Uno de los objetivos que buscaba con el proceso de bIZI era encontrar mi yo artista y librarme de esas cadenas que te sujetan en corto y te llevan a pintar como los demás creen que debes hacerlo, pintar para que le guste a los demás. La motoretta era la «moto» que los niños rebeldes deseábamos. Mi abuela paterna decía que yo estaba hecho de la piel del diablo. ¿Puede un niño ser malo? ¿Puede un artista hacer lo que quiere?
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