Decía W. Kandinsky “el blanco actúa sobre nuestra alma como el silencio absoluto…Este silencio no está muerto, rebosa de posibilidades vivas… Es una nada llena de alegría juvenil o, por decirlo mejor, una nada antes de todo nacimiento, antes de todo comienzo.
Así resonó tal vez la tierra, blanca y fría, en los días de la época glaciar”.
En estas obras, la economía de medios, los materiales poco convencionales y siempre el fondo blanco son elementos característicos. Pero, el blanco, color que lo da todo y no se queda nada, no es un elemento pasivo en la composición, sino que de él emergen toda una serie de elementos geométricos y lineales, que dan globalmente a las obras una textura muy intensa.
Sobre este espacio existencial conviven una maraña de signos y símbolos arquetípicos, fruto de una urgencia expresiva y ritmo frenético que sugieren procesos no estructurados del inconsciente. Pero no me rindo...totalmente a este impulso automático, sino que también utilizo un vocabulario conceptual fruto de un estudio premeditado.
El resultado es una trama extraordinariamente intrincada y enmarañada de líneas, manchas, colores y texturas donde conviven los efectos del azar, espontaneidad, voluntad y caos.
Entrada actualizada el el 17 ago de 2019
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