En esta obra, una de las más enigmáticas e importante de toda su carrera, Iván Correa representa una laguna que separa cielo e infierno, con infinidad de personajes en desconcertantes actitudes. El artista mediante una técnica actual como es el bolígrafo y la acuarela, crea un claro diálogo con los grandes pintores flamencos del Renacimiento y con obras maestras como “El jardín de las delicias” del Bosco, “La laguna Estigia” de Patinir o “El triunfo de la muerte” de Brueguel.
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