Descripción de la Exposición
William Eggleston nació en 1939 en Memphis y fue criado por sus abuelos, pues su padre falleció cuando era muy pequeño. Heredero de una familia dedicada al cultivo de algodón, creció en un área de manglares, pantanos y lagos, con grandes superficies de plantaciones salpicadas por pequeños núcleos urbanos y complicados trazados de carreteras comarcales. Una zona de Estados Unidos, la del sur, que en los años de formación de Eggleston, la década de 1960, todavía mantenía vivas las cicatrices de un pasado esclavista y estaba dividida por intensos conflictos racistas, con una clase media emergente que se transformaba con la nueva sociedad de consumo. En 1957 el fotógrafo inició sus estudios en la Universidad de Vanderbilt, en Nashville, y dos años después se trasladó a la de Misisipi. En esos años comenzó a tomar fotografías en blanco y negro y a partir de 1965 en color. Entre 1973 y 1974, mientras impartía clases en la Universidad de Harvard, descubrió el sistema de transferencia de tintes (dye-transfer), que le permitió conseguir niveles de saturación de color que eran inalcanzables con cualquier otro método. En 1976 realizó una exposición individual en el MoMA, compuesta de setenta y cinco fotografías en color, que causó gran escándalo, convirtiéndolo en el primer fotógrafo en exponer imágenes en color en las paredes de un museo. El año anterior, la George Eastman House de Rochester había celebrado una muestra titulada Nueva topografía. Fotografías de un paisaje alterado por el hombre, en la que se mezclaba obra en color de Stephen Shore con obra en blanco y negro de Robert Adams y Lewis Baltz, entre otros, pero la del MoMA supuso un hito, sin duda, pues solo se exponían fotografías en color y de un solo artista.
A lo largo de su trayectoria, William Eggleston ha realizado numerosas muestras colectivas e individuales tanto en Europa, sobre todo en Alemania, como en Estados Unidos, y su obra forma parte de algunas de las colecciones más importantes del mundo, como el MoMA de Nueva York, el Whitney Museum of American Art, la Paul Getty Foundation o la National Portrait Gallery de Londres. En 1998 recibió el premio internacional de la Fundación Hasselblad y en 2004 fue galardonado con el premio PhotoEspaña. Actualmente vive en Memphis, Tennessee.
Es considerado hoy en día como una leyenda viva de la fotografía.
CLAVES DE LA EXPOSICIÓN
El color
En 1935 la marca Agfa desarrolló su película Agfacolor en Alemania y Kodak presentó su Kodachrome en Estados Unidos, pero ninguna era económica, por lo que no estaban al alcance de todos. La película Kodachrome alcanzó su auge a finales de la década de 1960, pero se utilizaba, al menos en un principio, para fotografías familiares o de viajes, lo que se considera fotografía vernácula. A partir de 1965, Eggleston comenzó a fotografiar solo en color con fines artísticos, y no fue el único: Stephen Shore, Joel Meyerowitz o Carlos Pérez Siquier fueron algunos de los pioneros del uso del color en el medio.
La banalidad de lo cotidiano
Los protagonistas de las fotografías de Eggleston suelen ser motivos cotidianos sin ningún atractivo aparente: unos zapatos viejos, el congelador repleto de comida, una chaqueta colgada, el interior de un baño, un camión parado en una vía de servicio, etc., y a pesar de ello sus imágenes no tienen nada de ordinario. El artista pronto mostró que era capaz de convertir lo más sencillo en algo interesante y enigmático y que lo banal podía ser tan apasionante como la vida misma.
Las series
Eggleston no suele dar título a sus imágenes, pues puede distraer al espectador de lo que está contemplando. El recorrido por sus series muestra el modo de hacer del artista, que casi parece imitar a los fotógrafos amateur, aunque esté muy lejos de ellos, puesto que tras sus instantáneas siempre hay unas decisiones muy alejadas de la improvisación. Retrata temas aparentemente banales, cotidianos, y lo hace con composiciones que pueden parecer aleatorias. Hay capturas en las que los motivos están recortados, faltan partes, lo que acentúa el aura de misterio y fascinación.
LA EXPOSICIÓN
“William Eggleston. El misterio de lo cotidiano” constituye una de las más amplias exposiciones que hasta la fecha se han presentado en España sobre el autor. Organizada cronológicamente, aborda sus trabajos en blanco y negro y aquellos por los que es más conocido, los realizados en color a partir de 1965. Desde entonces, el autor consiguió cambiar la consideración de lo que merecía la pena ser fotografiado y abrió su atención a todo tipo de objetos, llevando a la práctica fotográfica una «mirada democrática».
Durante sus años universitarios en la Universidad de Misisipi, Eggleston conoció la obra de Henri Cartier-Bresson y Walker Evans, que, según sus propias palabras, le abrieron los ojos a la posibilidad de una fotografía realizada con mayor libertad. El «instante decisivo» de Cartier-Bresson le hizo comprender que se podían condensar movimientos y escenas complejas en una única imagen partiendo de motivos prosaicos y cotidianos. Del trabajo de Evans, le interesaron no solo los temas, también los encuadres frontales, simples y equilibrados, no exentos de elegancia. Si bien no llegó a terminar la carrera, el autor tuvo también la oportunidad de conocer la pintura de los expresionistas abstractos, que le revelaron las posibilidades del color en su trabajo, lo que le ofreció ciertas cualidades pictóricas a sus fotografías.
«No imaginaba ser capaz de hacer algo mejor que una copia perfecta de Cartier-Bresson. Y finalmente lo conseguí. Pero llegó un punto —entiendo que tuvo que ver con el deseo de buscar mis raíces y volver a Memphis— en el que tuve que enfrentarme al hecho de que lo que tenía que hacer era salir a perseguir paisajes desconocidos. Lo que era nuevo en aquella época eran los centros comerciales, así que los fotografié».
A partir de 1965, Eggleston se sumergió en un universo extraño y familiar al mismo tiempo que exploraba la cotidianeidad de las pequeñas ciudades del sur de Estados Unidos. Fotografiaba todo lo que se ponía ante sus ojos: tiendas de comestibles, bares, escritorios de oficinas, supermercados, estaciones de servicio, retratos de su familia y de amigos, etc. La mecanización del campo y la acelerada industrialización del automóvil abarató en la década de 1960 los costes de los vehículos, de modo que las familias comenzaron a poder disponer de más de un automóvil. Las tiendas de barrio empezaron a ser sustituidas por los grandes centros comerciales, conocidos como malls, que dieron inicio a una vida social que antes se había reservado a las plazas de los centros de las ciudades. En los malls, ubicados en los suburbios, se podía encontrar cualquier cosa en un único espacio, desde restaurantes hasta tiendas y cines, y todo ello acompañado de mucho color, luces y brillo. Un nuevo mundo de consumo que Eggleston no tardó en capturar.
BEFORE COLOR
1963-1968
A finales de 1950, William Eggleston comenzó a fotografiar los suburbios de Memphis utilizando una película de 35 mm en blanco y negro de alta sensibilidad. Ya por aquel entonces se centró en motivos cotidianos que incluían restaurantes, interiores domésticos y personas enfrascadas en situaciones aparentemente triviales, llenas de banalidad. Fue a partir de 1965 cuando empezó a utilizar el color, simultaneándolo con el blanco y negro, que luego abandonó. La presente exposición ofrece por primera vez la posibilidad de comparar los resultados de ambos métodos.
Las fotografías que aquí se presentan están hechas entre mediados y finales de los años sesenta, aunque las impresiones son posteriores. La obra en blanco y negro de Eggleston fue publicada por primera vez en 2010, con el título Before Color, por la casa editorial Steidl.
LOS ALAMOS
1965-1974
«Así que una noche me quedé despierto planeando lo que iba a hacer al día siguiente, que era ir al gran supermercado que hay calle abajo, llamado Montesi’s —no sé por qué parecía un buen sitio para probar cosas—. Tenía en la cabeza un nuevo sistema de exposición: sobreexponer la película para que salieran todos los colores. Y, Dios mío, todo funcionó. De la noche a la mañana. Recuerdo que la primera foto era de un chico empujando carritos de supermercado. Cuando recogen los carritos del aparcamiento y los empujan hasta la tienda para que los usen otras personas. Hice la foto de un chico pelirrojo y pecoso a la luz de la película de la tarde. Una foto bastante bonita, la verdad».
La imagen de aquel chico, que podemos contemplar en la exposición, es el origen de la primera gran serie de Eggleston, conocida como Los Alamos. Realizadas entre 1965 y 1968 y entre 1972 y 1974, estas fotografías, cerca de dos mil doscientas, fueron tomadas en Tennessee, Nueva Orleans, las Vegas y el sur de California. La serie, que parece una alabanza a la vida en el sur de Estados Unidos, no está exenta de humor e ironía, y supone al tiempo un fértil laboratorio en el que el artista definió su estética. Parte de las imágenes están organizadas por un elemento central que destaca sobre los demás, ya sea por su llamativo color, dimensiones o complejidad visual. Otras, las construye a base de fragmentos que mantienen, todos ellos, la misma importancia en la composición, como si el objetivo fuera la investigación sobre los colores y las texturas o los contrastes de tonalidades. Estos colores, siempre brillantes, recuerdan a los que utilizaban los artistas pop, y hacen pensar en un mundo feliz. Tras una segunda mirada, más detenida, estas fotografías evidencian aspectos como el deterioro, la decadencia, la soledad o la precariedad de la vida de los suburbios del más profundo sur estadounidense.
THE OUTLANDS
1969-1974
Las imágenes que conforman el conjunto de The Outlands proceden de las diapositivas que el comisario de fotografía John Szarkowski seleccionó para la exposición que hizo del artista en 1976 en el MoMA de Nueva York, así como para el catálogo que se publicó con motivo de esta, William Eggleston's Guide. Este trabajo examina a fondo la situación geográfica de los alrededores de Memphis, Tennessee. La serie empieza casi en el punto exacto de la misma calle de las afueras de Memphis donde Eggleston hizo una de sus fotografías más célebres en 1971 —un viejo triciclo blanco y verde frente a una típica casa de suburbio estadounidense— y sigue por las carreteras secundarias que desembozan en el viejo Misisipi, donde el artista pasó su niñez, en dirección a Nueva Orleans. Sobre estas imágenes ha escrito el historiador de la fotografía Robert Slifkin: «A lo largo de la serie, las lentas e incesantes fuerzas de la naturaleza dejan su huella en coches oxidados y edificios descascarillados, así como en vallas publicitarias y carteles electorales desgastados por la intemperie, que a veces quedan oscurecidos y rodeados de enredaderas. En muchas de las imágenes, se establece un equilibrio entre el paisaje desarrollado y degradado y el cielo inmaculado y siempre cambiante. A veces, la incontenible presencia del firmamento se alinea con objetos mundanos y humildes signos de la actividad humana... Otras veces, como cuando Eggleston capta ocasionalmente el cielo reflejado en los charcos de carreteras rurales llenas de baches, aparcamientos descoloridos y piscinas suburbanas, el reino celeste se traslada, como en un espejo —incluso como en una fotografía—, al suelo».
The Outlands, la última entrega de la obra en color de Eggleston, nos permite ver a un gran artista estadounidense descubriendo hasta dónde podía llegar su lenguaje visual, y nos brinda, además, un documento inolvidable del más profundo Estados Unidos sureño en transición.
CATÁLOGO
La publicación que acompaña la exposición ofrece imágenes de todas las obras expuestas. Además, cuenta con textos de Felix Hoffmann, comisario de la muestra, del fotógrafo Jörg Sasse y del conservador de fotografía Thomas Weski. La edición ha corrido a cargo de Steidl, C/O Berlin Foundation y Fundación MAPFRE.
Exposición. 19 nov de 2024 - 02 mar de 2025 / Museo Nacional del Prado / Madrid, España
Formación. 23 nov de 2024 - 29 nov de 2024 / Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía (MNCARS) / Madrid, España