La masificación de los dispositivos de captura de imágenes ha logrado cambiar el modo de ver dentro de nuestra sociedad, acercándolo cada vez más a una simplificación del lenguaje de las imágenes; estas, mediante un mínimo de elementos logran dar a entender la situación o objeto que representan. Esta masificación de la captura en el cotidiano, y la producción de imágenes irreales e hiperreales de estos mismos, son puestos en duda dentro de las pinturas, las cuales, no pretenden más que cuestionar el entorno que nos rodea y el lugar alienante en el que estas imágenes se posicionan. Así, el flash, el movimiento, la cantidad de pixeles, la entrada o salida de luz, entre otros, al ser elementos capaces de cambiar dramáticamente tanto el resultado como el contenido de las imágenes, también resultan elementos plásticos con los cuales experimentar dentro de la pintura y el cuestionar esta ante las imágenes.