Descripción de la Exposición El graffiti en sus múltiples maneras de presentarse evidencia las conexiones que lo asocian a los contextos donde suele generarse. El fotógrafo y diseñador gráfico Carlos Burgos realizo una serie de viajes de los cuales eligió las intervenciones pictóricas de carácter urbano de cuatro en especial La Habana, New York, San Francisco y Berlín, en cada una capto la amplitud de obras. Los graffitis transitan desde los marcos legales de restricción de los espacios hasta zonas destinadas a exprofeso para esta actividad. Agrupando una selección uno puede percibir en cierta medida el espíritu de los medios sociales donde se propagan estas manifestaciones plásticas, las condiciones determinan la técnica y esta a su vez deriva en las características del resultado específico. Carlos Burgos al tomar vistas panorámicas fachadas las contrasta con esténciles o como en el caso de la Habana verdaderas hazañas a través de producción de este arte urbano prohibido en los edificios de una urbe declarada patrimonio de la humanidad, a pesar de ello estas huellas de creatividad operan a través de asimetría cuyas cualidades provienen de la incertidumbre de un cromatismo accidental. En ciudades como New York, San Francisco y Berlín el sistema de galerías y museos ha terminado concediéndole un estatus de valides a cierta porción de las producciones de esta disciplina, esto es un signo más de su mutabilidad y expansión basada en ejercicios esenciales de expresión artística, de la escritura caprichosa a el acto incidental de este gesto platico inscrito en el tejido urbano. El fenómeno continua siendo de tipo emergente renovándose aun incorporando las contradicciones de valor, en este sentido Carlos Burgos realizo unos carteles en los que mezcla densamente el sin fin de variables demostradas por fotografías dispuestas según el diseño que reúne el artista. Buena parte de estas ambivalencias que van de los códigos identificables por determinados grupos sociales a el franco anonimato, acaso simpatizantes de su diseminación liberadora obedecen a las leyes de la propiedad pública y privada, que convierten estas apropiaciones del espacio público en legales al serles designadas superficies o al tratar de asimilarlos dentro del consumo de los bienes artísticos. En confrontación irónica del vampirismo energético que representa el convivir con la publicidad en las calles, la estética caprichosa del graffiti prevalece casi de forma natural. La videasta Lorena Ortiz emprendió una reflexión de campo proponiendo un casting para la realización de un documental sobre ser artista del graffiti, tratando de entender los alcances de dicho emprendimiento individual, para tal fin repartió volantes para convocar a quienes desearan protagonizar su propio personaje, para el tramite tendrían que pasar por una entrevista la cual finalmente es el único producto directo del análisis. La ilusión del arte como medio para descubrir los probables talentos personales, crear y creer son una especie de afinidades, simultáneos artilugios de la expansión predeterminada por los medios de comunicación, el talento de protagonizar un sí mismo que los demás tengan que descubrir. Detrás de los entrevistados había un lienzo de fondo en el que dejaron sus firmas, Lorena Ortiz lo presenta junto con el video y los volantes de la convocatoria. En estos productos y subproductos de la experiencia vemos el tejido de inusuales paradojas proviene de una necesidad humana de manifestarse y transformar la propia situación en escritura vital.
Formación. 01 oct de 2024 - 04 abr de 2025 / PHotoEspaña / Madrid, España