Durante buena parte del siglo XVII muchos artistas activos en Italia, y especialmente en Roma, se ocuparon de pintar cuadros de pequeño formato, obras de gabinete realizadas muchas veces sobre cobre. Eran piezas de delicada ejecución que encontraban fácil salida en el mercado artístico de la época.
Estas producciones daban mucha libertad a los pintores, permitiéndoles ensayar nuevas composiciones o afianzar ideas o invenciones tomadas de diversas fuentes.
Artistas como Guido Reni, Domenichino, los hermanos Agostino y Annibale Carracci, Carlo Saraceni y otros pintores asentados en Roma, muchos de ellos paisajistas de origen norteuropeo, se dedicaron a estas producciones, ausentes aún en la tradición española.
En el siglo XVIII el pequeño formato ocupa un lugar destacado en los hogares ya que sus reducidas dimensiones permiten disfrutar de la devoción particular y popular con encargos privados adaptados a la casa burguesa, poniendo al alcance de muchos particulares y a precios más...asequibles, pinturas originales de grandes artistas de la época.
Pero es en el siglo XIX cuando la pintura de pequeño formato adquiere un gran protagonismo, se difunde y extiende, empleándola para su trabajo los artistas no sólo como boceto, sino como un inesperado formato en el que conseguir los mejores logros de una inmediatez luminosa a partir de una arrebatadora factura de manchas de color.
Para los concursos y certámenes se presentan obras de gran formato, pero las de pequeño ganan reputación ya que en ellas el artista deja sus mejores lecciones de pintura. No es tanto el bocetismo como la plenitud de recrearse más en el detalle y de dar forma a un nuevo tratamiento pictórico, colorido y efectista en donde la luz juega un importantísimo papel y el impresionismo triunfa plenamente frente al acusado preciosismo de siglos anteriores.
La pintura de pequeño formato es una síntesis de lo mínimo y no obstante es completa, plena, sorprendente y satisfactoria. Trabajar en un formato reducido permite la inmediatez, la experimentación creativa, el derroche de imaginación, el despliegue de color que no abordamos en obras de mayor escala.
Desde esta tradición pictórica, la Asociación Española de Pintores y Escultores convoca anualmente el Certamen de Pequeño Formato que este mismo año 2016 llega a su edición número 35, y que ha supuesto un gran éxito tanto en la participación de los socios, a quienes desde estas líneas deseo agradecer su colaboración y entusiasmo, como en la calidad de las obras presentadas.
Son obras grandes, pese a su pequeño formato, que seguro que no nos van a dejar indiferentes porque encierran, de la misma forma que una preciosa y costosísima esencia, lo mejor de los sentimientos de los maravillosos artistas que componen nuestra entidad.
La Asociación Española de Pintores y Escultores desea agradecer a todos los implicados de una u otra forma en este Certamen, sus esfuerzos, interés y dedicación; a los premiados y seleccionados, la más sincera felicitación por su esfuerzo creativo, y a todos los artistas en general, el mejor reconocimiento por hacer de este formato el más digno y delicioso modo de expresión de tan grandes sensaciones.
Entrada actualizada el el 14 dic de 2016
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