Eduardo Roldán por el poeta José Hierro. Para el catálogo de la exposición de 1994
Pintar correctamente, es cosa manual: puede aprenderse, pero soltarse el pelo, perder la compostura, organizar los colores para que disuenen o consuenen, manejar el pincel como un látigo que deja sobre el lienzo ráfagas y heridas, no puede lograrlo quien no domine la técnica hasta el punto de olvidarse de ella cuando quiera. Y es el caso de Roldán, un nieto de Goya, un artista de los que aceptan lo feo como categoría crítica.
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