En París (140 x 190 cm), Maseda fusiona el expresionismo abstracto con la introspección. Usando acrílico y trazos fluídos, el rostro apenas discernible emerge entre manchas y líneas de colores flúor. La obra representa un viaje a través de las pesadillas y revelaciones del alma humana, donde las barreras de la forma se rompen, y la figura se diluye en una confesión visual de libertad. El espectador es invitado a participar en la interpretación subjetiva y emocional de esta búsqueda interna.
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