En la inmersión contemplativa dentro de la vida cotidiana, la artista Matias Mesquita encuentra la primera fuerza impulsora para el desarrollo de sus obras. La libre asociación de situaciones cotidianas genera imágenes y reflexiones que empiezan a esbozar las ideas y el concepto de las obras. En los materiales de construcción, estructural y arquitectónico, la pintura encuentra su apoyo. Esa materia prima funciona como una indicación de nuestra realidad urbana, desvelando su condición social, massificada e industrial. En contraste entre las delicadas pinceladas y la brutalidad de la estructura, la yuxtaposición que veces actúa como un complemento simbólico, y veces como un juego de opuestos, transmuta la poética esencial de la obra del artista. Por lo tanto, los límites que delinan el borde entre la instalación, la escultura y la pintura se rompen, por lo que podemos percibir la faceta de un trabajo híbrido.