelona (1987 - 1992), allí entró en contacto con la escultura, y aunque nunca abandonará el dibujo, pues es la materialización primera de sus creaciones, podemos decir que la escultura es la esencia o la base de su producción, y robadas o emuladas son sus características de tridimensionalidad, tacto y movimiento en todas sus fotografías.
La escultura también fue su carta de presentación al gran público, cuando aún era una estudiante en la exposición Al Ras. Figuras a la intemperie , comisariada por Miquel Molins y Rosa Queralt en el Centro Cultural La Caixa de Barcelona. En Palma Dotze se podrá ver una de sus últimas esculturas, Columpio (2000) una raíz realizada de manera muy realista en bronze, madera y hilo transparente, en ella se hace patente el gusto de la artista en trabajar manualmente y en contrastar materiales y elementos de diferente y contrastada naturaleza. En Vida (1995), una de las ya clásicas esculturas de Vieta, se materializa la consideración de la luz como detonante y componente, en este caso principal, de sus obras, por su condición de creadora de vida orgánica.
La luz, elemento químico consustancial a la técnica fotográfica es necesaria igualmente para la observación de muchas de sus obras, pues muchas se presentan retroiluminadas con luz natural o artificial, tenuemente iluminadas en su parte posterior con un pequeño foco de luz halógena como es el caso de Silencio (2001) la segunda serie con este título, derivada de la espectacular instalación presentada en la Sala Metronom de Barcelona en 1999.
En ellas, la artista o una mujer atemporal, anónima , aparece desnuda y sumergida en agua, en posturas dislocadas o contorsionadas que nos remiten o conducen a múltiples significados contrastados: la libertad o la opresión, el aislamiento o la comunicación más básica, sitio de refugio o escapatoria, aquello conocido y familiar o aquello desconocido, el placer y la satisfacción, aquello que es origen de vida o también porque no de muerte.
Aunque Vieta no se siente fotógrafa, en el sentido de buscar una inmejorable calidad o de practicar una técnica muy depurada, si más bien autodidacta y fascinada por la fotografía, pues necesita de su capacidad para captar el instante, impregnarlo de sensaciones, retenerlo en un espacio y un tiempo.
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