Adquirida en 2004 en una subasta se trata de una de las pocas pinturas testimonio de su estancia en Mallorca. En 1919 viajó a las Illes Balears junto a su familia. Primero, visitó la isla de Ibiza y después Mallorca, instalándose en la Cala de Sant Vicenç. Fueron varias las versiones dedicadas a esta cala mítica situada en Pollença; en este caso, el paisaje es representado de forma sintetizada, con una pincelada suelta y con la luz como protagonista gracias a la intensidad de los colores utilizados.
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