Artista

Gabriel Guerra Bianchini

1984 en La Habana, Ciudad de la Habana, Cuba

Datos generales
Algoritmo AI

Residencia:

Reside en Madrid, España

Ferias en las que participa con OBRA :

MIA Photo Fair
The Armory Show 2018

Organizaciones con obra:

Museo delle Culture (MUSEC)

Profesionales con obra:

Denise Roque Díaz

Profesionales que le representan:

Denise Roque Díaz

Etiquetas:

Arte digital Fotografía Fotografía documental Instalación Surrealismo Video arte

Documentos relacionados:

Enlaces oficiales:

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Descripción del Artista

Sin duda estamos ante un poeta visual. Uno surrealista como Apollinaire, Breton y Robert Desnos. Sin embargo, a diferencia del automatismo y la liberación del inconsciente, Gabriel Guerra Bianchini (La Habana, 1984) se desliza en torno de una poderosa sensibilidad que le conduce a imaginar nuevos sentidos, y cuya virtud primera se expresa en solapar la dureza de lo cotidiano. La realidad, según su credo, merece ser reinventada; debe traérsele a los predios de la imagen con tal de depurar sus miserias, y en cambio, ensayar el ritual de lo bello. En ese sentido, el símbolo es su mejor aliado y la alegoría su templo. Casi toda su obra se justifica en el culto a esas dos instancias. Y digo casi porque a veces lo vemos metido en la piel común del fotógrafo documental, en los gajes del oficio, y entonces le descubrimos ese otro costado de "carne y hueso", ... profano, en que puede confundirse con cualquier otra firma, desde luego, sin descuidar el rigor estético. Convenimos, entonces, que en la personalidad de Bianchini se entreveran el poeta idílico, metafísico, simbolista, y el poeta mundano, terrenal. De la misma forma en que le arranca el dolor a esta ciudad en sus visuales -algo, de por sí, bastante difícil de conseguir-, a ratos la retrata en su más tierno y humilde rostro, el de la gente que la habita, sin caer en el suicidio folclórico. Su visión, no obstante, tampoco se rinde al maniqueísmo de la ruina. No olvida dónde vive, conoce de experiencia cada palmo doloroso de la urbe, pero intenta no figurar como otro relator del fracaso y la desidia. El joven Gabriel Guerra procura, sin hacer alardes de virtuoso, sin sentirse por ello al centro de tendencia alguna, instalar su poética fotográfica en terrenos visuales apenas visitados dentro de su generación, incluso por la tradición de ese lenguaje en la isla -aquí podría hablarse desde prejuicios hasta comodidad. Esos terrenos que han sido apropiadamente definidos por un escritor latinoamericano (léase García Márquez) a mediados del siglo pasado, y que hoy, tal vez por cansancio o por simple iconoclasia, han disminuido en interés para la mayoría. Para suerte suya, Bianchini no se ha hecho eco de semejante desánimo. Jorge Peré @j.pere91