En la misma línea iconográfica y cromática de “Escenas de caza”, este cuadro surgió de forma anecdótica. Un amigo noruego me regaló un pañuelo. En cuanto lo vi, lo guardé como un tesoro. Es una tela color vino tinto -sé que los vikingos bebían bastante vino y cerveza- repleta de antiguas siluetas negras, que yo he interpretado, y transformado, como nubes, ciervos, cazadores, montañas y árboles.
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