Vicente Senatore, tío abuelo admirado, cuya simpleza se resumía en las pocas melodías que sabía y que solía regalarnos en fiestas y cafecitos. Mi hijo captó su esencia en una de sus últimas visitas, sobre la cual se inspiró esta obra en la que cada pincelada fue a pura emoción, recordando sus anécdotas de vida, su voz y su ritmo. Este cuadro quedó terminado unas horas antes de que su hija Magdalena me contaba muy feliz que recién había nacido su tercer nieto. Coincidencias del destino.
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