En la esquina de una oficina, encontramos un colchón abandonado. Lo convertimos en un relicario de rombos sagrados con los símbolos que más misterio, interés y magia nos evocara a mi amigo Vicente y a mi. Pensamos que alguien habría dormido, amado, enfermado y sobre todo soñado en este colchón. Nosotros amamos estos objetos. Y allí están custodiados en una urna como los tesoros del Delfín.
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