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'El tiempo descansa sobre los dedos de una mano. Mientras contamos hasta cinco, todo regresa con un perfume diferente que hace reversible cada instante vivido.

Tan solo la acción de pensar el tiempo es suficiente para dar vuelta toda una historia, hasta lo que ha sucedido en vidas ajenas.

La obra de Walter Álvarez nos aproxima a un mundo donde el límite entre la ilusión y lo real descansa sobre trazos muy delgados, en un papel translúcido que permite el decalque a infinitos soportes, precipitándose en ello; y la imagen pudiera así traducirse a épocas y territorios venideros.

Dibujos de rima gris que se tiñen de croma simplemente para llenar de silencio algunas palabras que ... han perdido sentido. Líneas sumamente finas, definidas y difusas, suman situaciones que nos revierten, nos reciben y nos vuelven, nos dejan pasmados e inciertos. No cesan de creer y crecer para empezar del mismo modo otra historia, con un clima en la materia que lo soporta siempre, totalmente inocente e inicial, con posibilidades de rehacerse desde el momento que se convierte en texto.

Ámbitos de prosa desencontrada o encontrada en el cajón de un mueble viejo, junto a una carbonilla, a una pintura, a una regla, a un póster de la infancia, aparecen en los frentes de las casas... una serpiente un soldado, hormigas o un dios, una mujer entonando canciones que silban otros al pasar.

Como fondo para un relato, alguien pone un cuadro en la pared de la casa de Villa Tesei o en una galería donde no hay ventanas sino tremendos telones que al deslizar muestran mundos inusuales que evocan el alma del barrio, que se va construyendo con líneas suspendidas del cordel de la ropa o antenas vecinas, o del perfil de un paredón que continúa extendiéndose cual ojo fundido por el grafito allá en el cielo, en la reminiscencia del perfume aguado de fragancia Colbert Pino, que en su evaporación sin color deviene sustancia gastada por tanto trazo para emparejar el espacio. Y no hay más que una mano sosteniendo en sus líneas lo que la imagen grabó en una retina o en el alma de la suerte'.

Sobre la acción de Cristina Coll

El personaje, acompañado por una serie de imágenes proyectadas, nos cuenta una serie de acontecimientos acaecidos en el seno de una familia muy particular. La familia Florero. Son frases breves y cotidianas, que con el correré del tiempo irán poblando el territorio de una historia. Es entonces que el cuerpo del anunciante, y ante el espectador, incomoda, gesticula, hace sonido, y por fin larga las palabra, - Flor, Familia, Florero. Nombra, nos nombra y enmascara con felicidad, aquello que en la realidad le cuesta decir.