Florian Bolk muestra en esta ocasión en su galería madrileña una serie de fotografías que aúnan las dos facetas de su trabajo que más le definen: la arquitectura y el retrato, autorretrato en este caso. Como sagazmente dice Erika Babatz en el texto del catálogo: “Bolk berlinés radical para poder ser ciudadano de cualquier parte, absorbe -fotografía- su ciudad que a su vez le devora…la convierte en el marco de su autorretrato. No puede fotografiar Berlín si no forma parte de ella”. El resultado de todo el proceso son unos dípticos extraordinariamente coloristas que no obstante seducen por la sobriedad, el rigor y la verdad de las imágenes que los componen y por el indudable interés que suscita el itinerario que el fotógrafo nos propone por la que algunos consideran la actual capital cultural de Europa.