En Cascada la escultura es en sí misma un conjunto de derrames controlados que generan un juego cromático con los volúmenes y las estructuras que la artista imaginó como un espacio intervenido que pueda dar visibilidad al caos o a lo impredecible. La artista vierte pintura en un mismo espacio, de manera regular, en una estructura geométrica. La escultura fue elaborada con la intención de establecer un área ordenada o en cierta medida esquemática. Una delimitación para crear accidentes de la propia acción.
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