El juego de seducción ha comenzado, el protagonista se halla reclinado sobre una superficie definida como su espacio exclusivo, donde se encuentra absorto en sus pensamientos negativos que preceden a su proceso de sanación, sintiéndose miserablemente culpable por haber provocado el juego amoroso.
El personaje femenino ha entrado en él, inducido por sus afectos, mientras permanece a la espera de una respuesta, le invade la incertidumbre atrapado en un mare mágnum de confusión, sus ojos lo delatan.
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