Esta instalación de ladrillos destruidos, con restos de pintura, es una metáfora que expresa la fragilidad y vulnerabilidad de nuestras vidas. En su origen están las imágenes visionadas de las ciudades destruidas por los fenómenos naturales o las guerras. Me duele en especial ver las casas derrumbadas de Alepo en Siria; los ladrillos en el suelo contienen la memoria de los que han vivido entre sus muros y son el testimonio del sufrimiento de sus habitantes que lo han perdido todo.
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