Organizaciones con obra
Descripción del Artista
Luis Melón Arroyo (León, 1974) es un investigador y artista interdisciplinar quien desde el 2001 ha desarrollado su obra como una denuncia política y social. El carácter efímero y desobjetualizado de su producción artística solo permite retrotraernos al 2009 cuando Melón Arroyo presenta un proyecto que bajo el nombre Around the World 1.011 nos lleva desde una website a través del mundo, pero no recorriendo los lugares más icónicos, sino la cotidianidad que capturan las cámaras de vigilancia, mostrándonos como el poder homogeneizador de la globalización se apodera del mundo un no-lugar a la vez. Todos sus trabajos posteriores han estado sementados por la transgresión, a destacar su apropiación de Raza (José Luis Sáenz de Heredia, 1941), paradigma fílmico del ideal español que buscaba el régimen de Franco. Su reinterpretación, Raza, un triángulo de amor prohibido2, se convierte en un culebrón homoerótico al ritmo de Joy Division. A pesar de haber sido reconocido en el 2011 por el Museo de Arte Contemporáneo de Castilla y León (MUSAC) al introducir su nombre en el Archivo Documental de Artistas de Castilla y León (ADACYL), en el 2013 crea la serie de impresiones Arbeit macht frei: mi museo me maltrata3 como crítica institucional al museo como entidad que forma parte del sistema, financiado por grandes empresas, y que mantienen a sus empleados y a los artistas emergentes en condiciones precarias mientras que en sus salas suelen dar un discurso contra la mercantilización de la cultura. Enumeraciones4 es la primera de sus series que se presentó en Galicia, siendo expuesta en el 2017 en la Galería La Doce, Boiro. En estas obras representa con puntitos blancos las vidas perdidas en accidentes de tráfico, cruzando el Estrecho de Gibraltar, víctimas de VIH, desahuciados… convirtiendo las crudas estadísticas en una imagen performativa que visualmente asemeja un firmamento estrellado. Sobre la doble moral que la sociedad española tiene de sobre la migración crea la pieza Plus Ultra I5, en un experimento que pone en paralelo la realidad de miles de españoles que van a Europa huyendo de la precariedad laboral española con los inmigrantes que entran a la península ilegalmente. Melón Arroyo deforma, reforma, descontextualiza y mezcla material audiovisual para crear obras como Technoviking6, DAFT_BODIES7, o Subliminal Latin Satan8, convirtiéndolos así en Lowbrow Art. Intenta darle a la memoria una cartografía, como Jorge Barbi hace con El final, aquí, al realizar la serie Fosas9, fotografiando los entornos naturales donde se encuentran fosas comunes de la Guerra Civil. Sin un discurso explicativo parecen simples paisajes, imitando la realidad en la que estos lugares de memoria carecen de referentes para ser reconocidos por nuestra generación, sin placas conmemorativas ni letreros interpretativos. Su trabajo más reciente, Recetario para una tragedia10, trata el tema que nos atañe en este texto, el olvido. En un recorrido cronológico no narrativo, mezcla hitos históricos del negro siglo XX español con recetas populares, afirmando que la gastronomía es una de nuestras señas de identidad más fuertes, al contrario que la memoria.
El 13 de abril del 2013 el artista sube a su canal de Vimeo el documento audiovisual que registra la acción Cenizas o como quemar una constitución11. Este corto recoge, en una solo escena, cerrada y estática, como Melón Arroyo rompe una copia actual de la Constitución Española del ’78, la hace girones, la echa en un tazón el cual esparce con alcohol y prende fuego con un encendedor, abandonando el plano hasta que se consume por completo el documento terminando la toma con un fade to black. Huye de la ficción, no representando nada más allá de la acción en sí, hace exactamente lo que quiere hacer. Y nos lo presenta con todas sus letras. La acción está acompañada por un suave tema musical con tintes electrónicos que se mantiene constante durante los 9 minutos que dura el corto. El convertir nuestra carta magna en cenizas presenta dos lecturas, la primera, como reproche a la desidia en la que se tienen tantos de sus artículos, desde el uno, que asegura que la soberanía reside en el pueblo o la que supuestamente garantiza el derecho a la vivienda, mientras que a su vez es vanagloriada cuando a conveniencia, como sucedió en el 1-O con el infame artículo 155, o la inviolabilidad de la persona del Rey, como si fueran las sagradas escrituras. Esta segunda lectura se materializa con los 50 viales de cristal rellenos de las cenizas constitucionales, como si de relicarios se tratasen, dejando en evidencia como el Estado Español y la Iglesia Católica siempre han ido de la mano. A nivel formal los viales, que podrían utilizarse como colgantes, se asemejan a la pieza de André Duchamp, 50cc air de Paris. El título doble es bastante explicativo ya que anuncia el producto y el proceso, inmortalizando la acción incendiaria en dos objetos, el DVD y los viales.
En realidad el milagro español de la Transición pacífica y el establecimiento de lo que ahora llamamos el régimen del 78 se basa en el poder disolvente del olvido, siendo el mito fundacional de esta nueva convivencia la Ley de Amnistía de 1977, aún hoy se considera como inoportuna o partidaria cualquiera revisión que del pasado que se quiera hacer alejada de la falsa equidistancia asumida durante la Transición, cuyos perdedores fueron los mismos que los de 1939, los vencedores solo se quitaron el uniforme y cambiaron de nombre.
Para celebrar su 15° aniversario la Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica (ARMH) organizó un evento en León, ciudad que es cuna tanto del artista como de esta asociación. Fue en el marco de este aniversario donde Melón Arroyo realiza Todos los nombres12, performance colectiva en la que se escribieron con tiza los nombres de los 6,000 presos que estuvieron confinados desde 1936 a 1940 en el Parador de San Marcos,
Todos los nombres es una obra vitalista que sirve de terapia para los familiares más que de recuerdo de las víctimas, una suerte de “psicomagia” colectiva donde los familiares de los presos puedan “sacar pecho” de los nombres de sus familiares presos que estuvieron silenciados más de cuarenta años, tanto políticamente como íntimamente. Es una acción de duelo en un espacio público, no siendo ya las víctimas los protagonistas de este performance, sino sus dolientes, quienes no solo han proyectado los nombres de sus antepasados hasta el presente, genéticamente hablando, sino que han realizado una acción catártica al escribir, de rodillas, a la intemperie, los nombres de los represaliados, han utilizado sus cuerpos durante el proceso creativo. A esta experiencia se le suma un carácter de penitencia al desarrollarse en el lugar de los hechos, el actual Parador de San Marcos, una de las joyas arquitectónicas de León y que actualmente es un lujoso hotel. Recordemos que la memoria histórica, según Pierre Nora, se origina de la memoria colectiva y esta a su vez, de la individual. Todos los nombres nos confirma que vivir es un acto performativo. En esta sociedad hipermoderna e hipercomunicada la vida se disuelva con el arte si el discurso así lo requiere.
El evento de la ARMH, además de la intervención en San Marcos incluía un Recital Solidario en el auditorio leonés, y cuyas ganancias en taquilla serían destinadas a proyectos de búsqueda e identificación de víctimas desaparecidas durante la dictadura franquista. Esta celebración, y por lo tanto el performance, se desarrollaron muy cerca de la fecha en la que se conmemora desde el 2011 el Día Internacional de las Víctimas de Desapariciones Forzadas a raíz de la a Convención Internacional para la protección de todas las personas contra las desapariciones forzadas de la ONU, siendo el Estado Español uno de los 21 países adheridos, adhesión que no es garante ni de Justicia Universal ni Derechos Humanos. Aquí, como hiciera ya en Enumeraciones con la Plataforma de Afectados por la Hipoteca [Stop Desahucios], Luis Melón Arroyo colabora con una organización supuestamente alejada del arte para representar problemáticas sociales. Él mismo considera que los desahucios son una forma de prisión social cárceles aceptadas socialmente, como sería también el tráfico de personas.
Pocas acciones se han realizado para devolverle la memoria a San Marcos, los perpetradores del olvido son quienes están en el gobierno de la capital leonesa. Registrados solo hay dos casos recientes de intervención artística relacionada con su pasado como campo de concentración. Un punto de control Rafael Martínez del Pozo del 2014, obra sonora realizada en el claustro, donde se oía un rumor que recordaba a los presos ahí hacinados, y el brevísimo corto documental de Víctor López G. titulado San Marcos: Horror y Belleza, que en cuatro minutos que narra lo ocurrido durante la Guerra Civil a la vez que muestra ricas imágenes del convento y sus paradisiacos alrededores.
En cuanto a acciones de duelo semejantes a la ideada por Melón Arroyo, se pueden nombrar, Sumando Ausencias (2017) y Palimpsesto (2017) de Doris Salcedo. En la primera obra mencionada de esta artista colombiana ella hace un llamamiento para que voluntarios escriban con cenizas sobre sábanas blancas los nombres de los desaparecidos por el conflicto con las FARC, estas sabanas se disponen en la monumental Plaza de Bolívar de Bogotá. Abel Azcona en el 2015 realiza Enterrados frente al Monumento a Los Caídos de Pamplona, donde simbólicamente entierra a los voluntarios que colaboran con él, quienes luego resucitan. Algunos paralelismos se encuentran también en el Vietnam Veterans Memorial, muro que se alza en Washington DC como recuerdo de los más de 60000 soldados estadounidenses muertos en la Guerra de Vietnam, y que causó gran polémica al ser la materialización de la mayo derrota militar de aquel país.
Como si de un guion cinematográfico se tratase, este performance, que tenía como final dispuesto el que nos nombres escritos en tiza se desvanecieran poco a poco, como los recuerdos, fue borrada a manguerazos, como si los nombres fueran manifestantes en una concentración reivindicativa. A medianoche los servicios municipales de limpieza se apersonaron a la plaza y destruyeron todo el trabajo realizado por el artista y sus colaboradores, como si quisieran borrar esos nombres la memoria de sus familiares. Tanto Melón Arroyo como la ARMH presentaron sus quejas al alcalde de León, el popular Antonio Silván, quien respondió que el servicio de limpieza hacía su trabajo como cada noche. Así, la poética del duelo fue atacada por la constitución del olvido, pero gracias a la inmaterialidad del recuerdo perdura la imagen inicial, la huella que corresponde con su referente, que huye de cualquier mímesis dolorosa, y da indicios de lo que es, de los que fueron.
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