Descripción de la Exposición
Hay colores cuyas implicaciones de orden histórico rebasan toda posible simbología, o la variable percepción de su energía óptica y potencial formal. El azul de Prusia (Preußisch Blau en alemán) fue uno de los primeros pigmentos desarrollados artificialmente, descubierto accidentalmente por el químico Heinrich Diesbach en Berlín en 1704, y del mismo modo uno de los primeros pigmentos artificiales incorporados a la pintura europea[1]. Más allá de la identidad de su nombre, es un color que atraviesa la historia de Alemania. El ferrocianuro fue el colorante escogido para los uniformes militares prusianos de los siglos XVIII y XIX: fue entre otras cosas la divisa del uniforme de los soldados que enfrentaron a los ejércitos napoleónicos. De modo aún más siniestro, el azul de Prusia ha quedado ligado al exterminio de los judíos en Europa. El pesticida que los Nazis emplearon en las cámaras de gas en campos de concentración y exterminio, el Zyklon B, o ácido cianhídrico o prúsico, es un compuesto cercano químicamente al azul de Prusia. Uno de los principales debates acerca de la dimensión del genocidio ha girado en torno a la evidencia de residuos de azules en algunas instalaciones de campos de exterminio. En casos como los campos de Majdanek y Stutthof, Polonia, las manchas de azul Prusia en las paredes de las cámaras de gas son por demás palpables hasta nuestros días. Mientras que los denegacionistas han pretendido apoyarse en la ausencia de residuos azules en Birkenau para cuestionar la función de la cámaras en ese complejo[2], la investigación científica e histórica ha demostrado en múltiples formas la presencia de residuos de cianuro en ellas. A pesar de que estas huellas no comprueban por sí mismas el genocidio —pues tan solo son indicios circunstanciales del uso del pesticida, ya sea como desinfectante o como medio de ejecución[3] — es indudable que el color azul de Prusia despliega, a efecto de su insólito legado, un potente significado testimonial que entreteje violencia estatal, desarrollo tecnológico, y producción estética.
Las relaciones y las tensiones entre color e historia, percepción y materialidad, imágen y pintura, son la materia de la singular serie pictórica que Yishai Jusidman ha dedicado al problema por demás espinoso de la visualidad de la Shoa. Con una enorme sutileza, Jusidman ha revisado imágenes fotográficas de los espacios concentracionarios y las cámaras de gas para pintarlas precisamente con color azul Prusia. El recurso a la pintura le permite sumergirnos en el laberinto de la memoria, ahondando con su manera distante y detallista el aplastante silencio y presencia que contienen. Si bien sus cuadros plantean en su sequedad y frialdad una constante autocrítica, también han sido cuidadosamente escenificados y montados para generar una intensa secuencia marcada por altos y vacíos, La crudeza emocional de estos cuadros no hace únicamente énfasis en la arquitectura, sino también en el entorno de un paisaje filtrado, por igual, por la emoción del romanticismo y la barbarie de la guerra y el exterminio. Bordeando siempre, en un diálogo lo mismo con los documentos históricos que con los monumentos de una forma por demás melancólica de turismo, la pulsión de ver que plantea el testimonio de toda atrocidad, las pinturas de Jusidman apenas pretenden representar los hechos históricos tanto como su aura,
¿Qué hacer con la evidencia de que, por la vía de los químicos, muerte y representación hayan quedado unidos en los vestigios de la Shoa? ¿Qué lugar tiene el color en la más oscura de las memorias de la historia moderna Europea? Además de indagar la memoria visual del Holocausto, y explorar los límites éticos de su representación, las pinturas de Jusidman interrogan el complejo balance entre ilusión y materialidad de toda pintura. ¿En qué medida la temperatura emocional y estética de un cuadro puede establecer una relación con lo inaprensible? Por todos esos costados, la serie Azul de Prusia pone en juego la condición política de estas imágenes particulares y de la pintura gracias a una trama que sería imposible de subsumir a la mera portabilidad de una imagen fotográfica y al deleite en un pincel bien temperado.
[1] Sara Lowengard, “The Creation of Color in Eighteenth-Century Europe: Prussian Blue”, Disponible en línea: http://www.gutenberg-e.org/lowengard/C_Chap32.html
[2] Informe Leuchter, 1988. http://documentos.morula.com.mx/wp-content/uploads/2014/08/El-Informe-LEUCHTER.pdf
[3] Ver: Richard J. Green, “The Chemistry of Auschwitz”, Disponible en: http://www.holocaust-history.org/auschwitz/chemistry/
Actualidad, 27 sep de 2016
#loquehayquever en México: itinerantes en la nueva temporada expositiva
Por Paula Alonso Poza
Graciela Iturbide y José Dávila son algunos de los autores mexicanos que presentan muestra este otoño.
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