El viaje supone un desplazamiento geográfico más o menos extenso en el tiempo. El resultado es una experiencia, una vivencia de lo exótico. Estas circulaciones (excursiones, aventuras, salidas de fin de semana, mudanzas, paseos, merodeos, peregrinaciones, incursiones...) pueden haber sido impulsadas por las ofertas de las agencias de viaje y low-cost, planeadas sin destino final, surgidas de modo espontáneo, impuestas por necesidad u obligación, organizadas en paquetes de viaje en diversos itinerarios, adquiridas con billete de ida y vuelta o de un único trayecto... Su acumulación en la memoria, o su visión en las estanterías de la sección de guías turísticas de las librerías, convierte al espacio extraño plural en un todo homogéneo.El ir y venir de nuestros viajes se materializa en el gran velo de billetes de tren que vemos en una de las obras de esta exposición de Paola Ruiz.

... class='' style='text-indent: 1cm;'>Expedido por la propia empresa de transporte, el billete es siempre el documento que nos autentifica como viajeros y certifica nuestro desplazamiento. La proyección de vídeo muestra la experiencia común de todos los usuarios del tren: el paisaje en movimiento desde la ventanilla, que es el entretenimiento paralelo al libro adquirido en la estación o a la oferta audiovisual de la compañía ferroviaria durante los ratos de vigilia. Porque el desplazamiento no es el origen ni el destino, sino un tiempo a llenar entre ambos puntos, aunque hay quien encuentra en el desplazamiento en sí el verdadero viaje. Sin embargo, las imágenes (fotografías, postales...) resultado de este movimiento, suponen el anhelo de experiencias únicas e individuales que se convierten en la esencia misma del impulso del viaje: ese otro sitio en donde no estoy. Paola Ruiz nos presenta entonces un conjunto de obras que reflexionan sobre el viaje, sobre sus viajes.

 

 

 

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